Observa qué ha de mejorar tu equipo y... ¡empieza por ti!
Puede resultar paradójico el título de este post, pero si sigues leyendo creo que lo entenderás.
Querer intervenir solo en los defectos o "áreas de mejora" que vemos en nuestro equipo y no asumir nuestra parte de mejora es como mirarse en un espejo y querer limpiar solo el cristal para mejorar la imagen.
Lo que vemos a nuestro alrededor es un reflejo, eco o amplificador de lo que somos, por muy doloroso que nos pueda resultar en primera instancia.
Pero esto no es nada nuevo. Ya lo dijo Inmanuel Kant, hace más de 300 años (aunque nos duela reconocerlo):
"No vemos las cosas como son, sino como somos nosotros".
Y no quiero decir que toda la responsabilidad recaiga sobre nosotros como directivos o jefes, sino que es necesario que seamos conscientes de la influencia de nuestro propio comportamiento en el de nuestro equipo.
Es importante saber también que tenemos una especie de "sistema inmunológico mental" que se activa ante lo que pueda suponer una amenaza a los propios esquemas.
Podíamos decir que a nuestro ego o personalidad no le gusta "que le toquen los paradigmas".
Por eso siempre se predispone a tratar de arreglar o cambiar las cosas "ahí fuera" en vez de empezar por "ahí dentro".
Quizá por esta razón una gran mayoría de empresas y personas dedica muchísimo tiempo y esfuerzo a intentar "controlar al otro".
Controlar a base de normas, obligaciones, premios, sanciones o prohibiciones explícitas e implícitas.
Como resultado, a menudo, el trabajador o equipo "desenvaina el convenio" y empieza un baile de ataque/defensa que no conduce a ninguna parte.
Y eso es un desgaste tremendo para los intervinientes, que salpica a todos los stakeholders de la organización.
Y todo ello ocurre porque no se está incidiendo en la causa sino en el síntoma, por lo que se está dedicando esfuerzo en vano a la punta del iceberg, en lugar de trabajar en la base oculta (comunicación):
- Necesidades o motivaciones reales
- Emociones no expresadas
- Intenciones distorsionadas
No hace falta que te diga cómo suelen terminar estas batallas internas, ¿verdad?
Desmotivación, desvinculación, bajas, despidos, absentismo...
Sin embargo, cuando comprendemos que tratar de "arreglar al otro" es como tratar de modificar el reflejo que vemos en el espejo cuando nos miramos, se abre un mundo nuevo de posibilidades ante nuestros ojos.
Porque empezamos a preguntarnos qué debemos mejorar en nosotros mismos para que mejore nuestro equipo, nuestra relación con compañeros o supervisores, nuestra adaptación a nuevos modelos de gestión, etc.
Porque cuando uno cambia, todo a su alrededor cambia; especialmente cuando desempeñamos roles de autoridad o liderazgo sobre otras personas.
No me creas, pruébalo. Pero ten paciencia en el proceso de tu propio cambio personal.
Y es que, aunque hablemos del ámbito laboral, no podemos separar a la persona del profesional.
El profesional es un rol de la persona que está debajo y es imposible trascender ciertos límites profesionales sin trascender antes ciertos límites personales.
Hace poco escribía el post "Sin transformación personal no hay transformación digital" (de forma sostenible).
Y es que, parafraseando a Albert Einstein, un problema no puede ser resuelto en el mismo nivel de consciencia en el que se originó.
Es cierto que no es fácil, pero si queremos conseguir resultados diferentes es necesario que hagamos cosas diferentes de una vez por todas.
Y para hacer cosas diferentes de forma duradera es necesario flexibilizar y rotar nuestros propios esquemas mentales, o lo que algunos llaman "desaprender" para poder "aprender".
Por supuesto que, en el mundo laboral, nos podemos encontrar casos de trabajadores que se cierran en banda y no quieren cambiar nada aunque vean que los demás sí lo hacen.
En ese caso trataremos de dialogar, persuadir, llegar a un acuerdo, ser asertivo con las consecuencias y tomar medidas llegado el caso.
Pero te aseguro que, como decía Wayne Dyer:
"si tú cambias la forma de mirar las cosas (cambio interior) las cosas que miras cambian (cambio exterior)".
Y es que los paradigmas mentales previos pueden ser parte del problema porque si me digo "yo ya sé lo que pasa aquí", volveré a actuar como siempre, con mis viejos patrones.
¿Sigues intentando infructuosamente que los demás cambien?
*Post extraído del blog juanpedrosanchez.com
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