Pensando en policía, pensando en sociedad. Del jefe de policía al jefe de la policía, el reciente caso de Pereira para la ética policial.
Mindefensa en Pereira Foto: Ministerio de Defensa de Colombia Publicada por Publimetro

Pensando en policía, pensando en sociedad. Del jefe de policía al jefe de la policía, el reciente caso de Pereira para la ética policial.

Por el teniente coronel (R) Alvaro E. Gómez D. Administrador Policial.

Hace casi tres meses advertimos sobre las consecuencias de unas declaraciones públicas de Carlos Maya, alcalde de Pereira, jefe de policía de la ciudad capital del departamento de Risaralda, cuando afirmó sin reato alguno y en medio de la presentación del cartel de los más buscados por el delito de homicidio, que: “si hay fricciones con ellos e intentan fugarse, yo he autorizado, inclusive, con el respeto de los derechos humanos, pero dependiendo de la confrontación y garantizando el uso de la fuerza, que les demos de baja si es del caso para garantizar la seguridad ciudadana de todos los pereiranos". (Caracol radio, 2021)

Alertamos sobre lo que consideramos unas muy desafortunadas declaraciones que bordean el respeto de la constitución y la ley colombiana, pero sobre todo desdicen de la condición humana que debe caracterizar a todo funcionario, en este caso de gobierno, al que además no le compete impartir justicia, porque para eso están los fiscales y los jueces.

Y menos le corresponde alentar veladamente a nuestros policías a cometer homicidio, cuando lo que debería hacer en ellos es exaltarles el apego a los verbos rectores y los sujetos del deber ser del código de ética policial, como donde reza: “seré inflexible pero justo con los delincuentes y haré observar las leyes en forma cortés y adecuada, sin temores ni favores, sin malicia o mala voluntad, sin emplear violencia o fuerza innecesaria y sin aceptar jamás recompensas” (Código de Ética Policía Nacional de Colombia).

Pero además teniendo siempre presente que los policías debemos:“emplear la paz contra la violencia y el desorden y respetar los derechos constitucionales de libertad, igualdad y justicia de todos los hombres” (Código de Ética Policía Nacional de Colombia), incluso de los delincuentes, hasta de los acusados por homicidio.

Los policías no nos formamos para cometer homicidios, cuando en caso extremo se incurre en ellos, es por una legítima respuesta frente a una amenaza que pone en riesgo la propia vida, o la vida de a quienes debemos servir y proteger, cualquier cosa en contrario es una abominación y debería generar el repudio de la sociedad.

La forma ligera con la que el discurso político del alcalde incita a quienes deben ser garantes del cumplimiento de la ley, para que eufemísticamente den de baja a los delincuentes, en aras de supuestamente garantizar la seguridad ciudadana, es en nuestro criterio un discurso político repudiable y que, de no ser inmediatamente confrontado, genera una perversa distorsión de la razón de ser de nuestra institución.

 Siempre el discurso político de los gobernantes podrá ser fuente de inspiración para las más nobles causas, o camino de depravación y corrupción que solo derive en caos para la sociedad.

No faltarán quienes, ante la impotencia, justifiquen el discurso facilista, propio de regímenes absolutistas, o de quienes prefieren saltarse los frenos y contra pesos propios de la democracia, sin entender que es ahí donde radica el reto que deben enfrentar quienes aspiran a gobernarnos, porque no es “matando delincuentes” como se garantiza la seguridad ciudadana.

Pero tampoco se trata de ser ingenuos, nuestros policías cuentan con una sólida formación y experiencia para enfrentar a los más avezados delincuentes, siempre mostrando “valor y calma frente al peligro” (Código de Ética Policía Nacional de Colombia), y actuando ajustados a los más exigentes manuales de operación.

Y frente a esto y en la semana que termina, nos sorprendió conocer un muy lamentable escándalo en la policía de Pereira, que derivó en el retiro de su comandante y varios oficiales, al evidenciarse que un reciente operativo liderado por el ministro de defensa para la demolición de una vivienda que supuestamente era foco de drogadicción e inseguridad, resultó ser un montaje para aparentar resultados, aprovechándose de una edificación en riesgo de colapso. (Espectador, 2022)

Según denuncias de uno de los familiares de la propietaria del predio, días antes a que se hiciera el anuncio de la demolición, algunos policías le pidieron las llaves de la vivienda para ingresar habitantes de calle a la misma, filmarlos y así justificar que sí se trataba de un lugar dedicado al expendio y consumo de drogas.

Toda esto resultó ser una aberrante conducta, encaminada a aparentar supuestos logros operativos en la lucha contra el microtráfico de drogas ilícitas a como dé lugar, una derivación propia de la nefasta doctrina de los “falsos positivos” y que afecta gravemente la legitimidad institucional, la fe pública en la Policía. Valga precisar que ese sitio nunca tuvo procesos judiciales por tráfico de estupefacientes.

Lo más contradictorio de toda esta lamentable historia, es que el mismo alcalde de Pereira, al que nos referimos anteriormente, quien no tuvo empacho alguno para incitar al homicidio de delincuentes, fue quien ahora y ante esta situación, solicitó el retiro de los altos mandos de la Policía y de quienes estuvieran involucrados en la investigación que llevó a la demolición de la vivienda.

Bien valdría la pena que, a propósito de lo ocurrido, el señor alcalde también revisara su continuidad en el cargo, o al menos pidiera disculpas públicas por los efectos que su nefasto liderazgo político ha causado en la moral de la institución y en la seguridad de su ciudad, porque no se puede desligar lo uno con lo otro.

A todos nuestros policías, en todas las posiciones de liderazgo y gestión, desde el patrullero en la calle, hasta el general en la cúpula de mando y dirección, y que todos los días deben enfrentar dilemas éticos al tomar decisiones que retan el cumplimiento de la ley respecto de quienes detentan el poder y pueden influir en el desarrollo de sus carreras, siempre será el código de ética policial la mejor guía para evitar errar el rumbo, ya que luego de cruzar las fronteras de lo permitido, difícilmente podremos dar marcha atrás y empezaremos a transitar un camino que nos convertirá en todo aquello que una vez juramos enfrentar.

JULIO B.

FBI FSNI Peru Attorney at Law

2 años

Ud ya parece un candidato a la Presidencia 👍

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