¿Por qué fracasan las empresas en la implementación de nuevas metodologías para la productividad y el cambio?

¿Por qué fracasan las empresas en la implementación de nuevas metodologías para la productividad y el cambio?


Como diría un famoso analista deportivo: "Contado me han que...". Esta frase me viene a la mente al observar cómo, en diversas empresas, se contratan consultoras con la intención de introducir metodologías que prometen un incremento acelerado en la productividad. Estas metodologías suelen basarse en alcanzar pequeñas metas a corto plazo mientras se avanza hacia un objetivo final, con pasos estandarizados y roles bien definidos para los miembros del equipo.

Al principio, estas metodologías son recibidas con entusiasmo y se difunden ampliamente en la organización. Sin embargo, "contado me han que..." al analizar los resultados a mediano y largo plazo, el interés por continuar con estas metodologías se desvanece. La empresa termina volviendo a la forma en que estaba acostumbrada a trabajar, de acuerdo con su estructura y cultura organizacional preestablecidas.

En este punto, el planteamiento de la pregunta ya contiene la respuesta. Como mencioné antes: "La empresa termina imponiendo la forma en la que ha estado habituada a trabajar, de acuerdo con su estructura y cultura organizacional establecidas".

Desde mi experiencia como terapeuta y psicólogo clínico, entiendo que lo primero es comprender la estructura que estamos tratando antes de intentar introducir cualquier tipo de metodología. Para que se produzcan cambios efectivos, la estructura debe ser coherente y estar alineada con las posibilidades que ofrece. Así como el diseño de un edificio debe adaptarse a la estructura sobre la que se construye, o una aplicación de software debe ser coherente con el hardware en el que se aloja, estos mismos principios deberían aplicarse en la gestión empresarial. Sin embargo, sorprendentemente, estos principios se olvidan con frecuencia.

Lo mismo ocurre cuando las empresas intentan humanizar sus procesos. La gestión humana no puede prosperar si quienes la dirigen no tienen un verdadero sentido humano.

Piense en esto de manera personal: ¿cuántos recursos de aprendizaje han pasado por sus manos—libros, videos, podcasts, seminarios, cursos—y cuántos de ellos han logrado un cambio sustancial en usted? Es probable que solo aquellos alineados con su propia estructura interna hayan tenido un impacto real. Si no es así, es difícil asimilar conceptos que no se ajustan a la naturaleza de su ser.

Volviendo a las metodologías de productividad y relacionándolas con conceptos tratados en artículos anteriores, como la conexión entre el ejercicio de baja intensidad y la productividad, la clave está en determinar qué respeta la naturaleza de la estructura, tanto de la persona como de la empresa. Así como el ejercicio de baja intensidad es efectivo porque se alinea con la estructura del organismo, las metodologías empresariales deben adaptarse a la estructura y cultura de la organización.

Más que buscar una supuesta humanidad superficial a través de acciones de bienestar, la verdadera humanidad consiste en respetar la naturaleza y estructura propias de las personas, que en conjunto, conforman la empresa. Una vez que se logre identificar esta estructura y cultura mediante instrumentos de medición adecuados, será más viable pensar en metodologías que sean fieles y coherentes con el diagnóstico obtenido.



Daniel Martínez

entorno@entornoorganizacional.com

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