¿Por qué es tan difícil soltar el timón y cambiar de rumbo?

¿Por qué es tan difícil soltar el timón y cambiar de rumbo?


Imagina que estás navegando en un velero en mar abierto. Durante los primeros días, el viento sopla a tu favor y te permite avanzar a buen ritmo, disfrutando del viaje. Todo parece ir según lo planeado, y te sientes seguro de la dirección en la que te diriges.

Sin embargo, conforme pasan los días, el viento cambia, las corrientes comienzan a arrastrar tu barco y de repente te das cuenta de que ya no estás avanzando hacia tu destino. Es más, parece que estás dando vueltas en círculos.

A pesar de esto, sigues firme en tu rumbo inicial, convencido de que, si solo te esfuerzas un poco más, el viento volverá a soplar a tu favor. Mantienes el timón en la misma dirección, aferrándote a la esperanza de que las cosas mejoren. Pero el viento no cambia, y el tiempo pasa. Tu progreso es casi inexistente y el desgaste comienza a notarse en ti y en tu embarcación.


Este escenario es algo que muchos emprendedores experimentan en sus negocios. Al igual que el marinero que se niega a cambiar de rumbo, nos aferramos a ideas, proyectos o estrategias que en su momento parecían prometedoras, pero que ya no nos están llevando a donde queremos ir.

Nos convencemos de que, con un poco más de esfuerzo, de tiempo o de inversión, las cosas mejorarán. Pero la realidad es que, al igual que con el viento en alta mar, hay factores que están fuera de nuestro control y que simplemente no cambiarán por más que lo deseemos.

¿Por qué es tan difícil soltar el timón y cambiar de rumbo?

La respuesta radica en un fenómeno conocido como "el coste irrecuperable". Como emprendedores, invertimos mucho en nuestros proyectos: tiempo, dinero, energía y, lo más importante, esperanza. Cada paso dado representa una inversión emocional y psicológica, y admitir que no estamos avanzando es aceptar que todo ese esfuerzo no ha dado los frutos esperados.

Sin embargo, aferrarse a un rumbo que no nos lleva a ningún lugar es mucho más peligroso que cambiar de dirección. Al seguir por un camino que no funciona, no solo estamos desperdiciando nuestros recursos, sino que también estamos cerrando la puerta a nuevas oportunidades que podrían estar esperando por nosotros, solo un poco más allá, si nos atreviéramos a ajustar las velas.

Aquí es donde entra en juego el pensamiento de base cero. Este concepto es una poderosa herramienta que nos permite replantear nuestra situación actual como si estuviéramos comenzando desde cero. Al hacerlo, podemos analizar nuestras decisiones sin el peso de nuestras inversiones pasadas, enfocándonos únicamente en lo que es mejor para nuestro negocio en el presente.

Imagina por un momento que hoy te entregan un nuevo mapa de navegación, limpio, sin marcas de rutas anteriores. Tienes la oportunidad de trazar un nuevo camino, basándote en las condiciones actuales del mar y del viento, no en las condiciones que enfrentaste cuando iniciaste tu viaje. Este es el pensamiento de base cero en acción.

¿Cómo aplicarlo en la práctica?

Primero, tómate un momento para evaluar honestamente tu situación actual. Pregúntate: “Si hoy estuviera empezando este negocio desde cero, con el conocimiento y experiencia que tengo ahora, ¿seguiría el mismo rumbo? ¿Seguiría apostando por los mismos proyectos o estrategias?”

Es posible que descubras que algunos de tus proyectos actuales ya no son tan viables como lo eran al inicio, o que ciertas estrategias que antes funcionaban ya no están dando los resultados esperados. Este es el momento de soltar el timón, de ajustar las velas y de cambiar de rumbo si es necesario.

Recuerda, el objetivo no es rendirse, sino adaptarse. Cambiar de dirección no es un signo de fracaso, sino de inteligencia y flexibilidad. Los emprendedores más exitosos son aquellos que saben cuándo ajustar su rumbo, que no tienen miedo de abandonar lo que no funciona y que están siempre dispuestos a explorar nuevas rutas.

No importa cuánto hayas invertido en un proyecto o cuánto te cueste emocionalmente soltar algo en lo que has trabajado duro. Si no está funcionando, si no te está llevando a donde quieres ir, es hora de dejarlo ir. Al soltar ese timón, abres la posibilidad de descubrir nuevos vientos, nuevas oportunidades que te lleven más lejos de lo que podrías haber imaginado.

El pensamiento de base cero te permite navegar con la vista hacia adelante, libre del peso del pasado. Te da la libertad de replantear tu negocio desde una perspectiva fresca, innovadora y realista. Y lo más importante, te permite tomar decisiones que verdaderamente impulsen tu negocio hacia el éxito.

Así que, la próxima vez que te encuentres luchando contra el viento, en lugar de aferrarte al timón y esperar que las cosas cambien por sí solas, recuerda que tienes el poder de ajustar tus velas, cambiar de rumbo y navegar hacia nuevas y mejores oportunidades. Como emprendedor, tu mayor fortaleza está en tu capacidad de adaptarte, de aprender y de avanzar, incluso si eso significa dejar atrás lo que ya no te sirve.
No tengas miedo de soltar. A veces, soltar es la única manera de avanzar        

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