PAÍS A PUNTA DE “PARCHES”

En nuestra reflexión anterior hablábamos de una frase del Maestro Darío Echandía que nos calificó en su momento como un país de “cafres”, aludiendo el comportamiento violento y la corrupción que observaba a todo nivel.

Hoy nos queremos referir a otras facetas de la corruptela nacional. Comencemos por la infraestructura vial ¿Cómo son nuestras vías urbanas y autopistas? En las últimas se utiliza de manera generalizada la carpeta asfáltica que, se supone tenga una duración de 9-12 años, pero ¿realmente en Colombia cuanto duran? La reducción de costos en las bases y subbases y su protección con barreras a la humedad de nuestros suelos (geotextiles) sumado a los materiales utilizados en la mezcla asfáltica reducen la adherencia y con la ausencia de drenajes adecuados y el manejo de la pendiente en la carpeta, cambian sustancialmente su duración.

La falla generalizada de calidad y duración de nuestras vías asfaltadas es uno de los “ahorros” que nutre la corruptela de la contratación pública y cargan el presupuesto público con reparaciones y parches, vergonzosamente, casi que desde el día en que se inauguran pomposamente; todos los colombianos financiamos esta corrupción con el silencio cómplice o la resignación que provoca la impotencia de ver una institucionalidad permeada a todo nivel por el “picante” que adereza cualquier contratación del Estado.

Cuando vemos las vías en concreto, se espera que tengan duraciones muy superiores a los 20 -30 años prácticamente sin mantenimiento ¿es lo que ocurre con las nuestras? La excepción confirma la regla, agravada por la permisividad del Estado con el tráfico pesado que ingresa aún a nuestras ciudades sometiendo las vías a cargas dinámicas y estáticas para las cuales no están diseñadas y, si a eso sumamos los “ahorros” cómplices de la contratación, vemos resultados tan vergonzosos e inaceptables como las troncales de Transmilenio en Bogotá la primera inaugurada hace 20 años y que obligan a los usuarios y conductores a vivir a “2.600 metros más cerca del cielo” en el infierno de un trocha llena de parches, obviamente no podía ser diferente ¿con asfalto? ¿Es en serio?

Resumamos esta parte de la reflexión con el más reciente informe de la Contraloría General de la República: 1.527 obras; 237 elefantes blancos, 455 obras inconclusas y 835 proyectos críticos, $ 23,3 billones de recursos comprometidos, el tamaño de la “reforma tributaria” que propuso este gobierno o el valor de 2 reformas que el congreso aprueba periódicamente.

Finalicemos este recuento utilizando de nuevo como fuente la Contraloría: 157 procesos de responsabilidad fiscal por 51.000 millones en el Programa de Alimentación Escolar (PAE), 1.041 procesos por el mal uso de 2,5 billones en regalías, $ 8,7 billones de rentas exentas de tributación en las empresas, “de cada peso pagado en impuestos el Estado le dejó de cobrar 51 centavos al sector financiero, 20 a la industria y 18 al comercio” (eltiempo.com, marzo 20/21).

Si vamos a lo social, a la base de la pirámide comenzamos a ver otras realidades: el 51,1% de nuestros trabajadores reciben 1 salario mínimo o menos (Dane, octubre 4/21); entre 1 y 2 salarios mínimos el 24,8%. Para cubrir el valor de la canasta básica familiar de los colombianos, se requieren 4,2 salarios mínimos mensuales, dicho de otra manera, el 75,9% de los trabajadores no alcanzan con su trabajo el valor necesario para responder por el 50% de los gastos básicos de su familia, en su orden los 5 más importantes: vivienda, alimentos, bienes y servicios diversos, educación, transporte.

En vivienda tenemos un déficit habitacional para el 31,4% de los hogares (5,1 millones), somos el país que ocupa la posición 52 en educación (Argentina el 30), ocupamos la posición 44 en el índice de miseria; nos superan en la región en pobreza Bolivia, Perú, Ecuador, Brasil, R. Dominicana, Paraguay, Panamá, Costa Rica, Argentina, Chile y Uruguay; 2/3 de los hogares en zonas urbanas tiene acceso a internet, 23,9% en zonas rurales y solo el 39,3% tiene computador; sumemos a esto el robo de Centros Poblados, otra evidencia más entre miles de la forma como la corrupción se roba las oportunidades de los más vulnerables.

