¿Por qué soy docente?
Elegí ser docente de educación infantil porque creo en la magia de los primeros años y en el inmenso potencial que cada niño trae consigo. Para mí, enseñar no se limita al aula; es una misión de vida que va más allá de la transmisión de conocimientos. Es un compromiso con el bienestar emocional y social de cada niño, porque sé que en esos primeros pasos se construye el futuro de nuestra sociedad.
A lo largo de mi carrera, he explorado maneras de acompañar desde los primeros meses de vida hasta la formación de futuros docentes, asombrándome cada día del poder transformador del arte. En el aula, el arte es más que una herramienta de expresión; es una puerta a la imaginación, un vehículo para que niños, jóvenes y adultos puedan expresar lo más profundo de sí mismos y conectar con su realidad de forma única.
Trabajar con las familias es una parte esencial de mi labor, porque en esa colaboración construimos entornos seguros y afectuosos donde cada niño puede crecer y desarrollarse plenamente. Mi compromiso es nutrirnos en comunidad, aprender y transformarnos juntos para convertirnos en agentes de cambio, soñadores con el poder de hacer realidad una educación humanizadora.
Cada día, me siento profundamente agradecida de ser parte de esta profesión que me permite, a través del arte, la creatividad y la conexión emocional, contribuir al desarrollo de un país más consciente y empático. El camino no está exento de desafíos, pero sé que cada uno me lleva más cerca de una visión de la educación que transforma vidas y fortalece nuestra sociedad.