Primero en Llegar y Último en Salir: ¿Tradición Válida o Vestigio del Pasado?
Alberto Colonnello

Primero en Llegar y Último en Salir: ¿Tradición Válida o Vestigio del Pasado?

Hace no tanto tiempo, en los años 90 cuando comencé mi carrera profesional, se nos inculcó la idea de que el éxito dependía de ser el primero en llegar y el último en salir. Este mantra se repetía tan frecuentemente como el "buenos días" al llegar a la oficina. Y, por supuesto, ser siempre respetuoso con los jefes y aquellos de mayor edad y experiencia era un imperativo inquebrantable.

En esos días, llegar temprano era sinónimo de compromiso. Los pasillos resonaban con el eco de los pasos decididos de los madrugadores y se llenaban con el aroma del café fresco, mientras que el último en irse apagaba las luces y aseguraba la puerta. El respeto hacia los superiores y los más experimentados no era solo una cortesía, sino una piedra angular de la cultura empresarial. Este rito casi religioso traía beneficios como la visibilidad ante los superiores, un fuerte sentido de compromiso y la valiosa mentoría de los más experimentados.

Hoy, en cambio, la escena ha cambiado dramáticamente. La cultura laboral ha pasado del maratón de horas extras al sprint del equilibrio entre vida personal y profesional. El lema parece ser: "No más horas extras innecesarias, no más presencia obligatoria en la oficina". Los beneficios de esta nueva filosofía son evidentes. La productividad se ha convertido en el nuevo oro, con un enfoque en la eficiencia y los resultados en lugar de las horas pasadas en el escritorio. El bienestar de los empleados ha ganado protagonismo, fomentando un balance saludable entre su vida laboral y personal. La flexibilidad para trabajar desde cualquier lugar ha potenciado la autonomía y la adaptabilidad.

En un mundo que enfrenta cambios estructurales profundos, es crucial encontrar un equilibrio entre estas dos filosofías aparentemente opuestas. El futuro del trabajo debe ofrecer flexibilidad, pero con un fuerte sentido de responsabilidad. Permitir horarios flexibles y trabajo remoto puede aumentar la productividad y el bienestar, siempre y cuando se mantengan los estándares de desempeño y se cumplan los objetivos. Aunque la estructura jerárquica puede ser menos rígida, la mentoría sigue siendo vital. Fomentar relaciones de mentoría, tanto en persona como virtualmente, ayudará a transmitir conocimientos y a cultivar habilidades esenciales.

El enfoque debe estar en los resultados y no en el tiempo invertido. Establecer metas claras y medibles permitirá evaluar el desempeño de manera justa y objetiva. Aprovechar la tecnología para mejorar la colaboración y la comunicación será fundamental. Herramientas como video conferencias, plataformas de gestión de proyectos y aplicaciones de productividad mantendrán la cohesión y la eficiencia del equipo. Promover un equilibrio saludable entre el trabajo y la vida personal no es solo una moda, sino una necesidad. Las empresas deben apoyar prácticas que permitan a los empleados cuidar de su bienestar mental y físico.

La transición de la cultura de "primero en llegar y último en salir" a una más flexible y equilibrada no significa renunciar a la dedicación y el respeto. Más bien, se trata de evolucionar y adaptarse a las nuevas realidades, aprovechando lo mejor de ambos mundos. Al final del día, trabajar correctamente en el futuro significará ser inteligente, adaptable y, sobre todo, humano.

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