Psicoanálisis, Ciencia, Religión, Magia.
Clase 1 del Seminario 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis.
Un eje de lectura.
Abordaré algunas cuestiones que podrían plantearse como un eje de lectura de la primera clase del Seminario 11, sobre los fundamentos del psicoanálisis. También tomaré algunos elementos de otras clases del mismo seminario y del escrito “La ciencia y la verdad”. Pero fundamentalmente me enfocaré en un problema.
¿Qué es el psicoanálisis?, se pregunta Lacan al comienzo de esta clase; y hace hincapié en que se sostiene en una posición enunciativa: la de quien formula preguntas. Habrán visto que esta clase y las siguientes están plagadas de preguntas. En más de una ocasión Lacan dijo que está ahí, en su seminario, en posición de analizante –de histérico ha dicho también en alguna ocasión–.
Yo me voy a centrar en una o dos de estas preguntas. Obviamente no se trata de preguntas que se vayan a responder con definiciones. Pero así comienza el seminario donde aborda los fundamentos del psicoanálisis: preguntándose qué es el psicoanálisis. Y en un contexto muy particular, el de lo que él llamó la excomunión. No ahondaré en eso, aunque luego diré algo al respecto.
La pregunta ‘¿qué es el psicoanálisis?’ conduce a Lacan a otra pregunta, que plantea de forma contundente. Dice: "Si estoy aquí, ante un público tan grande, en un ambiente como éste y con semejante asistencia, es para preguntarme si el psicoanálisis es una ciencia, y examinarlo con ustedes"; y sabemos que estaban en la sala personajes de la talla de Henri Ey y Claude Lévi-Strauss.
Esta pregunta me parece crucial: ¿es el psicoanálisis una ciencia? Pero creo no es un interrogante que deba ser respondido tomando una posición acerca del ‘ser’ –del ‘ser o no ser’ (una ciencia), quiero decir–. Esta pregunta no se responde afirmando ‘el psicoanálisis ES una ciencia’ o ‘el psicoanálisis NO ES una ciencia. Lacan casi nunca utilizó estas fórmulas. Hacia el final de su enseñanza dice tres o cuatro veces que el psicoanálisis no es una ciencia, pero por razones específicas; por ejemplo, dice que no es una ciencia popperiana. Nunca dice contundentemente ‘el psicoanálisis ES una ciencia’; habla de una ‘vocación de ciencia’ del psicoanálisis, incluso de una ‘esperanza de ciencia’. Pero básicamente sostiene abierta la pregunta –y la pone a trabajar–. No se trata de establecer, insisto, si el psicoanálisis es o no una ciencia; sino más bien de elucidar las relaciones –y agrego, de estructura– entre el psicoanálisis y la ciencia.
Entonces voy a formular el eje sobre el que estuve trabajando. Se trata de un enfoque estructural. No es un planteo mío, original. Lacan lo desarrolla exhaustivamente en “La ciencia y la verdad”, pero se puede leer también acá en la primera clase del seminario. ¿Qué quiero decir con ‘enfoque estructural’? Se trata de elucidar qué es el psicoanálisis –es la primera pregunta–, qué son la ciencia, la religión y la magia –que en esta clase está mencionada como ‘falsa ciencia’ (la alquimia, por ejemplo)–, qué son estas praxis –praxis discursivas, praxis culturales–, qué son estos saberes –‘saberes hacer’–.
En este enfoque estructural, basado en rasgos de oposición, se trata de establecer las relaciones y articulaciones posibles entre estas prácticas (o praxis); que son cuatro, en principio: psicoanálisis, ciencia, religión y magia. Quizás luego sea necesario –me parece que lo es–, introducir otras prácticas: en principio la filosófica, también la artística, y, por qué no la política. Algo acerca de esta última se menciona al comienzo de la clase (y conocemos la fórmula ‘el inconsciente es la política’); la cuestión del arte se aborda en las clases sobre la pulsión escópica y la mirada –cuando Lacan plantea la función del cuadro–; y algunas cuestiones filosóficas son tratadas extensamente en las clases siguientes a partir del abordaje que hace del sujeto cartesiano –a partir del cogito–.
Bien. Voy a tomar una definición mínima de estructura, que se puede encontrar en el Seminario 3: ‘una estructura es un sistema de elementos covariantes’. Esto quiere decir que en la medida en que alguno de ellos cambie, se produce un cambio en el resto de los elementos de la estructura –y en principio, les dije, vamos a tomar cuatro–. Cada uno, no diría se define, sino que se esclarece o elucida en función de sus relaciones con los demás: es imposible entender cada uno por separado.
