¿Qué lecciones nos deja la crisis sanitaria?
La contingencia sanitaria en la que hemos estado inmersos todos a nivel mundial desde hace más de un año y nueve meses es una situación que no solo no habíamos vivido, sino que no habíamos imaginado. Es decir, este presente no lo contemplamos jamás como un futuro probable, no lo habíamos previsto, y por consiguiente no nos preparamos para afrontarlo.
¿Cuántas empresas se quedaron en el camino? Muchas. ¿Qué les falló? ¿En qué se equivocaron? ¿Qué sí supieron hacer las que se mantienen a flote o han crecido? No hay respuestas generales, tendríamos que revisar cada caso, pero no tengo duda que en todos está involucrada, en menor o mayor medida, la cultura organizacional.
Si bien los cambios continuarán suscitándose sin cesar, al día de hoy creo que podemos hacer un corte de algunas lecciones que nos ha dejado esta crisis. Los pongo sobre la mesa a manera de reflexión personal, pero con la intención de que contribuyan a enriquecer el diálogo y encontremos la manera de fortalecer a nuestras organizaciones.
Lo primero es la importancia que ha tenido la conexión emocional del líder. No exagero cuando digo que es clave para sostener a su equipo. Los líderes tienen que trabajar todos los días en su emocionalidad para poder dar su mejor versión. Es fundamental su introspección, identificar cómo se sienten, cómo reaccionan, autoevaluarse para alinearse como persona y entonces sí guiar.
Otra gran lección es que la comunicación en las organizaciones, y en los líderes sobre todo, debe ser clara y transparente, sin recovecos y sin gaps o vacíos. Una buena comunicación, precisa y eficiente, realmente hace la diferencia, ya que en la medida en que los colaboradores cuentan con información suficiente, confiable y oportuna, responden de mejor manera.
Recomendado por LinkedIn
Algo que ha quedado claro, con el análisis de data que hemos realizado en TOP Companies, es que mientras más fortalecida tenga su cultura una organización, menos difícil le resulta enfrentar cualquier crisis. Porque su gente sabe qué hacer y cómo, tiene clara la delimitación de su rol de trabajo y los objetivos estratégicos, personales y de equipo.
Aquí la labor del líder es acompañar para que lo logren, pero la realidad es que los colaboradores responden por la empresa que les ha transmitido una cultura en la que creen. Están comprometidos porque tienen orgullo, sentido de pertenencia, han sido bien seleccionados y coinciden con los valores de la organización, con su misión y visión.
Si no se dio previo a la contingencia sanitaria ese engagement entre la empresa y el colaborador, fue realmente difícil que este último hiciera suyo el compromiso desde casa. Es esencial solidificar esa relación a través de la comunicación, estrategias de liderazgo, planes de desarrollo y de temas como equidad, igualdad. No debemos soltarlos aunque se hayan quedado un poco rezagados por lo apremiante que ha sido la contingencia.
Finalmente no quiero soslayar lo vital que es tener una cultura abierta al cambio. Hoy nos damos cuenta que todo es posible, y lo que más vale es estar preparados. ¿Preparados para qué? me preguntarán; pues para lo que sea. Si estamos abiertos a lo que venga, cuando llegue no nos tomará tan de sorpresa y seguro tendremos mayor capacidad de respuesta.
Mientras tanto, no dejemos de trabajar con nuestra gente, escuchar qué necesita, saber qué piensa y siente. Esto, guiado por las necesidades y objetivos estratégicos de cada empresa, nos permitirá tomar mejores decisiones para adaptarnos y reinventarnos ante los cambios que se siguen dando todos los días.