Nueva etapa de desalinización en Chile
El acceso a agua dulce, uno de los recursos más vitales para la vida, está siendo amenazado a nivel mundial. Factores como el cambio climático, el calentamiento global y el uso abusivo de este recurso han llevado a zonas del planeta a entrar en un estado de sequía. La escasez de agua afecta hoy a un 40% de la población mundial (Banco Mundial, ONU) y según proyecciones podría poner en riesgo de desplazamiento a 700 millones de personas para el 2030.
Una alternativa que se ha vuelto relevante como solución es la obtención de agua dulce a partir del agua de mar, uno de los recursos más abundantes de nuestro planeta. Lo anterior es conocido como desalinización y hoy se ha vuelto una solución viable y sostenible para paliar la escasez hídrica en varios países.
Chile tiene un rol interesante en la historia mundial de la desalinización, ya que fue en este país donde se construyó la primera planta desalinizadora industrial. La construcción fue llevada a cabo por el ingeniero sueco Charles Wilson en 1872 y consistió en una planta de destilación solar con una capacidad de 22,5 m3 al día para abastecer la localidad de Las Salinas a 112 kilómetros de Antofagasta.
Desde entonces la industria de la desalinización ha jugado un rol clave en la historia de la humanidad, habilitando el desarrollo de países en zonas con escaso o nulo acceso a fuentes de agua dulce. Uno de los casos más emblemáticos es Israel, donde alrededor del 80% del agua que usa el país es abastecida por agua de mar desalinizada, siendo uno de los líderes en el desarrollo de tecnologías y construcción de plantas industriales en el mundo. La desalinización permitió a Israel no solo solucionar la necesidad de agua para consumo humando, sino también desarrollar una industria agrícola que exporta US$8,75 mil millones en frutas y vegetales.
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Hoy la escasez de agua dulce aflige a un porcentaje relevante de la población, transformándose en un cuello de botella para el desarrollo de algunas industrias como la agrícola y minera, y por sobre todo afectando la calidad de vida de miles de personas alrededor del mundo. Sin embargo, los avances en tecnología y disminución en los costos de energía han abierto la puerta a la desalinización para presentarse como una alternativa viable frente a la crisis hídrica. La cantidad de plantas desalinizadoras que se construyen cada año crece a pasos agigantados y los países se muestran cada vez más proclives al desarrollo de estos proyectos como nueva fuente de agua.
En 1960, el costo de desalinizar un metro cúbico de agua de mar rondaba los US$10. Hoy la mayoría de las plantas desalinizadoras por osmosis inversa industriales logran costos de producción bajo el dólar, llegando en algunos casos a un costo menor a US$0,5 por metro cúbico desalinizado. Esta reducción en los costos de producción se debe principalmente a la disminución en los precios de la energía (insumo más relevante para desalinizar), mejoras en las tecnologías como las membranas utilizadas para el proceso de osmosis inversa y diseño de plantas más eficientes. Esta reducción de un 95% en el costo del agua desalinizada nos permitirá entrar en una nueva era, una era de abundancia. Abundancia no solo del recurso más vital para la vida, sino de todo desarrollo que requiera agua. Abundancia de cultivos agrícolas, de agua fresca para el consumo humano, de agua dulce para faenas mineras, y del agua necesaria para el desarrollo de poblaciones y ciudades.
Chile es un caso único, donde se intersecan tres factores clave. Por un lado, cuenta con un importante acceso a agua de mar, con 5.000 kilómetros de costa, y no existe ningún punto del país a más de 450 kilómetros del mar. En segundo lugar, el país ha recibido fuertes inversiones y un acelerado desarrollo en la industria de la generación de energías renovables, lo que ha empujado los precios de la energía a la baja, favoreciendo procesos que fuesen intensivos en el consumo de energía. Por último, Chile posee condiciones agrícolas únicas. Condiciones de clima, de suelo y de geografía que permiten el desarrollo de una industria agrícola relevante para el país. Hoy existen aproximadamente 1 millón de hectáreas cultivadas y se estima que habría potencial para cultivar 1 millón de hectáreas más, donde la principal restricción sería el déficit hídrico. En Alza estamos convencidos de que nos encontramos ad portas de un nuevo capítulo en la agricultura en Chile, donde el agua desalinizada a bajo costo permitirá regar miles de hectáreas y entrar en una era de abundancia.