Palabras del presidente de la Nación Argentina

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"El momento actual es serio, de relativa gravedad, y conviene que todos, no solamente los que tienen en sus manos la responsabilidad de la dirección de la política (…) del país, sino también la prensa que orienta y que ilustra al pueblo, se mantengan en esa línea de conducta. De nada sirve apresurarse, crear ambientes ficticios, que pueden conducirnos en momentos delicados como éste a situaciones de las que es más difícil salir.

"Espero que ahora, ya más serenados los espíritus, los representantes de la prensa en general han de continuar inspirándose en estos propósitos, secundando así de una manera efectiva y clara la acción del gobierno, pudiendo estar seguros de que éste no está inspirado sino en un solo propósito, que es la defensa de la dignidad y del decoro de la Nación. No ha privado en nuestro espíritu absolutamente nada que no sean estos conceptos. Hemos llegado a esta situación por imperio de las circunstancias, y el gobierno ha adoptado su resolución serena y firmemente, en defensa de los principios básicos y fundamentales de nuestra soberanía."

Claras y firmes las palabras del Presidente de la Nación Argentina, transmitiendo serenidad a la población.

Pero no fueron dichas en el día de la fecha, ni tampoco por Alberto Fernández. Fueron pronunciadas en febrero de 1944 por el entonces presidente Pedro Ramírez. El tema de referencia no es, lógicamente, la pandemia del coronavirus, que asola hoy a nuestro país y al mundo; sino la ruptura de relaciones diplomáticas con Japón y Alemania en el contexto de la 2da Guerra Mundial.

Si no fuera por las necesarias referencias históricas para contextualizar las palabras, podría interpretarse que son actuales, y que la situación a la que se alude es la sanitaria. Las referencias a la gravedad del momento, el rol de la prensa, el imperio de las circunstancias como desencadenante de la adversidad y las resoluciones firmes del gobierno en defensa de los principios del país; parecen un calco exacto de lo que estamos viviendo.

Encontrarme con esas palabras que forman parte de nuestra historia nacional, me dio mucha seguridad y confianza en el futuro. Las situaciones adversas existieron, existen y continuarán existiendo. Se presentarán con mayor o menor intensidad, con mayor o menor posibilidad de previsión. Dejarán más o menos secuelas, pero sin dudas están puestas allí para que extraigamos de ellas un aprendizaje. Mientras no lo hagamos, tendremos esta sensación de que la historia es cíclica, y nos encontraremos con fragmentos de esa historia, sucedidos hace más de medio siglo, pero que bien podrían ser considerados del presente.

¿Cuáles son los aprendizajes que no hemos logrado capitalizar? ¿Qué credenciales de “lecciones aprendidas” deberemos exhibir para no seguir tropezando con las mismas piedras?

Esta pandemia tal vez sea una buena oportunidad para que reflexionemos cómo nos estamos vinculando con nosotros mismos y con nuestros semejantes; cómo son nuestras actividades económicas/laborales y qué medida lo que realizamos contempla una elevación de miras que busque extender los beneficios más allá de uno.

También es una gran oportunidad para pensar qué valor le estamos dando a nuestras vidas, cuánto la hacemos rendir en provecho propio y de los semejantes, cómo nos ubicamos como dignos representantes de una oportunidad que nos fue otorgada al nacer, tal vez sin saber por qué, pero sí para que develemos el misterio.

Que esta adversidad no nos encuentre, dentro de cincuenta años, leyendo discursos presidenciales como si fueran actuales, es algo que depende únicamente de nosotros. Y recordemos, como alguna vez fue dicho: “mientras más profunda es la noche, más próximo está el amanecer”.


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