Oportunismo inteligente y visión de futuro
Sobrevolando algún punto de Galicia (2021) / Fotografía by e.

Oportunismo inteligente y visión de futuro

Desde Semana Santa hemos vuelto a las benditas andadas. Ha sido normalizar el no uso de la mascarilla (siempre que no sea altamente recomendable) y levantar las restricciones de movilidad... y volvernos locos haciendo planes de vacaciones.


Lo que no teníamos previsto en nuestro calendario estival es que la geopolítica se convertiría en la gran influencia sobre la capacidad de nuestros bolsillos para poder realizarlos.


Como consumidores/clientes, queremos seguir con nuestro modus vivendi de salir a tomar algo cuando nos apetezca y subirnos a un avión para saciar nuestra curiosidad o darle de comer a nuestro instagram, pero el recibo de la luz y el precio del combustible... Como empresarios de la industria de la felicidad, cuando vimos en este verano la oportunidad de recuperar algo de la caja perdida subieron las facturas y apretaron los márgenes con los que contábamos para volver a respirar, sin el agua (tan) al cuello.

No hay texto alternativo para esta imagen

El efecto de consumo por venganza – para desquitarnos del sufrimiento por la pandemia – más un obligado reajuste en el presupuesto doméstico para el ocio – necesario para poder pagar las locuras geopolíticas de gente a la que vemos por la tele – más un incremento en los precios de servicios turísticos y Horeca – que llega para tratar de compensar de nuevo las locuras de los idiotas y el éxodo masivo de personal – forman un cóctel explosivo.

Sin olvidar tampoco – para dar un poco más de contexto – que, en estos dos últimos años, muchos países del mundo han descubierto que el turismo es una buena industria y se han comprometido a apostar por ella haciéndola más experiencial, más auténtica, más excelente… en todos los sentidos.


Países que están dispuestos (absolutamente dispuestos, de hecho) a ganarse a cualquier viajero: nuevo, dudoso o defraudado.


Sabemos que ésta es una temporada clave: salimos del agujero negro de los dos años de pandemia y todos los destinos, llegados a este punto, han entendido que vamos a competir duro por un cliente frágil, en una nueva era y con un contexto económico muy complejo.

Para nosotros, como país destino, es una oportunidad única para fidelizar más que nunca, no solo ganar lo que hemos perdido en los dos últimos años – que es una visión tremendamente cortoplacista – sino apostar por los próximos diez.

España tiene grandes recursos y un prestigio turístico indiscutible gracias a su buen hacer, pero es indiscutible también que nuestra calidad/precio es uno de los factores que más pesa en la decisión de compra de la mayoría de nuestros visitantes.


Tenemos un gran posicionamiento en parte gracias a que, para los bolsillos de nuestros amigos británicos, alemanes o franceses, España es un destino imbatible.


Pero este año tal vez esos bolsillos no vengan tan llenos y probablemente seguiremos pagando las cenas de los idiotas. En este contexto, es posible también que demos un giro estratégico hacia buscar una mayor rentabilidad estirando márgenes sin más y mermando en calidad de experiencia, lo que no es la mejor idea.

No hay texto alternativo para esta imagen

Decidir subir el menú porque se invirtió en sillas y mantelería como upgrade… tal vez tampoco sea la mejor idea. Subir el precio por habitación sencillamente porque así es el mercado, amigos… tal vez tampoco sea una idea de genios. Aumentar precios porque el aceite, porque la guerra, porque el personal o porque mira qué bonita es ahora mi vajilla, no va a funcionar.


El ratio precio/calidad en turismo es complejo y recoge toda una experiencia hecha de tangibles e intangibles que nos seduce como clientes, nos enamora y nos hace regresar al lugar donde nos quisieron y nos mimaron.


No olvidemos nunca que en Italia se come y se disfruta de maravilla en cualquiera de sus rincones, que las islas griegas son una locura que hay que visitar al menos una vez en la vida, que Portugal se está poniendo muy sexy y parece que “hay que ir sí o sí”, que el savoir faire francés es invencible, que Croacia es un paraíso de luz y color… Y que ahí estamos nosotros con la mejor industria turística del mundo y la responsabilidad de hacer de ésta una temporada épica.

La temporada de la gran recuperación. La que nos reposicione todavía más como el destino más hospitalario, diverso, auténtico y de excelencia. Seamos oportunistas, seamos inteligentes.


Hagamos de ésta la mejor temporada... con visión de futuro.


Nota fotográfica: todas las fotografías que acompañan a este artículo son mías. La isla es Lanzarote y el pueblo blanco maravilloso, Ronda.

Carlo Alvarez Spagnolo

Director de ventas senior | Alianzas estratégicas | Desarrollo de negocio | Distribución y tecnología hotelera.

2 años

Gracias Eva. Muy oportuna reflexión. Comentabas que todos quieren volver a viajar, si, pero una porción cada vez más significativa de nuestro target ha adquirido conciencia de su huella de CO2 y la va a tener en cuenta al decidir su próximo destino. Y resulta además que estos turistas sostenibles ya no son sólo jóvenes, están cada vez mejor representados en la franja media / alta de poder adquisitivo. Creo que ningún análisis de futuro, independientemente de que lo haga un político o un empresario, estará completo si no incluye un plan muy bien trazado para que nuestra industria sea un modelo de sostenibilidad en Europa.

susana martinez villagrasa

Hotel Manager - Casual de las Olas y Casual del Jazz - Donostia/San Sebastian

2 años

Clarísimo querida EVΛ BΛLLΛRIN. Totalmente de acuerdo¡ un abrazo

Inicia sesión para ver o añadir un comentario.

Más artículos de Eva Ballarin

Otros usuarios han visto

Ver temas