Puedo elegirlo todo
Michaela Cole se alza como la promesa artística de la temporada: escribe, dirige y protagoniza Puedo destruirte, una tragicomedia sobre el abuso sexual en la que nada es lo que parece. Comentamos cómo la serie conecta con toda una generación digital nativa.
En esa vorágine que es Internet y sus numerosas recomendaciones sobre cultura popular puede que te hayas encontrado – o puede que no – con la producción que está llamada a ser la serie del año. Sí, es cierto, hace un par de meses la serie del año era El Colapso (J. Bernard, G. Desjardins, B. Ughetto, 2019), ese ojo de pez visionario que se adelantó en sus detallados planos-secuencia a la alarma mundial que estaba por llegar, y que ahora nos deslumbra por lo oportuno de su presentación. Pero si me preguntan hoy en día cual es la mejor serie del año, si es que deba elegir solo una y aun a riesgo de retractarme por lo que estos cuatro meses pueden deparar, lo tendría claro: Puedo destruirte – o I may destroy you en inglés – se lleva mi 10 de Filmaffinity (sí, aun tengo de eso).
Descubrir a Michaela Cole, guionista, directora y protagonista de la serie, ha supuesto un antes y un después en esta ansiedad que llamo consumir obras como si no hubiera un mañana, porque mientras tú estás en Netflix yo estoy en HBO, y al mismo tiempo otra persona está viendo Mulán (N. Caro, 2020) en Disney + y le está encantando (que no cantando. Mulán sin canciones. Whaat??). Quizás este monstruo actoral pueda pecar de un estilo gestual muy demarcado, pero de cualquier manera termina conectando con las fibras más íntimas del espectador. Su personaje Arabella te agarra por banda con su torbellino interpretativo, sus grandes facciones expresivas y una trama que invita a detenerte y observar los mecanismos del mundo a tu alrededor. Un drama predominado por su camaleónica figura, en un lugar – la ciudad de Londres – donde puede ser quien ella quiera: amiga comprometida, fiestera desfasada o influencer ocasional. Un lugar donde también pueden ocurrir eventos inesperados que la despojen de todas sus armas para afrontar el día a día.
‘Puedo destruirte‘ es una historia versátil, con una narración que va hacia delante, atrás e incluso hacia los costados para reflexionar sobre las posibilidades que tenemos como sociedad.
Pero más allá de sus dotes frente a la cámara, Cole también sabe ofrecer una escritura directamente conectada a nuestros tiempos: ese hipervínculo constante que nos hace procrastinar, saltar de un contenido a otro y teorizar con los múltiples significados de una película de Christopher Nolan. Puedo destruirte es una historia versátil, con una narración que va hacia delante, atrás e incluso hacia los costados para reflexionar sobre todas las posibilidades, responsabilidades y cargas de las nuevas generaciones por mejorar lo presente. Temas como el #MeToo, el consentimiento sexual, las adicciones y el proceso artístico se desarrollan de manera cíclica durante todo el relato, con mayor o menor protagonismo según el capítulo. La gracia reside en la habilidad de Cole por incorporar todas esas preocupaciones de su generación al propio esqueleto narrativo. Lo vemos en su vida impulsiva y contradictoria, en sus idas y venidas a Italia, donde le espera una relación inestable con un narcotraficante que desaprueba las drogas, o incluso en los flashbacks sobre su infancia y pubertad, donde relucen los pequeños traumas enquistados y decisiones infantiles que parecían correctas y ahora serían susceptibles de revisión. Y lo percibimos, sobre todo, en su final. Ese último episodio, acertadamente titulado «Ego Death» (Muerte del Ego), que casi podría independizarse del resto de la serie y proclamarse como un sesudo cortometraje.
Trataré de evitar el spoiler mediante una abstracción que concretizarás cuando la hayas visto.
Si la finalidad de la serie de Netflix Muñeca Rusa (L. Headland, N. Lyonne, A. Poehler, 2019) era ganarle la batalla al tiempo, es decir, revivir el mismo día una y otra vez hasta conseguir sobrevivirlo, Cole propone distintas líneas temporales que en ningún caso se interponen entre sí, a no ser que el espectador elija su favorita como un libro de “Elige tu propia aventura”. Todas las posibilidades coexisten en un relato de varias capas en un inteligente juego metalingüístico: el final que se cuenta a sí misma, el que escribe en su libro y el que la Cole guionista elige para su serie. Hay caminos para todos los gustos: desde la perspectiva de género – aquella en la que se invierten los papeles y la mujer domina una situación brutal pero consentida -, hasta la experimentación con el género narrativo, en este caso el thriller. También existe un final más acorde al tono tragicómico de la serie, en el que el abuso sexual es solo la punta del iceberg de una sociedad que no invierte en terapias psicológicas. Y otro en el que todo se queda en aguas, se acepta el pasado, se cubren las grietas con la técnica del kintsugi y contar la historia desde el comienzo, en una playa de Italia, deja de doler tanto.
Puedo destruirte apela mejor a una generación y una era digital, abocada a las múltiples dinámicas de un mundo ramificado, que otros intentos como el popular capítulo «Bandersnatch» de Black Mirror (D. Slade, 2018) o la propia serie de Headland, Lyonne y Poehler. Porque no nos basta con elegir una cosa u otra en un momento en el que, como Arabella, podemos elegirlo todo.
Puedo destruirte está disponible en HBO.
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