Psicoanálisis y Antifilosofía
39. Psicoanálisis y Antifilosofía. Lo Real.
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I.
Toda filosofía (tradicional) es amor por la verdad, y no puede congeniar con la variabilidad del sentido, señala Alain Badiou en el texto que comparte con Barbara Cassin “No hay relación sexual”. Si la filosofía critica el sentido, lo hace en nombre de la verdad. El psicoanálisis lacaniano, en cambio, según Badiou, cuestiona el sentido en provecho de un saber en lo real.
Lo real se define a partir de la ausencia de sentido. Pero es preciso distinguir aquí ‘au-sentido’ (o ‘sentido au-sexo’) de ‘sinsentido’ y de ‘fuera de sentido’. La noción de au-sentido da cuenta del vínculo lenguaje-real. ‘El campo del sentido es distinto del campo de lo real’, y ‘el lenguaje sólo se sustenta en la función de lo que he llamado el agujero en lo real’, dice Lacan en el Seminario 23.
El sofista (como el psicoanalista) pone el dedo en los impasses de la lógica; y así, se sitúa en el umbral de lo real, señala Cassin. Volvamos entonces a la referencia clave del Seminario 19 (12/1/72):
“Lo Real se afirma en los impasses de la lógica. / Allí palpamos en un dominio en apariencia el más seguro (la aritmética), lo que se opone al completo apresamiento del discurso, a la exhausión lógica, lo que introduce allí una abertura irreductible. Es allí que designamos lo Real. / A cualquiera que enuncie lo que es siempre planteado como verdad, el sofista le demuestra que no sabe lo que dice. / Es con el discurso mismo que el sofista se las toma.”
En “L’Étourdit” lo real se formula como ‘no hay relación sexual’. Será siempre imposible escribir como tal la relación sexual y todo discurso prolifera desde ahí. El au-sentido proviene así de los impasses de esa lógica.
Badiou define la antifilosofía como un pensamiento que opone la singularidad de un acto a la categoría filosófica de la verdad. (Universidad de California, 2010). Se trata de un pensamiento que vive en la contradicción entre el discurso filosófico y el acto creativo de la vida –un acto personal– en contra de lo universal (en tanto abstracción).
La antifilosofía se ubicaría entonces como un acto de naturaleza violentamente subjetiva que destruiría la tradición filosófica que encierra a la vida en la noción de verdad. Para Badiou se trata de la oposición de un polo real y un polo de retórica –un real que no coincide exactamente con el de Lacan, creemos–. Se oponen aquí incertidumbre y verdad. Lo real, consiste, según Badiou, en la aparición/desaparición de un sujeto. Y esta podría ser la victoria de lo real psicoanalítico.
Lacan se encontraría así en una posición (topológicamente) interior/exterior (a la vez) respecto de la filosofía –que tal vez se podría pensar como un nudo (borromeo o no) entre psicoanálisis, filosofía y antifilosofía–.
Sofística y psicoanálisis se reúnen en un mismo régimen de discurso, sostiene Cassin en una mesa redonda con Badiou y Roudinesco. (Lille, 2012.) En ambas disciplinas se trata de que el lenguaje ‘hace’, de la eficacia performativa del lenguaje. Si los filósofos son quienes dicen lo que ‘es’ –se ocupan de la cuestión del ‘ser’–, los sofistas y los psicoanalistas ‘hacen ser’, fabrican, ‘performan’ cosas a partir de un uso particular de la palabra.
De aquí la posibilidad de una transformación, de un pasaje de un estado a otro, y también entonces, de una curación. La posición antifilosófica podría pensarse entonces como una intervención clínica.
Performar es hacer algo diciendo(lo); quizás transformar al otro (¿y al Otro?), hablando. Performance y homonimia son las dos características del discurso sofístico/psicoanalítico. Homonimia significa decir diferentes cosas con los mismos significantes, o hacer uso de los equívocos de la escritura –‘Les non-dupes errent’/‘Les noms du père’, podría ser un buen ejemplo; y esto sería sofística, aquello contra lo que combatía (el filósofo) Aristóteles-.
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