Obediencia a la autoridad
Cualquiera que me conozca se sorprende al saber que soy licenciado en psicología. No he ejercido jamás de psicólogo y veo aquella etapa de mi vida en que estudiaba psicología lejana y ajena a mi.
Pero si hay algún área de conocimiento que tuviera que destacar serían los experimentos de psicología social realizados en EEUU en la década de los 50 a los 70, en la que investigadores como Solomon Asch y Stanley Milgram pusieron de manifiesto la aparente facilidad con la que el individio se somete a las exigencias del grupo a sabiendas de que está actuando erróneamente o de manera injusta. De alguna manera, se ponía de manifiesto que en una sociedad aparentemente saludable como es la sociedad de consumo norteamericana, los individuos actuaban como auténticos psicópatas obedeciendo las órdenes de un investigador en un porcentaje considerable de los casos. Lo cual explicaba como regímenes totalitarios podían implantarse a base de torturas y el exterminio de una parte de la población sobre otra -la alemania nazi de Hitler o la Unión Soviética de Lenin y Stalin- todo lo cual era vertiginoso, y nos lleva a la reflexión final ¿Es así de fácil hacer que las personas se sometan? ¿Y más fácil aún que por omisión toleraran la maldad, la injusticia y el abuso?
El otro día vi por casualidad Experimenter: la historia de Stanley Pilgran (2015) de Michael Almereyda. Un biopic nada al uso, que te hace pensar y que en ocasiones se acerca al cine experimental. La película se centra en los experimentos en la Universidad de Yale, en donde unos individuos aplican descargas eléctricas a otra persona creyendo estar participando en un experimento de aprendizaje y castigo, las descargas tienen una graduación progresiva hasta llegar a un límite de 450v. El experimento tiene todo tipo de variables, más y menos insistencia de los investigadores para que vayan pulsando los botones de descargas severas, uno o más investigadores solicitando seguir con el experimento, etc... De aquí se derivan consecuencias éticas, en cuanto a la repercursión que tuvo el estudio y las críticas que se hicieron al daño moral que ocasionaron a los sujetos que creían estar aplicando descargas. Para mí, estas son las mejores escenas de la película, la defensa de Milgran a su trabajo ante otros científicos y a la validez y fiabilidad de los mismos. Milgran realizó todo tipo de experimentos de psicología social, de hecho el celebérrimo estudio de los 6 grados de separación es suyo. Algo anecdótico también, como trekkie confeso he disfrutado con la escena en la que aparece un joven William Shaffner interpretando a Stanley Milgran en una serie de televisión que se emitió en los 70 y su disertación acerca de la integración racial en EEUU.
En fin, ver esta película me ha hecho reflexionar mucho, me ha conectado con recuerdos que tenía ya casi olvidados y me ha acercado otra vez a unos estudios y experimentaciones sociales que considero prodigiosas y que nos acercan a entender mejor la condición humana. Creemos ser seres especiales, únicos e irrepetibles y tener unos resortes morales a prueba de huracanes, pero en realidad somos capaces de sucumbir fácilmente a cambio de la seguridad del grupo u obedecer lo que la norma o la mayoría dicta. Hoy día, vivimos en una sociedad, en la que se nos aplica un tamiz moral e ideológico a través de los medios de comunicación para decirnos lo que está bien y lo que está mal y aquello que hay que odiar y denigrar y aquello que hay que tolerar. Un ejemplo de los muchos que hay hoy día, en la Cataluña actual se ha ido arrinconando un sentimiento nacional español y una lengua poco a poco de manera gradual, 40 años después tenemos una declaración de independencia y un acto de secesión a la vuelta de la esquina, durante ese tiempo se han ido derribando barreras y se ha implantado una ideología en buena parte de la sociedad a través de la educación y de los medios de comunicación regionales, estos últimos vienen a ser un odioso despilfarro, resultado: España nos roba y un referendum anticonstitucional ante la pasividad de muchos.
Eso, obediencia a una autoridad estúpida e inmoral.