Prohibición vs Libre Mercado
Buenas tardes:
Recientemente, el senado en México aprobó la prohibición de venta, consumo, comercialización e importación de cigarros electrónicos y vapeadores. La prohibición tiene como finalidad proteger a la población del daño que ocasionan dichos productos. Hasta aquí, muchos lectores pensarían que la idea no es mala. Explico dónde está el problema. ¿Quién y cómo definen lo que es malo y qué proceso se utiliza para prohibirlo? No prohibieron los cigarros “normales”. No prohibieron el alcohol. No prohibieron productos saturados en azúcar que ocasionan obesidad. Supongamos que se tiene un gran proceso y estudio para llegar a la conclusión que es mejor prohibir la venta de estos artículos. Aquí es donde encontramos la convergencia con los mercados y la razón por la que escribo al respecto.
¿Qué sucede cuando hay demanda por un producto? Hay personas que encuentran esa necesidad y toman el riesgo económico y personal para tratar de crear valor llevando una oferta a esa demanda. El empresario pone de su dinero y tiempo sin tener la certeza de que recuperará su inversión. Volvamos a suponer un final “feliz”. La producción es exitosa y la demanda crea un negocio sustentable. Los consumidores están contentos. Los productores están contentos. El gobierno está contento. Los consumidores pagan impuestos. Los productores pagan impuestos. El gobierno recibe impuestos. Se generan empleos. La economía formal se beneficia.
Ahora, cuando prohibimos ese producto, la demanda no desaparece mágicamente. Puede reducirse, pero no se va a cero. ¿Qué sucede entonces? Mercado negro. Surge un nuevo tipo de “emprendedor” dispuesto a tomar el lugar de aquellos que vendían de manera legal para ahora hacerlo de manera ilegal. ¿Quiénes pierden? ¡Todos! Empezando por el mismo gobierno que implementó la prohibición pues dejará de recibir ingresos tanto por la venta como por el consumo de dicho producto, así como los impuestos que pagan los empleadores por sus empleados y todo lo que el negocio conlleva. Los productores legales pierden su capital e ingreso. Su consumo afectará a otras partes de la economía pues dejará de existir. Por último, el más afectado es el consumidor. Ahora le costará más caro conseguir un producto similar y muy probablemente de mucha menor calidad y, sin ningún tipo de certeza de que está comprando y consumiendo lo que en teoría está comprando.
Lo sorprendente es que ya hemos visto lo que sucede cuando se prohíbe algo. En Estados Unidos se vivió los años de “La Prohibición” y conocemos bien las consecuencias. De igual manera, sabemos muy bien lo que ha pasado con la prohibición de las drogas y cómo el mercado negro no ha parado de crecer y fortalecerse.
¿Entonces?
Me parece que el gobierno no es responsable de nuestras decisiones. Cada individuo debe tener la libertad de decidir por sí mismo. Es muy peligroso que el gobierno intervenga en estas libertades pues la población queda sujeta a lo que un muy selecto grupo de personas decida lo que puede y no puede hacer o consumir. La función del gobierno debe ser regular que los productos que se venden cumplan con el estándar de calidad que anuncian, por ejemplo, si es un cigarro que utiliza tabaco más otros ingredientes, que el consumidor pueda tener conocimiento pleno de lo que está comprando. Tristemente la prohibición no ayudará en nada. Nos guste o no, la oferta y la demanda son más poderosas que una prohibición. Los mercados funcionan con o sin la aprobación de la ley. Lo único que cambia es quién se beneficia y quién se perjudica.
Que tengan una excelente semana y no duden en comunicarse con cualquier pregunta o comentario. También agradezco mucho que estén compartiendo estos mensajes a quienes consideran pueda interesarles.
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