¡Qué pecado!

¡Qué pecado!

Ya lo hemos visto antes. No es nada novedoso, pero Russel T. Davies lo hace justo en el momento acertado. Muchas veces el triunfo no está en ser el mejor, ni en hacerlo mejor que nadie, sino en hacerlo justo cuando contexto y ficción convergen a la perfección.

Russel T. Davies, director de otras producciones como «Years and Years», que pronosticaba un futuro casi apocalíptico desde la visión de una familia, o la rompedora serie «Queer as a folk» que puso en valor al colectivo LGBTQ+ a finales de los noventa, nos regala «It’s a sin». La nueva serie narra cómo se vivió la epidemia del sida en la ciudad de Londres durante los ochenta. Siguiendo el mismo método que en «Years and Years», Russel elige a un grupo de personas para trasmitir el mensaje desde varias perspectivas. En este caso los protagonistas son amigos que llegan a Londres con ganas e ilusión de ser quienes verdaderamente son: gays. El desenfreno, las fiestas y el sexo se ven truncados cuando, directa o indirectamente, tropiezan con un raro cáncer que ha fulminado a 41 homosexuales en Nueva York en 1981.

Para conseguir una amplia visión de cómo se vivió la situación, Russel elige a un reparto de lo más variopinto. Olly Alexandre es uno de los protagonistas que, además de ser el chico guapo de la serie, interpreta al papel de negacionista. Callum Scott Howells se mete de lleno en el correcto personaje que, aunque cumple las normas y sigue una vida socialmente aceptada como correcta, no esquiva a la enfermedad. La adorable Lydia West es la mariliendres con la que todos soñamos. Además de pasárselo bien con sus amigos, ella se involucra todo lo que puede para ayudarlos, concienciarlos y salvarlos de su destino. Neil Patrick Harris, bien conocido por «Cómo conocí a vuestra madre» aporta su grano de arena al reparto marcando la tónica de la trama desde el principio.

Desde que se estrenó el pasado 22 de enero, «It’s a sin» ha sido visionada por millones de espectadores tanto en el canal británico Channel 4, como en la plataforma HBO. Sin apenas una campaña de marketing muy extendida, su simple carátula se ha convertido en viral gracias a su efecto conmovedor y su poder reivindicativo. Lo que sí es un pecado es no haberla visto todavía.

«It’s a sin» se convierte en una ficción necesaria. Y como no quiero que hagáis caso a la simple opinión de sus espectadores enamorados, os daré algunas razones de por qué Russel ha acertado de lleno. Al parecer la epidemia del sida tiene muchas más similitudes con nuestro presente de lo que pensamos.

P.D.: este contendio puede incluir spoilers.

 

¿Aprendemos de nuestro pasado?

Para empezar, al inicio de los ochenta se catalogaba al sida como «raro cáncer», dado que una de las formas en las que puede repercutir es con cáncer: tenía su lógica. Después pasó de ser raro a ser: gay. Un cáncer que identificaba a los gays neoyorquinos y los infectaba. ¿No os suena de algo? Al inicio de la pandemia del Coronavirus se decía que era un virus chino, que solo afectaba a ellos. Los argumentos eran tales como que al comer animales exóticos, concretamente murciélagos, se habían infectado. Los argumentos del sida fueron más bíblicos. Aunque hubo de todo, se extendió la teoría de que era una maldición divina por haber pecado y obrado en contra de la Palabra de Dios.

Otro detalle donde se palpa más el símil con la pandemia actual es que al principio las personas que iban a ver a los enfermos utilizaban guantes, incluso un uniforme similar al EPI y al regresar a casa se duchaban rascando cada poro de su piel. También, las bandejas de comida de los enfermos se las dejaban en la puerta de la habitación. ¿No os véis representados? Durante marzo, abril y mayo de 2020 debíamos usar guantes para entrar en los supermercados, al llegar a casa desinfectábamos la compra y nos duchábamos. Actualmente cada vez son más los estudios que demuestran que la probabilidad de contagiarte de Coronavirus por contacto con un objeto puede ser del 0.5%. De la misma forma, años después se corroboró que esta medida no era eficaz contra el VIH, ya que se transmite por otros fluidos corporales como la sangre, el semen o el líquido preseminal.

