Patinaje sobre hielo: una nueva modalidad en atención residencial para mayores

Patinaje sobre hielo: una nueva modalidad en atención residencial para mayores

Cuando hablábamos hace meses de la que ya es hoy ley de residencias de Castilla y León  o del Acuerdo SAAD del 2022, era fácil dejarse llevar por un optimismo cauteloso o un recelo esperanzado. Estos marcos normativos prometen mejorar la calidad y la dignidad en la atención a nuestros mayores, principios que todos deberíamos celebrar y defender. Sin embargo, como en el patinaje sobre hielo, el desliz hacia una implementación efectiva es resbaladizo y lleno de posibles caídas. Y me temo que esto es lo que puede ocurrir.

Estas normativas, que pretenden ser el lienzo sobre el cual pintaremos un futuro más justo y adecuado para las personas mayores, requieren un equilibrio perfecto entre ambición y realidad práctica. Implementar cambios profundos en un sector tan delicado es como realizar piruetas en una pista de hielo: se necesita precisión, equilibrio y una atención meticulosa para no terminar en el suelo. Sin embargo, parece que hemos olvidado calzarnos los patines adecuados, especialmente en dos áreas críticas: financiación y recursos humanos.

Primero, la financiación. Aplaudir la promulgación de una ley o la firma de un acuerdo es fácil cuando no se está en la línea de fuego. Los centros residenciales, al final del día, operan en un mundo donde los euros cuentan tanto como los buenos deseos para poder mantener un servicio de calidad. La falta de fondos adecuados para acompañar estas nobles iniciativas es como enviar a un patinador al hielo sin haber congelado primero la pista. No importa cuán talentoso sea, el fracaso es inminente.

Segundo, el personal sanitario. La nueva ley de Castilla y León ha sido criticada por no contemplar suficientemente la integración de profesionales sanitarios como una dotación básica en los centros. Esto es un descuido comparable a olvidar que un patinador necesita patines. ¿Cómo podemos esperar que los centros ofrezcan una atención integral sin asegurarnos de que tengan acceso a un equipo multidisciplinario que incluya suficiente personal sanitario (enfermeras, médicos, fisioterapeutas, Terapeutas ocupacionales y psicólogos)?

Mientras que la ley y el acuerdo son pasos hacia adelante en la teoría, la práctica podría dejarnos resbalando peligrosamente hacia la mediocridad si no abordamos estos desafíos estructurales. Así que, mientras aplaudimos estas iniciativas, mantengamos un ojo crítico y apoyemos a los centros residenciales en su esfuerzo por no solo mantenerse en pie, sino realmente brillar en la pista de hielo de la atención en el día a día con las personas mayores.

Para las futuras normativas autonómicas que aguardan su turno para salir del cajón, es imperativo aprender de las experiencias pasadas. Las disposiciones legislativas no solo deben sonar efectivas en el papel; es vital que se acompañen de una financiación adecuada y una planificación realista sobre la dotación de personal sanitario además de las de  cuidados. Además, es esencial reconocer que la Atención Centrada en la Persona (ACP) no debe ser solo un envoltorio atractivo. Más allá de ser un simple eslogan, la ACP debe integrarse como un conjunto de buenas prácticas que transformen genuinamente el modo en que se prestan los servicios y cuidados a nuestros mayores sobre la base real de los problemas que les acompañan.

Evitemos que estas normativas se deslicen sobre la superficie helada del idealismo sin respaldo, cayendo en la realidad del subfinanciamiento y la escasez de recursos. Así, las futuras regulaciones no solo cumplirán con la letra de la ley, sino también con su espíritu, honrando verdaderamente las necesidades y la dignidad de los mayores. Queda el despliegue de la Ley en Castilla y León y no debemos olvidar que implementar estos cambios es como patinar sobre hielo: requiere equilibrio, precisión y, sobre todo, mucha atención para no caer.

Inicia sesión para ver o añadir un comentario.

Otros usuarios han visto

Ver temas