¡QUÉ DILEMA!

¡QUÉ DILEMA!

Tras darle muchas vueltas, y a pesar de que algunos pensaréis que es tirar piedras sobre mi tejado, finalmente me he decidido a publicar la review sobre El Dilema Social pues, al hablar con mis compañeros del gremio, me ha picado el gusanillo de la curiosidad. Y es que no hay derecho a juzgar algo sin antes probarlo. Así que, aquí estoy, mojándome con mi opinión porque me encanta:

  • El cine.
  • Mi vocación y lo que conlleva.
  • Las redes sociales.
  • Abrir debate con vosotros: un espacio para la conversación y la comunicación entre personas.

Y si tú también eres un profesional de la comunicación, la publicidad o el marketing, tienes algo que ver con Internet y/o simplemente te gusta estar informado, te sugiero encarecidamente que veas la película y te sumerjas en este post. En ese orden por favor. No vaya a ser que yo te haga spoiler.

Si has llegado hasta aquí te recomiendo que sigas leyendo.

Para entrar en contexto, The Social Dilemma (2020) es la película documental que ha lanzado Netflix a principios de septiembre, dirigida y escrita por Jeff Orlowski y producida por Larissa Rhodes. En ella, se aborda el impacto que ha causado la aparición de las RRSS en las sociedades: se habla de manipulación, adicción, problemas psicológicos y teorías conspiratorias tras las mismas.

La película se divide en dos partes, una primera conformada por entrevistas a un grupo de personalidades importantes: los padres alias desertores de los gigantes de Silicon Valley, y una segunda parte creada a partir de la dramatización y escenificación de los touch points de muchas de las redes sociales actuales.

A nivel cinematográfico cabe destacar que tiene algunas referencias dignas de mencionar y, de las que estoy segura, no son casualidad. Por ejemplo, valerse de Vincent Kartheiser a lo Inside Out (2015) para personificar el funcionamiento de Instagram, y es que su papel como Pete Campbell en Mad Men es ya tan cultura publicitaria como lo puede ser la lata de tomate de Andy Warhol con la que, por cierto, comparte apellido. ¿Coincidencia o acierto?

Por otro lado, el broche de los guiños fílmicos entra en escena cuando se compara la realidad con El Show de Truman (1998), uno de los clásicos del cine y mi película favorita donde las haya. Y es que, si se piensa detenidamente, la rutina de Truman ya no parece la distopía lejana que manifestaba ser cuando se lanzó en el 98. Hoy podemos pensar que el mundo se ha convertido en un 1984 de Orson Welles en el que cada paso que damos es susceptible de ser grabado para la posteridad y compartido con todo ser humano. Al igual que el protagonista de el Show, hay momentos en los que uno no sabe dónde están los límites de la privacidad, qué es verdad o qué no o, incluso, hasta qué punto estamos influenciados por el entorno. Sin embargo, es muy importante recordar que es una ficción y, como tal, lleva la situación al extremo, a la catarsis del personaje, mientras que nuestra realidad hace aguas, es cierto, pero aún no ha llegado a hundirse el barco.

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La guinda del pastel no podría ser otra que un Follow Us On Our Social Media!, evidentemente clave de humor, para terminar el polémico documental. Tras rascar el picor cinéfilo, he podido saciar mis dudas sobre qué es lo que se dice del mercado al que me estoy dedicando, pues esta es la razón final por la que un profesional de la comunicación debería ver la producción: para cuestionarse si sabe dónde se ha metido o, peor aún, si es éticamente correcto. Desde mi punto de vista no puedes ser un buen experto si no está abierto al debate, al error, a corregirte, reciclarte o reinventarte, a estar informado de todo lo que se pueda saber sobre tu carrera y al #UpToDate con lo nuevo que va saliendo.

Puedo afirmar lo siguiente: a priori lo que uno puede sentir tras verla es deseo de lanzar el smartphone por la ventana, pero si miramos más allá de esa superficial idea preconcebida con la que empezamos y terminamos la película (lo malo y malvado que es Internet), podemos hacer un profundo análisis de la realidad en la que vivimos. Y esto es lo más interesante de todo.

Pero antes de hacer cualquier juicio de valor, debemos detenernos en algunas cuestiones: ¿por qué la reina del streaming de contenido se prestaría a hacer un documental como este? Bueno. Algunos la acusan de que el mensaje de fondo es “no use las redes sociales…mire nuestras series”, es decir, atacar a otros canales del entertainment para aumentar el screen time en su plataforma. No podemos olvidar que Netflix también utiliza la inteligencia artificial, signals y data points para fabricar las recomendaciones personalizadas y los “porque has visto…”.

Otra pregunta que tenemos que hacernos es ¿por qué todas las fuentes utilizadas son exclusivamente entrevistas a ex-trabajadores desengañados? (¿despechados?). Sea como sea y aunque la mayoría de las críticas la acusan de estar sobrevalorada, la verdad verdadera es que, por mucho que la gente diga que sabe cómo funciona Internet, solo los que nos dedicamos a esto sabemos en qué consiste la caja negra que se esconde detrás. Por eso, no está de más que todos la vean, que nos cuente “nada nuevo”, que repita todo aquello que “ya se sabe” porque, por el contrario, no todos lo saben.

Para entenderlo, la magia es un buen símil con el que comprender cómo la psicología juega un papel fundamental en la tecnología. En esta todo parece posible y sin razón lógica aparente, pero detrás siempre hay un truco, un engaño que, aunque no se vea, está ahí para crear la ilusión y complacer a los espectadores. En Internet pasa lo mismo: nada sucede porque sí. Todo, absolutamente todo, está calculado a medida para ti, consumidor. Gracias a los hábitos de uso que se hacen de la tecnología que no aparecen de otra forma, sino gracias a la psicología.

