Occidente contra Occidente
En los últimos seis meses, en gran parte de Occidente (EE.UU y la Unión Europea) se han celebrado procesos electorales donde una sociedad parece que cada vez más dividida, se enfrentaba a posiciones también cada vez más polarizadas. En Europa con movimientos extremos por izquierda, por derecha por arriba y por abajo y en los EE.UU. donde el ideario entre los Republicanos y Demócratas nunca había estado tan alejado.
Mientras en Europa asistimos como nuestros dirigentes se enzarzan en debates estériles y políticas cortoplacistas que no favorecen el crecimiento y desarrollo de nuestra sociedad, allá en Oriente y con China a la cabeza, se frotan las manos y observan como en aras de la libertad, la sociedad del bienestar y el paraguas de las democracias liberales, Europa pierde fuelle y capacidad de influencia en un mundo que está cambiando a velocidad de vértigo y donde la tecnología será clave en un futuro no muy lejano. Hace unos pocos meses, pudimos observar cómo el Comisario del Mercado Europeo, el francés Sr. Breton, publicaba una carta poniéndonos sobre aviso y alertando del daño que nos podría causar a los ciudadanos europeos una simple entrevista vis a vis que tuvieron el entonces candidato republicano a la Casa Blanca Donald Trump y el empresario Elon Musk, y todo ello en base a la Ley de Servicios Digitales, también conocida como Ley de Censura. ¿De verdad que nuestros gobernantes europeos no tienen otra cosa mejor que hacer que preocuparse de lo que estos dos señores puedan decir a miles de kilómetros de distancia de Bruselas?
La vieja Europa en el siglo XXI
Cuando el Mercado Único europeo se concibió en 1985, el mundo era muy diferente al que conocemos hoy. Europa era un líder mundial con empresas punteras y una referencia en cuanto a su historia, sus ideales y valores basados en el Humanismo Liberal y una base social judeocristiana. Parte de la identidad Europea se está evaporando al renunciar a sus raíces, algo que pudimos observar durante la inauguración de los Juegos Olímpicos con la polémica representación de la Ultima Cena de Jesús: para reivindicar unos derechos no es necesario denigrar de forma gratuita a otra parte de la sociedad.
Nuestra amabilidad se convierte en nuestra debilidad
En el momento del nacimiento de la Unión Europea, como señala el expolítico Enrico Letta en su reciente informe, muchos de los principales actores que juegan hoy un papel primordial en la escena internacional todavía no tenían presencia; el número de estados miembros pertenecientes a la Unión Europea eran menos de la mitad de lo que actualmente la conforman; Alemania estaba dividida en dos y la economía de China y la India combinadas representaban menos del 5% de la economía global. Los Estados Unidos y Europa eran los centros de referencia de innovación y del crecimiento; si bien los EE: UU. continuan ejerciendo ese papel, Europa se ha quedado atrás. ¿Alguien se acuerda de las empresas tecnológicas NOKIA, ALCATEL o PHILLIPS? Ahora hablamos de HUAWEI, ZTE o TENCENT.
La pérdida de peso económico en la UE tiene implicaciones más allá del ámbito puramente financiero. Europa, que alguna vez fue el punto neurálgico del poder político y estratégico mundial, ha visto cómo su influencia ha disminuido en paralelo con su declive económico.
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Los nuevos actores en el tablero de juego global
China se ha embarcado de forma casi unilateral en un camino a redefinir el orden mundial y su nuevo papel en el nuevo tablero de juego mundial. Y por otro lado Occidente con EEUU a la cabeza, se resiste a renuncia a su rol como líder hegemónico en este escenario ha venido desarrollando desde la segunda mitad del siglo XX. La transformación del gigante asiático y su admirable crecimiento en estas últimas décadas no tiene que terminar necesariamente en un choque con el status quo liderado por Estados Unidos y sus aliados. El dilema de China es que se resiste a asumir el papel que le atribuye un sistema internacional al que no ha ayudado a diseñar y no acepta las reglas en cuya redacción no ha participado.
Desde una óptica de política internacional, China ha puesto en práctica una serie de iniciativas, como La Nueva Ruta de la Seda y la ayuda financiera a low income countries de modo que le permita forjar alianzas con naciones ricas en commodities y tierras raras; igualmente, una expansión territorial, principalmente en la región del Mar del Sur de China donde mantiene confrontaciones con todos sus vecinos, especialmente con Filipinas y Vietnam. Y en cuanto a su política comercial e industrial, una fuerte apuesta por la exportación de sus productos a otros mercados a bajo costes produciendo una situación de overcapacity, dado que el mercado chino doméstico actualmente no es capaz de absorber todo lo que allí se produce debido a las bajas tasas de consumo interno actuales. Todo ello sin olvidar una fuerte apuesta por la tecnología y la industria de los chips y los semiconductores.
China tiene como objetivo implementar una política económica-industrial de autosuficiencia con especial interés en el desarrollo de las tecnologías greentech.
Muchos países que han emergido en los últimos años ya superan en población, territorio y crecimiento económico a los países de la UE. La región ASEAN y sus países miembros suponen un mercado de mas de setecientos millones de personas y con unas tasas de crecimiento, en la mayoría por encima del 5%. Igualmente, en las últimas semanas se ha hablado mucho del Sur Global y los BRICS y su capacidad de influencia que tendrán en los próximos años. Todos quieren participar en la toma de decisiones globales e incidir en el desarrollo de los acontecimientos.
Expectativas de futuro
Ante esta nueva realidad los países europeos deben ser conscientes de que para retomar un papel relevante en los nuevos escenarios y retos emergentes, la UE tiene que actuar unida; con una sola voz. Si cada Estado miembro actúa de manera individual, Europa se verá relegada al papel de mero espectador ante los cambios y acontecimientos globales, sin capacidad ni fuerza suficiente para influir en ellos.
Desde luego que los fundadores de la Unión Europea y el Mercado Único, cuando sentaron las bases para la inegración europea y un desarrollo mas próspero para sus ciudadanos, no estaban pensando en la creación de una telaraña de instituciones, agencias, comisiones, etc. y unas políticas de exceso de regularización y legislación que no parecen entender las necesiades de sus ciudadanos. Quizás sea el momento de regresar a los albores del nacimiento de la Unión Europea cuando por entonces se hablaba de las Comunidades Europeas (CECA, EURATOM, etc.) y crear unas instituciones eficientes y dinámicas que desarrollen unas políticas sólidas mirando y adaptándose al futuro; los pilares sobre las que se sentaron lo que hoy es la Unión Europea: libertad de bienes y servicios, personas y capitales, incluyendo también la tecnología, algo que aquellos años no se contempló.
Mientras en Occidente y la Unión Europea no entendamos que el mundo ha cambiado teniendo que acomodar a los nuevos jugadores y sigamos apalancados en batallitas domésticas, desde Asia nos pasarán por la derecha como un tren de alta velocidad y cuando queramos reaccionar ya será demasiado tarde.