Planificación estratégica

Todas las empresas exitosas suelen elaborar una planificación estratégica de su actividad, una reflexión profunda, racional, profesional para proyectar el futuro y el cambio. Tener un plan permite determinar en cada momento dónde uno se encuentra y que tan alejado está la previsión de la realidad, tal como un velero fija un rumbo y evalúa constantemente la magnitud de la deriva provocada por los vientos, las corrientes y los accidentes de navegación. En ese sentido, cualquier plan, por malo que sea, es siempre mejor que ningún plan. Elaborar una estrategia es materia para personas experimentadas, que conocen su rubro, que han vivido varios ciclos de altos y bajos, y que tienen la autoridad para decidir sobre lo incierto y congregar las fuerzas de todos hacia un solo objetivo. Y es por esa razón que la visión, la misión y los valores de la empresa son de difusión pública junto con los grandes ejes de la estrategia productiva y comercial sobre los cuales se construyen la imagen y el éxito.

Parajodicamente, la fuerza política que mejor ha aplicado los preceptos de la planificación estratégica es la extrema izquierda, el socialismo internacional radical o comunismo, cuyo ejes de acción fueron definidos hace un siglo por Vladimir Ilitch Lenin. El primer paso sine qua non radica en el periodo de transición entre la economía capitalista de una sociedad burguesa y la toma del poder político por parte del proletariado o de los trabajadores bajo la forma de una dictadura de los mismos que conlleva, como su nombre lo indica, el poder de una clase sobre las demás (eventualmente bajo la conducción de un pequeño grupo avanzado o de un solo líder), la restricción de la libertad de expresión y de asociación de los enemigos del Pueblo y la re-educación ideológica. Ese periodo de transición que conducirá luego a establecer la propiedad colectiva de los medios de producción y a abolir la propiedad privada representa obviamente el paso más difícil y más resistido en una sociedad libre, de modo que requiere una preparación milimétrica y paciente. La belleza de ese plan se encuentra en su total y completa visibilidad, no hay complot ni oscuridad, todo se hace a plena luz del día, pero pocos lo ven con claridad y menos todavía lo creen posible (Si quieren una rápida lectura sobre el tema, vean la definición de Comunismo en Wikipedia).

Tal como lo describe el mismo Lenin (ver mi articulo titulado "Planificación por libro" del 11/11/2019), el primer objetivo de la revolución es la destrucción sistemática de las estructuras del Estado burgués, que prefiero llamar libre para no darle ninguna connotación de clase social, sino un calificativo más descriptivo de la forma de vida que ampara. La izquierda radical ha aplicado por décadas la misma técnica de destrucción de la auto-estima que usan los manipuladores con sus victimas : Focalizarse en los pocos defectos y no en las muchas cualidades. Si se han preguntado alguna vez porque encuentran a ciertas personas tóxicas, y en particular a ciertos políticos, es precisamente porque se asemejan al perfil de personas peligrosas de las cuales preferimos huir en la vida cotidiana. Esa clave permite descifrar con bastante acierto el actuar de los revolucionarios e incluso sus contradicciones. La segunda técnica consiste en nunca hacerse cargo de lo que prometen, o sea el objetivo es derribar el sistema con la ayuda de los idiotas útiles (que se definen como aquellos que apoyan sin darse cuenta de los fines reales de su acción), pero evadir la descripción de lo que vendría después y dejarlo en los conceptos de igualdad y dignidad, sin embargo, no hay ningún secreto oculto : se trata de imponer una dictadura en manos de un pequeño grupo "avanzado" para eliminar las clases sociales, la libertad de expresión y de asociación, y reeducar a la sociedad completa. Cuando tomaron el poder, ya es tarde para arrepentirse y tomará generaciones enteras para volver a una sociedad libre. No lo digo yo, lo dicen ellos y lo han demostrado en todos los Estados que intervinieron.

Bien sabemos que basta con unas pocas cargas explosivas precisamente ubicadas para derribar grandes estructuras, se llama la demolición controlada. Las construcciones se basan en puntos de apoyo y de repartición de las fuerzas que colaboran para mantenerlo en pie y resistir las cargas. Cuando se produce un desequilibrio en un punto, el sistema sufre mayores presiones en su conjunto y puede colapsar total o parcialmente. Lo mismo pasa con una sociedad civilizada, existen pilares que sostienen toda la organización del Estado y distribuyen las fuerzas para que otras entidades (ciudadanos, empresas,...) puedan apoyarse y prosperar. El poder que interesa a nuestros revolucionarios radica en el Estado de Derecho descrito y articulado por la Constitución y por las Fuerzas Armadas y de Orden que la garantizan (detrás de cualquier sociedad por democrática que sea siempre está la fuerza bruta como último recurso). Buscan por la vía democrática y/o por la vía violenta establecer un marco legal para su actuar y la legitimidad de hacerlo en favor de la clase trabajadora considerada oprimida por las demás clases; de ahí nace el constante odio a los ricos dado que es indispensable para legitimar una lucha de clases, independientemente de la mejoría de las condiciones de vida de los trabajadores o de la participación real del trabajo en la generación de riqueza.

