Porqué no voy a comprar Bitcoin
¿Es el bitcoin el nuevo oro? ¿será la divisa mundial de referencia en el futuro? En ese caso, y dado su número limitado de unidades, muchos ejercicios de valoración arrojan un claro resultado de compra. Lo cierto es que hay mucho ruido en torno a las criptomonedas, mucho desconocimiento por el gran componente tecnológico que tienen asociado, así como mucha especulación. Ruido, desconocimiento, especulación… me suena, por lo que mi primera reacción es de alerta.
Ya sabemos que las criptomonedas, de momento, no están cumpliendo las conocidas funciones del “dinero” (unidad de cuenta, medio de cambio y depósito de valor), por lo que cualquier compra de criptomoneda, está motivada por la expectativa de que en un futuro su precio suba. Sabemos también que hablar de criptomonedas va muy ligado a hablar de blockchain. El blockchain es un libro compartido que facilita el proceso de registro de transacciones de un activo. Me gusta pensar que es como un “excel”, donde se van apuntando transacciones. De alguna manera, cualquier transacción que se incluye en el “excel” está contrastada y aceptada por todos los que comparten el libro, y una vez hecha ya no se puede alterar. De esa forma, ese libro ofrece información segura y fiable para todos los miembros de la cadena. Ese es el mecanismo que usan las criptomonedas para registrar todos los movimientos.
Con el poco conocimiento que tengo sobre el tema, no dudo que la tecnología blockchain tiene multitud de aplicaciones prácticas y pueda llegar a imponerse su uso en multitud de sectores (al tener una mejor forma de registrar, disminuyen los conflictos legales por ejemplo), pero me genera más dudas la viabilidad a futuro de muchas criptomonedas.
Resulta interesante la puesta en funcionamiento de una moneda cuya creación no depende de ningún banco central. Mucha gente la asimila al oro, en cuanto a activo refugio en el que en un futuro poder acudir cuando haya inflación, o la credibilidad de la moneda fiduciaria se ponga en cuestión. Aunque queda un largo camino por recorrer para mejorar su funcionamiento, creo que en términos de seguridad y de blanqueo de capitales se pueden llegar a salvar los obstáculos existentes a día de hoy.
Por el lado de la seguridad, ante las dudas que me genera tener parte de mis ahorros en un “monedero virtual”, siempre puedo asimilar una empresa proveedora de monederos virtuales a un banco que me provee de una cuenta corriente (a la que también accedemos de forma digital). Quien sabe si en un futuro los bancos no proveerán ese tipo de servicios.
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Por el lado del blanqueo de capitales, la regulación financiera puede hacer una labor similar a la que se está haciendo hoy en día con las entidades financieras. Aunque se pueda utilizar el bitcoin de forma anónima, siempre sería posible evitar este tipo de uso y registrar cada usuario debidamente como se hace en el sistema financiero tradicional, así como el bloqueo de transacciones con países o entidades que pudieran estar permitiendo un uso indebido de la criptomoneda.
La característica fundamental que en mi opinión hace que el bitcoin y otras criptomonedas pierdan sus aspiraciones globales es la descentralización. El dinero es una convención social. Algo que entre todos decidimos que cumpla esa función. Como tal, está regulado y controlado por todos, a través de las instituciones públicas. Su control es una herramienta fundamental de la que disponemos y que, aunque todavía no sepamos utilizar a la perfección, contribuye a mejorar nuestra vida en sociedad. Por ejemplo, las lecciones aprendidas tras la crisis de 2008 han hecho que la crisis de 2020 parezca ser mucho menos dura económicamente.
El dinero es nuestro, y está ahí para controlarlo. Es posible que en un futuro (quizá ya menos lejano) volvamos a necesitar recuperar la confianza en nuestro dinero volviendo a ligar su valor al oro o a otro activo. Aunque el Bitcoin u otra criptomoneda tienen el potencial de convertirse en algo similar al oro si todos lo aceptamos como tal, todavía queda un largo recorrido para eso (seguridad, diseño, regulación, publicidad…), y la descentralización no ayuda (los reguladores siempre lo van a ver con recelo). Quizá los estados nos lancemos a utilizar tecnología blockchain para mejorar el funcionamiento de nuestras divisas (que ahora mismo cada vez son ya menos físicas), pero adoptar una criptomonedas como el Bitcoin no creo que sea la mejor solución.
Este artículo está escrito a título personal por Santiago Igual Alapont y no refleja la opinión de Portocolom A.V., S.A.