¿Cuál es el ranking que lideramos? Oh que sorpresa, el de corrupción y falta de transparencia (Transparency International, 2021), el de inequidad en el ingreso (2º después de Brasil) y la propiedad de la tierra (2 siglos sin modificación), el de desplazamiento forzado (World Bank, 2019), el de impunidad (posición 101/128; CEJ, 2021), el de asesinatos a líderes sociales, 753 entre 2016-2020 (Defensoría del Pueblo, 2020) y ambientales, 611 entre 2016-2020 (Global Witness, 2021), y algo único y particular nuestro: terminaremos este año con alrededor de 300 reinsertados de las FARC-EP asesinados desde la firma de la paz.

Y ¿cómo nos va con las MiPymes?: son el 99,5% de las empresas de Latinoamérica, generan más del 60% del empleo formal y solo aportan el 25% del PIB (en Europa el 56%); entre nosotros se marginan y excluyen, en el mundo desarrollado están apoyadas y plenamente integradas al tejido productivo, reciben recursos a bajísimo o nulo costo y lo más importante, asesoramiento y tecnología para asegurar integrarlas a la senda de competitividad. En la región latinoamericana la demanda de financiamiento de estas empresas es 5,2 veces mayor que la oferta de recursos (BID, 2020) y los créditos a las nano y microempresas se le ofrece a una tasa 11,3 veces la que brindan los bancos y demás instituciones financieras a las empresas más grandes, la tasa preferencial.

¿Alguien entonces puede seguir con el cinismo de la amenaza “castro chavista” o del “narcoterrorismo” o negar los fundamentos de la explosión social que vivimos desde 2019 en la región? Como suele suceder entre nosotros, “parchamos” la realidad con ahora sí, educación gratuita para estratos 1 a 3 (pero sin los recursos y la calidad que requiere la era digital); la elección de los Consejos locales y municipales de Juventud; también de las Junta de Acción Comunal en noviembre 28, ahora con asignaciones presupuestales para proyectos productivos (Proyecto de Ley 115/20) y se anuncian pomposamente grandes recursos de crédito a largo plazo y a bajo costo para las MiPymes pero (y no podría ser diferente), todos redescontables es decir, es el sector financiero quien los direcciona y, como se probó con la pandemia, solo el asistencialismo con mercados y medicinas llegó a los más vulnerables; el dinero provisto por el gobierno terminó colocado en las grandes organizaciones y patrimonios de los privilegiados de siempre.  

¿Y el sector financiero qué? Llevamos 23 años con el impuesto del 2 x mil (ahora de 4 x mil) y billones en operaciones de salvamento a un sector altamente concentrado y que se protege con auto préstamos a tasas irrisorias con sus propios fondos de pensiones.

Me uno al Papa Francisco que hoy pide orar porque “los gritos de la Tierra y de los pobres sean escuchados”. Nuestra dirigencia actúa más por temor que por convicción y realismo. Si tuviesen un mínimo de realismo entenderían que lo que impulsa la riqueza y el bienestar es el tamaño de la demanda interna, que depende de los ingresos medios de la base económica y social; como tampoco entienden esto carecen de un mínimo de consciencia sobre la inevitabilidad de integrar la base de la población y los hogares a la economía con educación, salud, vivienda e ingresos dignos; no, todas las oportunidades de riqueza y son muchas las que genera esta patria, las extraen para ellos y esa corruptela generalizada e impune propicia una institucionalidad inmadura y sesgada; es lo que les conviene.

Es el reto que viene con las próximas elecciones aunque de momento no son muchas las ilusiones; al igual que en los países que practican el socialismo extremo, mantener a la mayoría en la pobreza, la miseria y la exclusión social, asegura y condiciona la respuesta electoral, se compra la lealtad con poco; igual y como dice Juan Pueblo, “cualquiera que se elija nosotros seguimos igual de pobres”; probablemente por esta realidad aún no se aprueba el voto obligatorio en Colombia, con lo cual el control férreo y miserable de la dirigencia nacional sobre los más vulnerables se debilitaría y habrían al fin oportunidades ciertas para los cambios que esperamos, esto haría viable, obviamente por temor, el sueño de una democracia política y económica de verdad, que SI impulse la prosperidad y las oportunidades para todos que aquí no pasan de ser una quimera.


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