PRACTICAR EL OPTIMISMO
"Gracias a las neurociencias, podemos afirmar que quienes lo desarrollan se convierten en personas más sanas, tendientes a que les sucedan cosas buenas. El optimismo es una actitud que podemos aprender".
El término optimismo no es nuevo. Ya lo popularizó el filósofo y escritor Voltaire en su novela Candide ou l`Optimisme allá por 1759. Desde mucho antes, incluso, aquella postura ha permitido valorar positivamente cada circunstancia que vivimos y afrontar obstáculos con ánimo y perseverancia. No es algo de relación directa con lo que nos pasa, sino una actitud a adoptar, especialmente ante los malos momentos. Hay un optimismo inteligente que nos vincula con la proactividad, que traduce los pensamientos en acción, que se dedica a trabajar por lo que no va bien, descubriendo lo positivo de las persona y las circunstancias para crecer, aprender de los errores y lanzarse hacia los objetivos. ¿Cómo llegamos a él?Si comenzamos a detectar y cambiar pensamientos y comportamientos negativos, estamos en las puertas de iniciar el camino del optimismo.
Claves
La tarea de un coach cobra sentido cuando logra potenciar a las personas y así ser capaces de seguir adelante ante las adversidades. Siempre las dificultades traen oportunidades que hay que saber leer: quizá sea el momento de poner el foco en alguna meta olvidada, enfrentar lo que sucede como nuevos desafíos pensando que al final habrá un lado positivo. Quienes trabajan su optimismo inteligentemente van ganando en seguridad y se muestran tranquilos porque ponen el foco siempre en la búsqueda de soluciones. Para ello hay cuatro caracterís- ticas que podemos tener en cuenta: Pensar que lo malo es pasajero y que en algún momento cambiará para bien.
Hacerme responsable de la parte que me toca, accionar, tomar decisiones y aceptar las consecuencias para afrontar con más firmeza las adversidades. Ser amplio y entender que lo que sucede no afecta todo, poder separar esta situación puntual del resto de mi vida y seguir adelante. Tomar el control y sentirme protagonista para gestionar y resolver las adversidades posibles.
Rodearse de personas positivas contagia. Rodearse de gente optimista siempre ayuda. Podemos también, cada día antes de dormir, escribir algo bueno, aunque mínimo, que nos haya sucedido, y volcar nuestros sueños y objetivos en papel para traerlos desde lo imaginario. Moverse, bailar con música alegre, para que el cuerpo modifique su estado emocional. Mirar series de humor o comedias, porque la risa es genial para la salud: genera endorfinas y dopamina, hormonas del bienestar, quema calorías, te relaja y potencia la creatividad. Ayudar a alguien desinteresadamente sin esperar nada a cambio también aleja de los agobios mentales y genera bienestar y satisfacción. La generosidad y el altruismo son un antídoto perfecto para los malos tiempos. Y darse un gusto, aunque sea mínimo: cada uno sabe cuál. Ysiempre, ante un evento negativo, empezar a preguntarse: ¿Qué puedo hacer diferente la próxima vez? ¿Cómo puede fortalecerme esto? Ya lo dijo la fantástica Phyllis Battome: “Hay dos modos de afrontar las dificultades: cambias las dificultades o te cambias a ti para hacerles frente”. Te invito a pensar cómo estás actuando ante los problemas y detectar qué actitudes podés modificar para ser protagonista optimista de tu vida.
Coaching e Aconselhamento | Consultoria RH
5 añosMuy bueno tu articulo Paula...