La sociología es otra ciencia que entra en juego cuando hablamos de social media. El documental muestra a la perfección el fenómeno que se produce: la relación directamente proporcional entre la dependencia a las redes y lo nueva que sea la generación, es decir, cuanto más joven y más nativo digital sea el usuario, más desarrolla el FOMO (Fear of Missing Out). Eso sí, sin olvidar que hablamos a grosso modo y hay excepciones a la regla pues, como bien dice el Ceo de la app Moment, Tim Kendall, ni los propios que se dedican a Internet pueden dejar de usarlo.

Sin embargo, hay algo que sí me inquieta en este docuficción: que los entrevistados afirmen sin temblar que la creciente polarización de Europa es a causa de Internet. Algo que, aunque suene conspiranoico, podría ser cierto si escuchamos las razones que justifican esta acusación, como que las sugerencias en el feed o los primeros resultados del SERP de Google reflejan nuestros gustos porque vienen dadas por nuestros likes o nuestras búsquedas recientes (a causa de lo que en lenguaje de marketing llamamos spider crawler) y la política va dentro de este paquete de intereses.

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Aquí entran en juego algo de lo que seguro has oído constantemente en los últimos años: las fake news. El documental explica cómo los bulos, las informaciones falsas y la viralidad en las redes provocaron el Pizzagate y están provocando la desinformación existente sobre el COVID-19. Es aquí donde deberíamos abrir debate: ¿es necesario filtrar las redes sociales en pro de evitar riesgos?

Los escépticos diréis que sí, los que defendéis la libertad de expresión pensaréis que no. ¿Cuál es la respuesta correcta? Pues es tan difícil contestar como tan difícil es postular qué es verdad y qué no, o quién será el encargado de juzgar y cribar esos contenidos. Nadie tiene la verdad absoluta, ya que solo contamos con diferentes versiones de un mismo hecho. Sin embargo, hay algo a lo que sí podemos aferrarnos: a la certeza que ya nos proponía Descartes hace casi 400 años atrás con su Cogito Ergo Sum.

La conclusión que yo saco es bastante diferente a la de “redes sociales caca”. No es The Social Dilemma es Our Social Dilemma. No se trata de eliminar Internet por el peligro que supone, se trata de enderezarla, de corregir lo que no está bien y de cambiar el curso de la historia adaptando el modelo de negocio. Pues todas las creaciones exitosas a lo largo de la historia han necesitado primero personas que digan que había algo que no se estaba haciendo bien hasta ese momento.

Internet es un arma, la cual, los que estamos moviendo los hilos entre bambalinas ponemos a disposición de cualquier corporación, y eso ha quedado más que demostrado que influye a la sociedad. Por eso, es nuestro deber ético virar su curso hacia un futuro que permita su uso (comercial inclusive) y, al mismo tiempo, una responsabilidad para con el bien universal. ¿Cómo? Mediante regulaciones en materia de legislación. Que no valga el todo.

El documental dice que la tecnología es la amenaza existencial, pero para mí la verdadera amenaza es el ser humano y el uso que hace de esta. La tecnología en sí es solo la herramienta. Son las personas quienes la corrompen.

Me atrevo a decir que es un llamamiento a la acción, no hacia el odio a las tecnologías. Es un cambio hacia un uso más responsable porque siempre debemos recordar lo importante que también son y cómo nos han ayudado a avanzar. No enfatizar exclusivamente el lado negativo de las redes.

En definitiva, un documental que, con algunos cabos sueltos y por las razones que fuere, ha tocado un tema del que todos (profesionales y usuarios) merece la pena tener en cuenta a la hora de utilizar las redes. Sin olvidar el ojo crítico, el contrastar informaciones y sin creernos todo lo que nos digan.

Y ¿por qué no? Si ha hecho dar un golpe en la mesa a un Facebook aludido, qué menos que averiguar qué es lo que lo ha provocado. 

María Calabuig Sevilla

Investments | Sustainability | finTech

4 años

Qué buena eres compi, me encantó!

Rafael Marente Tovar

Periodista | Social Media Manager | Community Manager | Comunicación Corporativa y Eventos | Marketing Digital | Gestión de proyectos | Investigación

4 años

¡Qué bueno, Bea! Me vi el documental porque cada vez más personas me comentaban que lo habían visto y que me lo recomendaban encarecidamente. He de reconocer que soy de esos que tras acabar la hora y media de docuficción, se planteó tirar el móvil. Pero luego piensas, ¿nos deshacemos de todo aquello que causa un perjuicio sobre ti y olvidamos las otras cosas buenas que nos aportan? ¿Tendríamos algo entonces si fuéramos desechando todo aquello que nos produce algo malo? Como siempre, casi todo depende del uso que le demos y las redes sociales no iba a ser menos. Por cierto, te recomiendo otro documental, este del comienzo de siglo, que también hablaba sobre este tema (aun no lo he podido ver): "The century of the self", de la BBC.

Francisco Javier Pérez Cela

Jefe de Ventas Cruzcampo y Coca Cola distribución de Utrera.

4 años

Hola, he visto el documental y estoy totalmente de acuerdo contigo, los que somos mayores pensamos o pienso, que esta herramienta la dominamos o creemos que la dominamos. Me preocupa más las generaciones venideras o las que están ya haciendo uso de las RRSS. Incluso dentro de la misma casa se utilizan para comunicarse, la base cultural tiembla ente estas circunstancias y todo en general. Saber dar uso de estas herramientas es primordial. Habrá alguna forma de desenganchar a las personas?

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