También en los ochenta se dieron los negacionistas, que al inicio tenían un discurso muy convincente pero con el tiempo sus argumentos se vieron debilitados. Así vemos al propio protagonista Ritchie (Olly Alexandre) como negaba la veracidad de las muertes por sida hasta que: se dieron los primeros casos en mujeres, el VIH cruzó el océano y llegó hasta Europa azotando la ciudad de Londres. Intentaban elevar el argumento hasta el extremo de que, una vez el virus instalado en la ciudad de Londres, se pensaba que solo les ocurría a unos pocos. Concretamente se pensaba que afectaba exclusivamente a aquellos niños que desaparecían de Londres y volvían a sus pueblos natales para no volver y morir en el más extremo silencio.

Al igual que ahora se culpa a la juventud por ser una inconsciente, despreocupada y creerse infinitos por propagar el Coronavirus. En los ochenta se utilizó el sida para tener otra razón más para acosar al colectivo LGBTQ+, para discriminarlo por el simple hecho de contraer la enfermedad, éramos los apestados. Del mismo modo, salvando las distancias, se ha utilizado el Coronavirus para hacer bullying. Tenemos el caso de comunidades de vecinos donde se ha señalado y culpabilizado al infectado por Coronavirus llegando a causarle daños psicológicos. Incluso han proliferado nuevas figuras como los policías de balcón que han dedicado su tiempo a rastrear al contagiado, sin ser ese su cometido ni labor en la vida. 

También igual que en los ochenta, nos encontramos casos de infectados por coronavirus que no lo han notificado en el trabajo, ni en sus familias. ¿Por qué? Si cuando tenemos otra enfermedad sí lo hacemos. Por la vergüenza, ya que se ha asociado estar contagiado de Coronavirus a ser un irresponsable. Además, no nos ilusiona someternos a la exclusión que en muchas casos incluye estar contagiado, por no hablar de la precariedad laboral que ha propiciado esta situación. De igual forma lo refleja «It’s a sin», en los ochenta los vecinos hablaban y cotilleaban sobre aquellas parejas de hombres que vivían juntos y que contraían la enfermedad considerándoles merecedores de ella.

Russel escribe un guión brillante para Lydia West, Jill en la serie, que es pronunciado en una converasción con la madre de su amigo, Ritchie, muerto por sida. En el discurso se apunta hacia otro lugar, se le resta culpa a los infectados y se la otorga a aquellos que crearon el pecado y lo lanzaron contra los más vulnerables.

«Usted hizo que Ritchie creciera avergonzado de sí mismo, él mató a otros, porque le comía la vergüenza y no podía dejar de alimentar esa vergüenza acostándose con hombres, contagiándolos, y huyendo después. Eso es lo que hace la vergüenza, te hace sentir que lo mereces, los hospitales están llenos de hombres que creen merecerlo, se están muriendo, y en el fondo piensan: sí, es lógico, me lo he buscado yo, me muero porque me gusta este sexo. Apareció el virus perfecto para darle a usted la razón, a todos los que culpáis a los enfermos de sida, y la verdad es que ellos han muerto por su culpa».

Desde el punto de vista reivindicativo considero que es brillante puesto que nos ofrece una perspectiva diferente. Los enfermos de sida fueron tratados como asesinos encarcelados que sufren condena. ¿Por qué los culpables deben ser los enfermos de sida? ¿Quién creó la culpa? Y ¿por qué no pueden ser ellos los verdaderos culpables? Los enfermos lo que simplemente han hecho ha sido vivir desatando sus deseos y pasiones más primarias. Entiendo que muchas veces este argumento se ataque con los casos puntuales en los que determinadas personas han organizado fiestas para contagiarse, tanto de Coronavirus como de sida. Sin embargo, Russel diseña el papel de Colin (Callum Scott Howells) el cual lleva una vida sencilla basada en el trabajo y sin dejarse influenciar por sus amigos, e igualemente se contagia. Por ello su amigo Roscoe (Omari Douglas) dice:

«Él lo hizo todo bien y murió».

Y así es, ninguno de ambos virus pregunta antes de entrar si has seguido todas las precauciones necesarias. Los virus no puntúan y premian a aquellas personas que mejor lo han hecho. No preguntan si te acuestas con hombres o con mujeres, o si anoche estuviste de fiesta hasta las cinco y hoy vas a ver a tu abuela. Los virus son organismos que infectan cuerpos no personas.

Pero ¿es todo tan similar?

No la verdad es que no. Por desgracia para el colectivo y fortuna para la sociedad la pandemia del Coronavirus salva otras distancias con la epidemia de sida de los ochenta.