Me voy a enfocar principalmente en una de estas relaciones, que es la del psicoanálisis con la ciencia –no me voy a extender, por ejemplo, en las relaciones entre religión y magia–. El eje es ‘psicoanálisis y ciencia’. Porque, con toda claridad, Lacan lo plantea como el asunto fundamental a esclarecer, en este seminario sobre los fundamentos, y desde el comienzo.
No quisiera que esto se tomara como un mero planteo epistemológico, de filosofía de la ciencia, o solamente como un asunto teórico. Creo que las implicancias de pensar estas cuestiones son muy grandes. Tanto en la extensión como en la intensión tenemos que estar precavidos, tenemos que tener cuidado, de no deslizarnos hacia prácticas religiosas o mágicas. Pero Lacan no dice que nos cuidemos de la ciencia, sino que nos esforcemos en pensar de qué se trata ahí, en ese campo. También aclara que no es un filósofo; que no está haciendo una filosofía del lenguaje, por ejemplo.
Entonces este planteo que estoy tratando de formular tiene también consecuencias en la práctica diaria. ¿Por qué? Porque tratando de esclarecer qué es el psicoanálisis en relación con la ciencia, con la religión y con la magia, podemos estar un poco más seguros acerca de lo que pensamos sobre qué es el sujeto, qué es el objeto y qué es el Otro; y, fundamentalmente cuál es nuestra posición en un análisis.
Me voy a referir muy brevemente a estas otras praxis.
Acerca de la religión. Lacan se expresa claramente en contra del desplazamiento del psicoanálisis hacia un discurso religioso: hace una crítica feroz del funcionamiento de la I.P.A, dice que prácticamente funciona como una iglesia –de la cual fue ‘excomulgado’–, denuncia prácticas (casi) religiosas en una comunidad analítica (casi) religiosa. También advierte de lo que podría ser una lectura religiosa del texto de Freud.
Sobre la magia. En esta clase habla de las ‘falsas ciencias’; de la alquimia, por ejemplo; en “La ciencia y la verdad” analiza el chamanismo –recordemos ‘El hechicero y su magia’, de Lévi-Strauss, allí presente–. ¿Cómo opera el chamán? Desde su ‘alma pura’, dice Lacan; opera con (o sobre) el significante, pero desde esa posición particular, que es muy diferente de la posición del analista, que opera desde la función del deseo del analista (que no es el deseo de un analista en particular como persona, sabemos).
Entonces, estas prácticas discursivas sólo se podrían empezar a comprender a partir de sus relaciones íntimas, entre todas, cada una respecto de las otras.
Me voy a centrar ahora en una de estas relaciones entre distintas praxis –entendidas como tratamientos de lo real mediante lo simbólico–. Y voy a tomar una función por la cual se relacionan los elementos de la estructura sobre la que estamos trabajando: la función de la verdad.
¿De qué se trata en la ciencia respecto de la función de la verdad? En “La ciencia y la verdad” hay una formulación que me parece clave. Lacan dice ahí que la ciencia forcluye la verdad como causa. Bien. Hay un problema complejo pero imprescindible de esclarecer respecto de las relaciones del psicoanálisis con la ciencia. Se trata del tan repetido lema ‘la ciencia forcluye el sujeto’. No es la idea que quiere plantear Lacan cuando habla de forclusión en el campo de la ciencia. No. Lacan habla de varios tipos de forclusión: de la Cosa, del deseo, del Nombre-del-Padre. Pero en la ciencia lo que se forcluye es la verdad como causa, no el sujeto. La ciencia más bien produce un sujeto, el sujeto de la ciencia. Que viene a ser el mismo sujeto del psicoanálisis. Y que es también el sujeto cartesiano.
Lacan insiste en que no podría haber psicoanálisis fuera del campo de la ciencia moderna y de la tradición judío cristiana. Las articulaciones entre el sujeto cartesiano, el sujeto de la ciencia, y el sujeto del psicoanálisis son complejas –de alguna manera se puede decir que son el mismo sujeto, pero esto no es obvio ni evidente–.
La ciencia produce un sujeto al que intenta suturar o excluir –no forcluir, lo repito–. El sujeto es excluido, queda fuera en la práctica científica, pero permanece, y aunque intente ser suturado, permanece como correlato antinómico. Y es precisamente ahí donde opera el psicoanálisis, ocupándose de este correlato antinómico que es rechazado en el campo de la ciencia; pero que fue producido por la ciencia. No hay psicoanálisis sin ciencia, sin el campo de la ciencia moderna.
