¿Podemos planear una sucesión en menos de cinco años?
Una planeación exitosa de sucesión en la empresa familiar implica -idealmente- tres fases:
En teoría (y en papel) puede llevarse de manera muy ordenada, en especial cuando el enfoque es tradicional y meramente patrimonial, aunque el riesgo principal es que la familia no está involucrada desde el principio, como motor del cambio; esto nos permite explicar por qué la tendencia es que -al menos- un 70% de las empresas familiares carezcan de un plan de sucesión o lo tengan pero no haya intención de implementarlo.
Las barreras no están en la complejidad del patrimonio, sino en la dinámica personal del fundador consigo mismo y con su familia.
Recordemos que todo el proceso empieza con un fundador quien decide si -en la madurez del negocio y la suya propia- vale la pena seguir adelante, ya no con él como director general o principal tomador de las decisiones.
Cuando se comunica el tema a la familia implica romper inercias y evaluar desde dos ópticas: ¿qué necesita la empresa?, ¿qué es lo mejor para preservar la armonía familiar?
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Aquí el reto suele ser romper inercias, empezando por clarificar roles y funciones de quienes ya operan en el organigrama de la empresa familiar, sus retribuciones y salarios; si hay inercias para que los puestos directivos los ocupe -por ejemplo- el primogénito o si hay un acuerdos tácitos sobre el rol de los cónyuges en la participación accionaria.
Una vez que se evalúen quién o quiénes tienen las aptitudes, habilidades y capacidades necesarias para asumir el liderazgo y contar con el respaldo familiar, entonces podemos empezar con el desarrollo de acuerdos implementables.
Al sumar a la familia desde el inicio y reconocer la dinámica familiar imperante, los acuerdos se vuelven exigibles, no sólo desde una dimensión legal, sino moral: se tomaron en cuenta los intereses y deseos de todos para tomar acciones en beneficio de la propia familia y está en el interés de todos, seguir adelante.
Una sucesión exitosa en la empresa familiar no depende de la adecuada transmisión de bienes sino a la toma de conciencia de iniciar un proceso que culmina en un legado: algo más que un patrimonio sino también una visión que puede perdurar a lo largo del tiempo.