Publicament: Cuba: ¿Libertad para qué?

Lenin, el pensador marxista y revolucionario creador de la Unión Soviética expuso en diversas ocasiones su concepto de libertad.

Su definición buscaba evitar verla como algo abstracto, sino relacionar el concepto con la acción que mediante ella quiere poner en marcha un grupo, organización o persona. Libertad para Lenin significaba libertad para qué.

Ante la difusión en la prensa de las protestas de manifestantes cubanos que piden libertad a su gobierno, qué quieren hacer estos con su libertad?

Para responder a ello, es importante indagar el contexto de las protestas, omitido por la mayoría de los medios de información.

Al igual que en todas las economías, la pandemia ha provocado un gran impacto en la cubana, al tiempo que desde el siglo pasado sufre el bloqueo económico estadounidense, condenado en 23 ocasiones por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y que impide que la mayoría de los países comercien con la isla.

Esta situación es la que explica los apagones, la falta de vacunas y otras carencias que provocaron las protestas.

También es importante destacar que tanto las personas inconformes como el resto de la sociedad, pertenecen a un equivalente de la clase media, una vez que en Cuba no existe la pobreza entendida como falta de los requerimientos mínimos para la subsistencia: vivienda, alimento y salud.

Sin embargo, desde la caída de la Unión Soviética, esta clase media ha experimentando el deterioro en el consumo de bienes y servicios que la caracterizan y el alejarse de alcanzar la calidad de vida estadounidense.

De tal modo, que la pregunta leninista de “libertad para qué”, no podría responderse sino diciendo que la buscan para producir los bienes que faltan asociándose para producirlos o mediante el flujo sin obstáculos a la inversión extranjera ante la escasez de capital que enfrenta la isla.

Hay que agregar también que esta libertad que lleva el adjetivo de comercial y que piden los disidentes va de la mano del deseo más o menos inconsciente de recrear las clases sociales que existieron antes de la Revolución y por tanto de la división entre ricos y pobres que inevitablemente acarrea la economía de mercado, de la que todos los países ex comunistas que transitaron al capitalismo son un ejemplo.

Esta realidad nos enfrenta a nosotros como público con dos paradojas: 

La primera es que el mayor impedimento para esa libertad es el actual presidente de Estados Unidos, Joe Biden, al mantener el rechazo de Donald Trump a la normalización comercial entre ambos países puesta en marcha por Barack Obama y aceptada por Raúl Castro como mal menor hacia una transición controlada al estilo chino.

La segunda, que el deseo inconsciente de recreación de las clases es un llamado “al sálvense quien pueda” que hará que solo una parte de la sociedad alcance el nivel de vida que busca sin importarle que la miseria sea el destino del resto; un deseo más cercano al del exilio cubano (uno de los pilares del triunfo electoral de Biden) para una transición salvaje al estilo soviético.

Si quieres encontrar la versión original de este artículo, visita mi blog Publicament.