La ciencia forcluye la verdad como causa del sujeto (que es retomado por el psicoanálisis) para operar sobre una verdad formal, una verdad de la forma, de la formalización, de las fórmulas. (La referencia es aquí la teoría de las cuatro formas de la causa en Aristóteles.) Yo no sé cuán riguroso es el planteo de Lacan al respecto; es un poco esquemático y hasta forzado por momentos.
Veamos. ¿Qué pasa con la verdad en el campo de la religión? Lacan señala que hay una denegación de la verdad (del sujeto); porque hay una verdad revelada, una verdad que está en el orden de la causa final –que en Aristóteles sería el propósito–.
En el caso de la magia se trata de una represión de la verdad y de la operación del ‘sujeto chamanizante’, que produce un tratamiento del (o con) el significante pero en la dirección de una causa eficiente –tenemos el ejemplo del hechicero y el efecto que produce en la parturienta a partir de la participación de su ‘alma pura’ (la del chamán)–.
¿De qué se trata entonces en el psicoanálisis como tratamiento de la verdad? No podría tratarse nunca de ningún mecanismo de defensa, claramente. No encontré otra forma mejor de mencionarlo que ‘hacer hablar a la verdad’ –algo semejante dice en la primera clase del seminario–. (Recordemos también la fórmula ‘Yo, la verdad, hablo’.) Se trata de la verdad como causa material, en este caso. Se entiende por causa material a la incidencia del significante en la representación del sujeto. El significante es materia, es material –obviamente no es materia en el sentido de la sustancia concreta de la que está hecha este escritorio, por ejemplo–; pero si hay alguna materia de la que nos ocupamos, es del significante y su incidencia en la representación del sujeto –y del goce en juego, claro–.
– (Comentario de un participante acerca de la diferencia entre la ciencia y el discurso de la ciencia –o la ideología de la supresión del sujeto–.)
Hay que diferenciar claramente la ciencia ‘en sí’ –podríamos decir, tal vez– de lo que es el discurso ideológico de la ciencia. Quizás ahí, sí, cuando se trata del discurso ideológico de la ciencia –montado quizás sobre el discurso capitalista–, ahí sí se trataría de un intento de forclusión del sujeto; pero no en la ciencia en sí. La ciencia en sí produce un sujeto, al que en su mismo movimiento intenta suturar; pero la ciencia se define como el no-éxito de sutura del sujeto, dice Lacan. Y ahí está el teorema de Godel, entre otras formulaciones lógico matemáticas (o físicas), para dar cuenta de que no se puede suturar el sujeto completamente.
La aspiración a la totalidad, a la totalización, y hasta el totalitarismo, corren por cuenta del discurso ideológico de la ciencia, no de la ciencia en sí. La ciencia en sí asume sus ‘puntos de falta’, diría. No siempre, y no todos los científicos; pero ‘los científicos’ son una cosa y ‘la ciencia’ es otra cosa. Por ejemplo, que Einstein haya renegado de algunas implicancias de la física cuántica –algunas de las cuales se desprendían de sus propias teorizaciones–, no quiere decir nada. Si alguna vez dijo ‘Dios no juega a los dados’, eso queda como anécdota; lo que queda inscripto para la ciencia son las fórmulas que produjo. Para él –el ‘sujeto Einstein’– podría ser verdad que Dios no jugara a los dados, pero eso será en todo caso su verdad subjetiva, no una verdad formal; lo que queda como verdad formal se encuentra en lo inmenso que dejó en sus fórmulas; o sea, en la aplicación de la verdad en tanto que formal.
Bien. ¿Por qué me parece tan importante esclarecer esta cuestión acerca de si la ciencia forcluye o no el sujeto? Porque esto a veces divide aguas entre instituciones, o entre colegas; en la extensión y en la intensión, insisto. Hay quienes, en un extremo, consideran que el psicoanálisis es una ciencia y hacen hincapié en un tipo de formalización que deja de lado otras dimensiones cruciales de la experiencia analítica. Por otra parte hay quienes, muy rápidamente, piensan que si la ciencia forcluye el sujeto tenemos entonces que estar ‘en contra’ de la ciencia. Craso error, me parece. ¿A dónde nos lleva eso? Excluyen la formalización del psicoanálisis para centrar su teoría en el goce, en el goce de Un-cuerpo, etc. Y hay también otros analistas que sostienen que hacemos algo que no tiene nada que ver con la ciencia, y entonces se deslizan (casi) hacia una práctica poética. Pero, insisto, no pensemos esto como fórmulas disyuntivas excluyentes; por ejemplo ‘o matema o poema’. Me parece que se podría plantear la fórmula ‘matema<>poema’. No hay que plantear ‘o psicoanálisis o ciencia’. Habría que buscar una formulación lógica, y quizás topológica, para articular psicoanálisis y ciencia. Lógica, en principio, también con el losange –‘psicoanálisis<>ciencia’–. Topológica, después lo pensamos si quieren. (Adelantamos que se trataría de alguna estructura del tipo moebiana –lo cual no alude directamente a la famosa banda–.)
