¿Qué nos dicen las Escrituras y Platón con respecto a las innovaciones espirituales de nuestros tiempos y de nuestro medio?

Existen dos expresiones que generalmente son empleadas como una especie de insulto o de ofensa: “mente cerrada” y “te lavaron el cerebro”. Veamos qué nos tienen que decir Platón y las Escrituras al respecto.

Tanto Platón como las Escrituras hacen énfasis en las condiciones que deben tener las personas para que nos tenga que importar lo que dicen o lo que piensan.

El libro I de los Salmos dice: “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos”. Es importante que nos preguntemos qué significa el término “malo” en el contexto presentado en este salmo. Conforme a la información que el Salmo 1 proporciona podemos afirmar que el contrario al malo o el bienaventurado, es el que medita en la ley de Jehová, y al meditar la ley de Jehová conoce el camino de los justos. El malo entonces es la persona que no conoce la ley de Jehová; y como no la conoce tampoco la puede meditar; y por lo tanto, tampoco conoce el camino de los justos.

El Salmo 1 nos proporciona un elemento de reflexión muy importante y pertinente en nuestro medio organizacional en el que cualquiera se nos presenta con la facultad de podernos aconsejar. No sobra recordar que “aconsejar” es en este medio el negocio de moda. 

Por otra parte, Sócrates nos pregunta: ¿por qué damos tanta importancia a la opinión de la mayoría?

"Ojalá que los más fueran capaces de hacer los males mayores para que fueran también capaces de hacer los mayores bienes! Eso sería bueno. La realidad es que no son capaces ni de lo uno ni de lo otro; pues, no siendo tampoco capaces de hacer a alguien sensato ni insensato, hacen lo que la casualidad les ofrece".

"Según creo, los hombres cuyo juicio tiene interés dicen siempre, como yo decía ahora, que entre las opiniones que los hombres manifiestan deben estimarse mucho algunas y otras no".

Sócrates afirma que se deben estimar las valiosas y no estimar las malas. Recordemos lo que quiere decir el autor del Salmo 1 cuando hace referencia al consejo de los malos. Sócrates concluye: "También respecto a lo justo y lo injusto, lo feo y lo bello, lo bueno y lo malo, sobre lo que ahora trata nuestra deliberación, ¿acaso debemos nosotros seguir la opinión de la mayoría y temerla, o la de uno solo que entienda, si lo hay, al cual hay que respetar y temer más que a todos los otros juntos? Si no seguimos a éste, dañaremos y maltrataremos aquello que se mejora con lo justo y se destruye con lo injusto".

"¿No es así esto?"

Una vez hecha esta aclaración con respecto al consejo de los malos y a la opinión de la mayoría, es importante explicar por qué es bueno tener una mente cerrada según Platón y por qué necesitamos un lavado de cerebro, siempre y cuando este lavado de cerebro sea hecho por las Escrituras.

En la República, Sócrates nos explica cómo debemos educar a los niños para que al madurar sean hombres justos. Parte importante de esta educación son las enseñanzas que reciben por parte de sus educadores, incluso si estas enseñanzas inicialmente se proporcionan a través de cuentos para niños.

Estos cuentos entonces deben ser cuidadosamente revisados antes de ser escuchados por los niños. El objetivo de estas enseñanzas que en un principio son proporcionadas a los niños a través de cuentos es que los niños comiencen a forjar un carácter justo, por esta razón no se debe admitir cualquier tipo de cuento.

Conforme a la enseñanza de Platón, un niño que ha sido educado de esta manera y que mientras fue niño sus educadores fueron cuidadosos y selectivos con los cuentos y las enseñanzas a las que el niño estuvo expuesto, este niño cuando sea un hombre va a ser el cuidador de sí mismo y estará en la capacidad de rechazar cualquier tipo de enseñanza que viole los principios con los que fue educado desde niño.

Los cuentos que escuchan los niños y los discursos que escuchan los hombres, Platón también los explica como una melodía musical con acceso directo al alma del niño y del hombre; por esta razón, ni los cuentos que escuchan los niños, ni los discursos que escuchan los hombres, deben ser indignos de las virtudes necesarias para forjar un carácter justo. Es importante resaltar que la justicia que enseña Platón y la justicia que enseñan la Escrituras, no es la justicia que nos enseñan en nuestro medio organizacional.

Lo que nos enseñan en nuestro medio organizacional para la formación de líderes o de “guardianes” conforme los llama Sócrates, es lo que Sócrates señala como “nuevo género musical”:

“Sócrates: Pues hay que ponerse a salvo de un cambio en un nuevo género musical, y pensar que así se pone todo en peligro. Porque los modos musicales no son cambiados nunca sin remover las más importantes leyes que rigen el Estado.

En la música debemos edificar la residencia de los guardianes. Allí, ciertamente, la ilegalidad se introduce de modo fácil, sin que uno lo advierta.

Adimanto: Sí, en parte juguetonamente, y como si no produjera daño.

Y no lo produce, salvo que se deslice poco a poco, instalándose suavemente en las costumbres y en las ocupaciones, de donde crece hasta los contratos que hacen unos hombres con otros, y desde los contratos avanza hacia las leyes y la organización del Estado, Sócrates, con la mayor desfachatez, hasta que termina por trastocar todo, tanto en la vida privada como en la pública”.

El mundo entonces te dice: ¡ten mente abierta en lo espiritual! Mientras que Platón y las Escrituras te dicen: ¡mantenla cerrada porque la verdad es eterna y no es sujeto de innovación! No en vano Jesús nos advierte: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”.

Tú que dices creer en el Dios del cristianismo, ¿vas a seguir escuchando el discurso de los hombres del mundo? ¿o vas a comenzar a escuchar el discurso de Jesús? ¿Vas a dejar que los discursos del mundo te sigan lavando el cerebro o vas a preferir un cambio de lavandero?

“El que tiene oídos para oír, oiga” (Mat 13:9)

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