¿Por qué el salario mínimo debería ser $0?.
Cada diciembre en Colombia, la discusión sobre el salario mínimo se enciende. La narrativa dominante lo presenta como una herramienta clave para garantizar condiciones de vida dignas, pero pocas veces se cuestiona el impacto que tiene en las pequeñas y medianas empresas (pymes) y en la generación de empleo.
El salario mínimo busca proteger al trabajador de condiciones desfavorables, una intención loable. Pero esta medida ignora un principio esencial: cada negociación salarial ocurre en un contexto único, donde empleador y empleado evalúan variables específicas como la productividad, el costo de vida, y las necesidades del negocio.
Cuando el gobierno fija un piso obligatorio, homogeniza estas realidades y despoja a ambas partes de la libertad para llegar a acuerdos adaptados a sus circunstancias. El resultado: muchos empresarios pequeños, que no pueden asumir estos costos, se ven forzados a reducir contrataciones o a recurrir a la informalidad, afectando precisamente a quienes más se busca proteger.
Si eres gerente de una pyme, sabes de primera mano lo difícil que es equilibrar las finanzas en un mercado competitivo. Ahora imagina enfrentarte a costos laborales crecientes, no porque tu negocio lo permita, sino porque así lo dicta una norma que desconoce tus realidades operativas. Es aquí donde surge la pregunta: ¿el salario mínimo protege a todos por igual o, paradójicamente, favorece a los grandes mientras limita a los pequeños?
Esto no significa desproteger a los trabajadores, sino crear un entorno donde las pymes tengan la flexibilidad necesaria para crecer y, en el proceso, generar empleo sostenible. Sin la imposición de un salario mínimo, las empresas pequeñas podrían ofrecer ingresos iniciales que se ajusten a su realidad, con la posibilidad de incrementarlos a medida que se fortalezcan. Además, permitir negociaciones libres elimina las barreras para que trabajadores menos calificados o con poca experiencia ingresen al mercado laboral, algo que beneficia tanto a las empresas como a la economía en general.
En lugar de imponer reglas universales, ¿qué tal si permitimos que empleadores y empleados construyan acuerdos personalizados? Este enfoque no solo respeta la libertad de ambas partes, sino que también promueve un mercado laboral más dinámico, inclusivo y sostenible.
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Es importante entender que la intervención estatal, generalmente, no produce los resultados esperados. En este caso, podría estar frenando la competitividad de las pymes, limitando el empleo y fortaleciendo las desigualdades estructurales.
Como líderes de pequeñas empresas, necesitamos alzar la voz sobre los desafíos que enfrentamos. Si bien el salario mínimo puede parecer una medida justa en la superficie, su impacto en las pymes y la generación de empleo nos obliga a repensar sus efectos a largo plazo.
Este no es un llamado a eliminar derechos, sino a construir un sistema más inclusivo, donde las pymes puedan competir en igualdad de condiciones, y donde trabajadores y empleadores tengan la libertad de definir juntos las reglas del juego.
¿Estamos listos para cuestionar lo establecido?
Si estás de acuerdo en que las pymes necesitan más apoyo y menos barreras, comparte tu experiencia o tus ideas. El cambio empieza con una conversación.