Claramente no podemos ir en contra de la ciencia. Sería hasta políticamente errado, cuando hay algunas prácticas –ya las conocen– que se dicen científicas en base a cosas como estudios estadísticos. Ahí vienen los cognitivistas y nos dicen ‘nosotros somos la ciencia, y ustedes son la falsa ciencia’. ¡¿Cómo?! Me parece que hay que dar batalla ahí. No podemos ceder tan fácilmente ese terreno.
Continuamos. Luego, para responder a la pregunta sobre qué es una ciencia –y ver si el psicoanálisis se ajusta a tales criterios–, Lacan introduce varios términos (o nociones) que supuestamente definirían qué es una ciencia. Sólo los voy a mencionar: investigación, objeto, experiencia, formalización, conceptos y deseo. Podríamos retomarlos luego, llegado el caso.
Más bien quisiera insistir en esta cuestión: en que Lacan se está preguntando seriamente, en forma serial, clase por clase en esta primera parte del seminario al menos, se está interrogando acerca de las relaciones del psicoanálisis con la ciencia. Por ejemplo, en la segunda clase dice: ‘El psicoanálisis, en sus aspectos paradójicos, de aporía, singulares, ¿puede ser considerado una ciencia?’.
Tengamos en cuenta que una referencia fundamental en esta época es el Estructuralismo. Lacan no duda en calificar de científicos muchos de los resultados de las investigaciones de Lévi-Strauss y Jakobson. Entonces el paradigma del estructuralismo podía ser considerado como figura de ciencia, porque había extendido el objeto de la ciencia a los asuntos humanos –término que Lacan cuestiona: no hay ‘ser humano’; hay un sujeto, precisamente el sujeto de la ciencia–.
La marca del estructuralismo está muy presente en esta época. ‘El inconsciente está estructurado como un lenguaje’, sostiene Lacan. La pregunta por las relaciones entre psicoanálisis y ciencia lo lleva a formular su propia lógica del inconsciente, basada en gran medida en postulados del estructuralismo –lingüístico y lógico-matemático–.
Voy a dar ahora un salto hasta la clase cuatro. Ahí Lacan se pregunta si alrededor del concepto y la experiencia del inconsciente no se podría cristalizar, como sucedió en la física, una dirección hacia una ciencia conjetural del sujeto. No creo que ahí esté diciendo que el psicoanálisis podría ser una ciencia conjetural del sujeto (entre otras); más bien me parece que está planteando la posibilidad de que se abra un nuevo campo de cientificidad, que sería el de las ciencias conjeturales; campo en el cual el psicoanálisis tendría quizás un lugar privilegiado.
Con la categoría de ‘ciencias conjeturales’ se borran las fronteras entre las ciencia a veces llamadas ‘duras y blandas’, ‘formales y humanas’. Lacan intenta unificar así el campo de la ciencia –que por otra parte no se sabe muy bien hasta dónde llega–, bajo la categoría de ciencias conjeturales –y toda ciencia sería conjetural: la matemática, la lingüística, todas–.
Quisiera cerrar con esto, una cita de “La ciencia y la verdad” que me parece esclarecedora: “En cuanto sujetos de la ciencia psicoanalítica, es a la solicitación de cada uno de esos modos de relación con la verdad como causa, a la que ustedes tienen que resistir”, nos dice Lacan. Tenemos que oponer resistencia, en la extensión y en la intensión, a las tentaciones de las prácticas religiosas, mágicas, cientificistas-formalistas (en su sentido extremo), filosóficas, artísticas, políticas. El psicoanálisis no es sin ninguna de estas otras praxis, con las que sostiene relaciones de estructura y covariancia, pero no puede deslizarse hacia ninguna de ellas (otra vez, de modo exclusivo o extremo); y esto vale para la extensión como para la intensión. Entonces lo central es este intento de delimitación de la especificidad del psicoanálisis en relación con estas otras praxis.
Hasta aquí, lo que quería plantear. Muchas gracias.
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