No puedes cambiar el viento, pero puedes ajustar tus velas.
"No puedes cambiar el viento, pero puedes ajustar tus velas"...reza un viejo proverbio entre veleristas y marineros. A los 11 años de edad tuve la oportunidad de subirme a un velero y desde entonces quedé enganchado a ese deporte de por vida.
En las empresas y organizaciones el entorno externo opera como el viento en las velas de un velero. A veces se mueve con tal fuerza que alcanza categoría de huracán -o de Pandemia- y muchas otras es más benévolo. Para los veleristas, como para las empresas, el verdadero riesgo es no aprender a leer la forma en la que está cambiando nuestro viento o entorno -economía; gustos, miedos y necesidades de nuestros clientes; tendencias tecnológicas; modas; escasez de materias primas y componentes; entre muchas más- y continuar haciendo lo mismo de la misma forma como lo hemos hecho durante tanto tiempo. El resultado de esa postura y actitud es catastrófico las más de las veces (v.g.: 90 mil de 600 mil restaurantes que operaban en México antes de la Pandemia no pudieron volver a abrir sus puertas cuando se levantaron las restricciones sanitarias).
El segundo riesgo es el de reaccionar precipitada e intempestivamente, haciendo cosas equivocadas que provoquen efectos adverso en el resto de la organización, los cuales no siempre son visibles ni comprensibles en el corto plazo, pero catastróficos con el tiempo.
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La recomendación es comenzar con un diagnóstico sistémico de nuestra empresa, considerando todas las partes que la componen y la forma en que se relacionan e influyen entre sí, al igual que el entorno en el que se desenvuelve. De esta manera es más seguro que los cambios y ajustes que realicemos sean aquellos que nos permitan tanto solventar los retos que enfrentamos en el presente, como construir el mañana.
Al poco tiempo de comenzar a velear me di cuenta que el tema central de ese deporte era "dominar" el viento. Tuve la oportunidad de ser entrenado por dos veleristas profesionales que me enseñaron a "sentir" el viento (en mi cara, en mis dedos y en mi cuerpo), interpretarlo y realizar ajustes al trimado de las velas. Hoy ya no me quedo varado en medio de la mar o de un lago por falta de sensibilidad o habilidad para ajustarme a los cambios del viento.
Es mi deseo que el viento sople a tu favor siempre, pero desafortunadamente la vida no es así. Si deseas conocer cómo realizar cambios en tu empresa para adaptarse a su entorno, escríbeme y con mucho gusto continuamos esta conversación.