Pueblos Mágicos de México
Nuestro México es un una tierra privilegiada; su cultura, tradiciones, gastronomía, ciudades y pueblos nos cautivan e impactan con su belleza.
Si quieres ir a la playa, México lo tiene
Si quieres hacer senderismo, México lo tiene
Si quieres observar paisajes nevados, México lo tiene
Todo esto y mucho mas México es capaz de ofrecernos.
Comparto una serie de pueblo mágicos donde seguramente nos encantaría estar y escaparnos unos días de lo cotidiano y de lo ajetreado del día a día y "COMPARTIR CREAR RECUERDOS CON NUESTRA FAMILIA, AMIGOS O CON UNO MISMO
"Pueblos mágicos Parte 2
La tierra que vio nacer a Ramón López Velarde, la del silencio ocupado por sus versos, es también la de los trombones y tarolas, la de las tubas y saxofones siempre en compañía de la tambora. En esos instrumentos, se les va el alma a los jerezanos. Se saben los creadores del “tamborazo”, se quedó para no marcharse de las calles y plazas. Y es ahí, donde el pueblo espera; en sus balcones, en su cantera rosada sosteniendo al azar edificios, y las iglesias contando el tiempo a campanadas. El centro gira alrededor del Jardín Rafael Páez y sus portales: el de Humboldt y el de Inguanzo.
*NO ME PUEDO PERDER*
1. Probar las famosas raspanieves de la nevería El Paraíso, bajo el Portal Inguanzo.
2. Conocer el Instituto Jerezano de Cultura, ubicado en el edificio de la torre.
3. Dar una vuelta por el Panteón de Dolores, uno de los más antiguos de Zacatecas.
4. El museo de Velarde está pensado para que puedas escuchar fragmentos de sus poemas en cualquier rincón de la casa.
En el litoral norponiente de Yucatán se dibuja el pueblo de Sisal. Escribe su historia como puerto comercial en la época de la Colonial y hoy se distingue por pertenecer a una zona de gran influencia biológica para el Caribe. Quien pisa su blanca arena queda prendado como le sucediera hace años a Carlota, la emperatriz. La vida aquí pasa entre paseos en lancha para explorar lo que la naturaleza tuvo a bien regalarle a Sisal.
*NO ME PUEDO PERDER*
1. Aventurarse en las rías y avistar cocodrilos.
2. Admirar el atardecer en sus playas y muelle.
3. Zambullirse en los manantiales de agua dulce.
4. Deleitarse con los aromas de su cocina.
5. Nadar por los manglares y petenes.
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Entre montañas boscosas, llanuras cubiertas de magueyes y una gran laguna, aparece Tlaxco; un pueblo de raíces otomíes que conduce parte de su vida en la fermentación y extracción de pulque; en hacer deliciosos quesos y en crear interesantes piezas de madera. Las calles de su centro están custodiadas por las torres de su parroquia y la cantera rosada de la Capilla de Lourdes. Aquí, el caminante es acompañado por un azulado cielo que encaja perfecto con los colores de las haciendas y el intenso amarillo de su capilla del Santo Calvario.
*NO ME PUEDO PERDER*
1. Conocer los retablos del siglo XVIII de la Parroquia de San Agustín.
2. Tomar pulque en las haciendas Xochuca y Tepetzala.
3. Pernoctar en una hacienda o centro ecoturístico.
4. Recorrer las haciendas pulqueras y conocer todo de esta bebida: desde los campos, el corte, la extracción y la fermentación.
En las faldas del Cofre de Perote aparece Xico; un pueblo rodeado de bosques, montañas, barrancas y arroyos. En sus calles empedradas se ven casonas coloniales acompañadas de árboles frutales que florecen todo el año; a mujeres moliendo y haciendo tortillas, a los lecheros repartir sus productos, a los tenderos platicar con la gente. Algunos andan por sus museos, otros por sus cascadas y hay quienes se sienten en Los Portales a saborear una taza de café o probar ese mole recién preparado.
*NO ME PUEDO PERDER*
1. Desayunar unas picaditas con vista a los cafetales.
2. Refrescarse en la Cascada de Texolo.
3. Disfrutar la vista en el puente de Pextlán.
4. Pide unas enchiladas con mole xiqueño en Acamalin