¿Qué pasaría si bajamos el switch de Internet?

¿Qué pasaría si bajamos el switch de Internet?

Imaginemos un mundo, no muy distinto del nuestro, donde un día, sin previo aviso, alguien baja el switch global de Internet. Al principio, se siente como un simple apagón tecnológico, una pausa momentánea y confiamos en que dentro de algunos minutos o quizá horas, el servicio se restaure. Sin embargo, a medida que las horas se convierten en días, comenzamos a vislumbrar la magnitud de nuestra dependencia de esta red invisible que conecta nuestras vidas, negocios y comunidades.

El primer día sin Internet nos enfrenta a un despertar abrupto. Los rituales matutinos de deslizar pantallas y revisar notificaciones se transforman en momentos de silencio y reflexión forzada. Nos da miedo estar con los otros, hasta con nosotros mismos. Los cafés, antes murmullos de conversaciones digitales, ahora resuenan con el redescubrimiento de las conversaciones cara a cara así sea con desconocidos que vimos todos los días en la fila. Es una desconexión forzada de nuestro yo digital, que nos invita a redescubrir nuestra humanidad.

A medida que el silencio digital se extiende, nos damos cuenta de que estamos en medio de un experimento social a escala global. Las calles se llenan de personas en busca de periódicos, ansiosas por información. Las bibliotecas, polvorientas y olvidadas, se convierten en los centros de conocimiento que alguna vez fueron. En este mundo sin Internet, volvemos a la comunicación básica, al intercambio de saberes mano a mano y a la conexión humana directa.

La ausencia de Internet revela cuán intrincadamente está tejida nuestra economía. Las cadenas de suministro se detienen, los mercados financieros se paralizan y el comercio internacional se enfrenta a un obstáculo aparentemente insuperable. Ni la pandemia pudo alterar las cosas a ese grado. Pero en esta crisis económica emergen historias de resiliencia y adaptación. Los mercados locales florecen y la economía de barrio, basada en la confianza y el intercambio directo, resurge con fuerza. Nos conocemos con los cercanos y el ámbito personal vuelve a la red social humana que no hemos dejado de ser, aún con las herramientas habituales

En el ámbito educativo, la falta de Internet nos desafía -otra vez- a repensar nuestros métodos de enseñanza y aprendizaje. Los profesores tienen que usar la creatividad para impartir conocimientos sin recursos digitales, con los medios físicos a su alcance... Alguien descubre por ahí viejas pizarras arrumbadas en una bodega y pedazos de gises que habían guardado desde los años de transición a la “Sociedad del conocimiento”.

Los estudiantes redescubren los libros analógicos, es decir de papel y la riqueza del aprendizaje interactivo con la combinación de ojos, manos, imaginación. Es nos recuerda la importancia de la educación personalizada y el pensamiento crítico.

Con el switch de Internet apagado, los espacios públicos cobran nueva vida. Parques y plazas se llenan de gente en busca de conexión y entretenimiento. Algunos se acuerdan que hubo un experimento de bibliotecas humanas donde no pedías un libro sino a una persona para conversar. La comunidad se fortalece. En este contexto, redescubrimos el valor de la solidaridad y la importancia de las relaciones tangibles.

Este apagón digital nos invita a reflexionar sobre nuestra relación con la tecnología. Nos damos cuenta de que, aunque Internet ha ampliado nuestras capacidades y conocimientos, también nos ha hecho vulnerables a la desconexión del mundo real. Aprendemos a valorar el equilibrio entre nuestra vida en línea y nuestra existencia física, reconociendo que la verdadera conexión se encuentra en el balance.

Eventualmente, el switch de Internet se vuelve a encender. Pero el mundo que emerge de esta desconexión forzada no es el mismo.

¿Cómo continuarías la historia?

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¡Qué interesante reflexión! Accedí a tu publicación a través de Platzi Students y debo decir que planteas una situación realmente provocativa. Es cierto que la dependencia de Internet es cada vez más palpable en nuestra sociedad, y pensar en un escenario donde de repente desaparece nos hace cuestionar muchas cosas. Me encanta cómo describes el redescubrimiento de la comunicación cara a cara, el valor de los mercados locales y la importancia de la educación personalizada en un mundo sin Internet. Es una llamada de atención sobre cómo podríamos repensar nuestras interacciones y hábitos en un contexto sin conectividad digital. Para continuar la historia, me imagino que, una vez que se restablece Internet, las personas llevan consigo las lecciones aprendidas durante la desconexión. Tal vez surjan movimientos que promuevan un uso más consciente de la tecnología, con un enfoque en el equilibrio entre la vida en línea y la vida real. Además, podría haber un impulso renovado hacia soluciones locales y comunitarias en lugar de depender exclusivamente de la globalización digital. ¡Espero seguir leyendo las ideas de otros sobre cómo continuar esta fascinante narrativa!

Fernando Garrido

Coach de equipos Facilitador LEGO® SERIOUS PLAY® ➕ "Ayudo a la construcción alineada de equipos" ➕ Cohesión de equipos, retención del talento

11 meses

¡Interesante reflexión! La interconexión digital ha transformado nuestra realidad, ¿no crees? ¿Qué impacto tendría desconectar de repente? Quizás sea una oportunidad para reconectar con nuestra esencia y recordar lo esencial. ¿Cómo podemos equilibrar tecnología y humanidad en el mundo actual? Sigamos explorando juntos sobre cultura, colaboración y recursos en el fascinante mundo de TI. ¡Sigamos aprendiendo y creciendo en esta era de constantes cambios!

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