Pasan Milagros todos los días.

Por supuesto existen los milagros y pasan todos los días.

Ayer, en un post, les conté el milagro que me permitió tener a mi hija.

Hoy quiero hablarles de milagros que viven personas que están entre nosotros.

Inicio con el milagro que salvó de la muerte al hijo de Consuelo Porras. El tenía 19 años y un enorme tronco de un árbol le cayó en su cabeza destrozándole el cráneo. En la clínica no habían visto nada así. Pero la fe verdadera de Consuelo en medio de la angustia en la clínica, y una serie de hechos, aparentemente pequeños y no planeados, la llevaron directo a la Virgen en quien depositó todas sus esperanzas. Contra todo pronóstico, su hijo se salvó. Toda su historia está en el capítulo de estreno de mi podcast “Almas Luminosas”, disponible en mi canal de YouTube @caroangaritab y en Spotify.

Pero, ¿cómo ocurren los milagros? ¿Puede decir la ciencia algo al respecto? ¿Qué han encontrado quienes se dedican a investigarlos?

Hay millones de testimonios de personas que aseguran haber presenciado o vivido un milagro. Lo sorprendente es que muchas de estas historias comparten un mensaje común: la vida está llena de posibilidades infinitas, y los milagros pueden manifestarse cuando abrimos nuestra mente y corazón a ellos.

Aunque los milagros son, por definición, eventos extraordinarios, la ciencia ha comenzado a estudiar algunos de estos fenómenos desde un enfoque más abierto y menos escéptico. Investigaciones recientes sugieren que hay conexiones profundas entre nuestra mente, emociones, y el impacto en nuestra realidad física:

El poder de la fe y la intención:

Según el National Health Institute de los Estados Unidos, numerosas investigaciones han reportado correlaciones positivas entre la espiritualidad y la baja en tasas de infartos, cáncer, enfermedades cardiovasculares, hipertensión, abuso de drogas, suicidió y mortalidad en general. 

Así que no se trata sólo de curaciones milagrosas (que también las hay y con mucha más frecuencia de la que creemos), sino del efecto transformador que puede tener la fe en la salud y el bienestar general y emocional del cuerpo.

La conexión mente-cuerpo:

En paralelo, investigaciones en neurociencia han demostrado que la esperanza y el optimismo activan áreas específicas del cerebro relacionadas con la motivación y la recuperación. Por ejemplo, un estudio liderado por el Dr. Andrew Newberg, experto en neuroteología, mostró cómo la meditación y la oración regular generan cambios medibles en el cerebro, promoviendo elevados estados de paz y bienestar.

Testimonios de curaciones inexplicables:

Sólo en Lourdes, Francia, el mismo Vaticano ha documentado más de 70 milagros, donde personas reportan curaciones físicas que desafían toda explicación médica. 

Pero hay miles de casos reportados en otras geografías que aún no tienen ninguna explicación posible.

Aunque la ciencia hoy no tiene la capacidad de probar la intervención divina, estos casos sí evidencian que la fe y la esperanza abren puertas para que lo extraordinario pueda ocurrir.

Abrirse a los milagros

Los milagros no son sólo grandes fenómenos sobrenaturales. Pueden estar también en los pequeños momentos: un encuentro inesperado, una solución que llega en el último instante, o una sincronía que parece orquestada por algo más grande que nosotros. Como dijo Albert Einstein:

"Hay dos maneras de vivir la vida: una es como si nada fuera un milagro. La otra es como si todo fuera un milagro."

Abrirse a la posibilidad de los milagros no significa abandonar la lógica o la razón, sino expandir nuestra percepción para reconocer que la vida es un tejido de misterios y posibilidades. ¿Qué tal si empiezas a escribir un diario de los pequeños y grandes milagros que experimentas? Muchas veces, sólo necesitamos cambiar la perspectiva para empezar a notarlos.

Milagros en lo cotidiano

Los milagros también ocurren cuando elegimos actuar con amor y compasión. Una sonrisa en el momento adecuado, una palabra de apoyo o un gesto desinteresado de servicio a otro pueden transformar una vida. Estos "milagros humanos" son un recordatorio de que todos tenemos el poder de ser una fuente de esperanza y luz para otros.

Quiero cerrar con una historia real de mi mamá. Un día iba caminando en Bogotá por la calle 85, entre la Cr 15 y la Cr 11, y vio a un hombre sin piernas ni brazos, defecto de nacimiento, pidiendo limosna. Profundamente conmovida, buscó en su billetera lo que tenía para dárselo y cuando se agachó para entregarle el dinero, sintió un impulso irrefrenable de darle un beso en la mejilla y un abrazo. Al hacerlo, el hombre empezó a llorar. Miró a mi mamá con una inmensa alegría y le dijo que nunca antes en su vida había recibido un beso. Para él, ese día, hubo un milagro, y yo estoy segura que hubo intervención divina en ese momento. 

Te invito a escuchar hoy la historia de Consuelo en mi podcast “Almas Luminosas” y a abrirte a ver muchos milagros en tu vida y la de tus seres queridos.