Dado que la sublevación de las Fuerzas Armadas y de Orden en contra del Estado de Derecho imperante se ve poco probable en un país como Chile, el camino de conquista del poder tiene que ir por un cambio constitucional o, en su defecto, por inhabilitar y deslegitimar el orden jurídico. Y es exactamente lo que hemos visto. El plan consiste en poner cuñas en todas las grietas que existen en la estructura para reventarlas, en lugar de colaborar a colmatarlas, y tildar cualquier intento de avenimiento como insuficiente. Lo importante es la brecha, no la solución. En algún momento, será tal la cantidad de fisuras que bastará un último remezón para hacer caer la edificación y las instituciones, creando la zona cero tan anhelada, la puerta hacia la transición de la dictadura del proletariado. Aquí, y me parece fundamental recalcarlo, no se trata de ninguna manera de política, ni siquiera de izquierda o de derecha, de conservadurismo o de progresismo, se trata de una planificación estratégica potente para llegar a imponer una dictadura.

Hasta el 18 de Octubre de 2019, estaba bastante incrédulo en relación a la posibilidad de que Chile fuera nuevamente candidato a la aventura marxista-leninista y creo que el paradigma de los imposibles ciega la vista. El gobierno de Sebastián Piñera II, que no era ni mucho peor ni mucho mejor que los gobiernos democráticos que se sucedieron desde 1990 (gran parte de ellos de centro-izquierda), se equivocó de diagnóstico y reaccionó como si la insurrección fuera un tema político. La oposición de centro-izquierda, generalmente moderada y conciliadora, sintió que le volvía a crecer las alas de la juventud y de la epopeya de la lucha contra la dictadura de Pinochet, desempolvando los posters y las poleras con el rostro desafiante del Che Guevara. Ambos, sin embargo, están errados: los problemas sociales de Chile, que son graves e intolerables cuando se miden con las varas de países desarrollados (por eso, tantas referencias a Nueva Zelanda, Finlandia o Noruega desde la oposición) representan un volador de luces. La prueba es rápida : el PIB per capita de Nueva Zelanda es de USD 42.000 (2018), Finlandia, USD 50.000,-, Noruega, USD 82.000,-, el de Chile es de USD 16.000,-, Perú y Colombia, menos de USD 7000,-. Aún que todo el producto del país pasara por arte de magia y sin mermas a manos del Estado, Chile seguiría siendo TRES veces más pobre que Nueva Zelanda. ¿Está claro?

Lo bueno de la planificación estratégica reside en la visión que nos da de un futuro probable, o al menos de cuáles serían las reacciones esperables en diferentes circunstancias. Con el contexto de una larga y profunda crisis económica y social, un gobierno de centro-derecha equivocado y perdido, una oposición moderada capturada por sus ideales, no hay absolutamente nada que un buen plan aplicado con determinación no pueda conseguir. En resumen, vamos a tener una gran mayoría de la población empobrecida y sufriendo, convencida de que la culpa la tiene los ricos que han tenido las instituciones siempre a su favor, y que la solución consiste en echar todo abajo aparentemente sin otra perspectiva que hacer todo de nuevo y mejor. El pueblo chileno va a aprobar el cambio constitucional, dejando la constitución actual ipso facto deslegitimada, sin una autoridad ejecutiva o legislativa para seguir aplicándola, con una minoría determinada a usar la violencia para impedir un proceso constitucional sereno y productivo : No se necesita más para declarar el país ingobernable y destruirlo. Luego, veremos una derecha inmóvil, aterrorizada sin posibilidad de parapetarse esta vez detrás de las Fuerzas Armadas y de Orden, que sólo observarán desde los cuarteles, una izquierda moderada que deberá elegir definitivamente su bando y radicalizarse esperando salvar los muebles, y la izquierda radical victoriosa como única alternativa para traer orden y comida. Tendremos una asamblea constituyente para la galería y un gobierno dictatorial de facto con el grupo de avanzada en menos de un año. Nuevamente, Chile enfrentará la única verdad : detrás de cualquier modelo de gobierno, está la fuerza bruta y depende de quien apoye o no.

Si aún piensan que eso no es posible y no representa un peligro real, conviene hacerse tres preguntas :

1) ¿Cómo mantener el orden público y la paz frente a la insurrección sin arriesgar y muy probablemente perder una acusación constitucional?

2) ¿Cómo revertir en tiempos de crisis la percepción de que la oligarquía chilena e internacional es la responsable de la desigualdad y de la dificultad de vivir bien en Chile, debido al control que ejerce desde siempre sobre las instituciones y las leyes?

3) ¿Cómo enfrentar desde la improvisación y la negación, la planificación estratégica de un grupo de creyentes determinados y seguros de su propósito, que oponen abiertamente la consigna de derribar las estructuras del Estado ante cualquier intento de negociación?

El tablero me dice claramente jaque mate. Uno podría pensar que "alguien" va a reaccionar, pero si nadie reaccionó después del 18 de Octubre, es todavía menos probable que se haga ahora. ¿Qué se necesitaría ? ¿Mil muertos, la toma de los puertos, aeropuertos y autopistas, sentir hambre? La temperatura de la olla subió repentinamente y la rana sigue nadando en el agua porque sigue creyendo que todo va a estar bien. Pienso que todavía hay soluciones, pero no me compete exponerlas. Todo lo que escribo son reflexiones sobre probabilidades, nunca predicciones ni clarividencia e intento ser lo más objetivo y analítico posible, sin pretender hacer un artículo científico tampoco. Si puedo dar una recomendación, quizá a modo de juego serio, sería primero pensar en un plan B, fuera de Chile o de las grandes ciudades, y segundo, fijar su propia línea roja de lo intolerable antes de quedar atrapado en la olla de agua hirviendo. Espere lo mejor, prepárese para lo peor.

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