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La creatividad, como el humor, funcionan mejor cuando se oponen al poder. Y esto opera en cualquiera de los escenarios en los que se manifiesten. Cuando cuentas una idea, la tarea comporta desalojar otras que habitan muy cómodamente en la cabeza de quien te presta oído. De allí la necesidad de fortalecerlas antes de exponerlas. Tener muy claro su rol de relevo y consecuencias. Una idea, aún pequeña, es un manifiesto. Crear es estar en contra.