¿Políticos honestos o íntegros?
Estamos en tiempos en que escuchar noticias de hechos de corrupción de nuestras autoridades, ya se volvió tan común y “pan de todos los días”, que hasta se siente en la sociedad una posición de justificación de la corrupción, cuando escuchamos comentarios como “roba, pero hace obra” o “todo el mundo lo hace”.
Definitivamente para quienes queremos un mejor país con políticos distintos, nos lleva a enfocarnos en dos términos que muchos confundimos porque muestran cierta similitud, pero que en la práctica son diametralmente opuestos, como lo son la honestidad y la integridad, ¿debemos buscar gobernantes honestos o íntegros?, ¿esto será suficiente para tratar de cambiar nuestra realidad política?
Veamos, la honestidad es entendida como el decir la verdad, mientras que la integridad como el actuar de modo correcto según la moral; es así también, que se considera que la honestidad es un estado, mientras que la integridad un rasgo de personalidad. Esto se puede ejemplificar, cuando un ladrón al ser capturado en flagrancia, confiesa los detalles del robo, él está siendo honesto por un momento al decir la verdad, pero eso no lo hace íntegro.
Siendo esto así, no necesitamos políticos honestos solamente, los requerimos íntegros; es por ello, que sería importante descartar a quienes no se hacen cargo económicamente de sus hijos, a quienes traicionan a sus parejas y amigos, a quienes utilizan argucias legales para apoderarse de propiedades ajenas, o en general, hechos que lindan con el delito y que definitivamente, no son dables si se tuvieran como regla la moral y la ética.