El sida fue la escusa perfecta para estigmatizar a un colectivo que ya se le venía haciendo desde hace tiempo. Fue la razón perfecta que los homófobos encontraron para validar su discurso. Por otra parte, el Coronavirus ha perjudicado a toda la humanidad por igual, aunque por algunos retales de la sociedad todavía exista el estigma hacia la población asiática.

Otra de las diferencias significativas es el papel que ha tenido la comunicación en ambas situaciones. Sobra decir que en estas situaciones prima estar informado en todo momento, para conocer la evolución del problema, saber qué puedo y no puedo hacer, cómo influirá las medidas en mi día a día…Así hemos visto a nuestros ministros, presidentes y fuerzas del estado día sí y día también en los medios de comunicación, incluso hemos acabado saturados de escucharlos. Sin embargo, durante los ochenta existía un estricto silencio en base al sida que era prácticamente imposible conocer de qué se trataba.

Es cierto que los avances en los medios de comunicación, redes sociales y la importancia de la transparencia ha tomado relevancia desde entonces y han mejorado las conexiones de manera global. Pero a pesar de los evidentes avances, también en investigación, durante los ochenta había un determinado interés en tapar la existencia del sida.

¿Por qué abordar el VIH y sida como emergencia sanitaria pública cuando las principales víctimas eran hombres homosexuales? ¿Merecía la pena perder el tiempo curando e informando a pacientes gays? La respuesta es que no. Las pocas manifestaciones que había, como se muestran en la serie, no tenían repercusión alguna, incluso dentro del colectivo. Los telediarios no hablaban de las muertes y si lo hacían usaban palabras como raro, extraño, cáncer gay, castigo divino… que solo alentaban al estigma. Los actores y cantantes no podían decir que lo habíanc contraido. No existían referentes. Nadie quería que se le relacionase con dicha enfermedad.

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El ocultismo del sida solo provocó la creación de muchas teorías erróneas que invocaban al odio. Actualmente se han creado teorías conspiratorias de todo tipo en relación al Coronavirus. En un momento en que el porcentaje de analfabetización es casi mínimo y disponemos de todos los medios para informarnos, se han creado teorías que nada tienen que ver con la realidad. Es por ello que lanzo una baza a favor del sector de la comunicación y reitero la importancia que tiene para la sociedad usar las palabras adecuadas para exponer cierta información.

¿Creéis que sigue ocurriendo hoy en día cuando todavía mueren 32,7 millones de personas infectadas por el VIH, frente a los 2,4 millones de personas que mueren por Coronavirus?

Con esto no pretendo quitar importancia a un virus y dársela a otro. Tampoco juego a buscar las 7 diferencias y similitudes. Con estas palabras trato de exponer con evidencias que ya pasó. Ya lo hicimos. Ya buscamos culpables en el lugar equivocado. Ya infundamos el odio para atacar al contrario, al diferente, al que nos cae mal. Ya propagamos bulos incoherentes. Ya discriminamos a un sector de la población, como si no tuvieran suficiente con estar enfermos. Ya nos creímos con el poder de decir lo que está bien y lo que está mal sin saber el verdadero contexto de la situación. Y aún así, lo hemos vuelto a hacer. Solo trato de poner en valor la relevancia de la serie para un caso tan delicado como la muerte de millones de personas.

It’s a sin es necesaria porque…

Porque invita a reflexionar sobre la importancia de concienciar, conocer, estudiar y, sobre todo, visibilizar algo tan simple y cotidiano como la realidad de millones de seres humanos.

Porque intento tener esperanzas en que, aunque sea poco a poco, la historia pasada nos salvará de los errores presentes y futuros. Por favor, hagámoslo.

Porque está creada para honrar a todas aquellas personas que murieron avergonzadas, ocultadas por sus familias. Seres humanos que murieron en soledad porque nadie se quería acercar a ellos, porque sus familiares los alejaron de sus amigos, a quien los culpaba de su enfermedad. Es un homenaje a todos los que vivieron hasta el final y se fueron antes de tiempo. 

Sin nada más que objetar solo os sugiero que si me queréis la veáis. Pero sobre todo que la sintáis.

¡La!

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Tu forma de contar las cosas es simplemente increíble, deseando leer lo siguiente

Cada día mejor!! Deseando leer el próximo

María Sánchez López

Dependienta en Administración de loterías y Apuestas

3 años

Te superas cada día.......

Carmen González García

Coordinadora de equipo | Gestión de equipos | Bienes Inmuebles

3 años

Amazing!!!

Jaime Fajardo Santana

HR & Talent Acquisition Manager @ BestSecret Group | Talent Vitae

3 años

Tan interesante como siempre, compañero!

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