Que no nos duela la conciencia
Empecemos esta conversación con unas palabras muy claras de EPICTETO:
Los casos recientes de niñ@s y jóvenes que asumen en soledad situaciones que sobrepasan lo extremo, al riesgo de poner su vida en el medio (y que desafortunadamente se repiten en la historia y en múltiples geografías) es la razón central de este artículo que empieza con un cuestionamiento para nosotr@s l@s adult@s responsables del proceso de crianza de nuestr@s hij@s.
No se trata solo de educación positiva, de darles mensajes de ánimo y de hablar bonito, estamos hablando de comunicarnos con la verdad, de tener la capacidad y las herramientas necesarias para dar una respuesta clara a la manera en la que estamos construyendo confianza con ell@s.
Ya no hay edad perfecta, el tiempo y la realidad no dan espera para hablar de temas como la sexualidad, las adicciones, el amor propio, la importancia de su voz… en fin, para todo eso que a much@s de nosotr@s nos tocó descubrir por nuestra cuenta.
¡Hoy eso no puede ser! simplemente tenemos que tener el valor de hablar y abordar las cosas por su nombre, para entregarles herramientas correctas que no dependan del miedo o de los tabúes, que les permitan entender qué está bien y qué no, que les ayuden a ver si están aceptando o tolerando algo que no debe ser así y lo más importante:
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¿Cuánta apertura tenemos?
Sabemos que ya no podemos contar que l@s niñ@s vienen de París o emplear la metáfora de las flores y las abejas, hoy nuestras conversaciones con niñ@s grandes y pequeños deben ir al punto, con precisión, con naturalidad, con el lenguaje correcto y sobre todo con honestidad.
Partamos de un buen principio: la malicia, pena, inquietud u otros comportamientos y sentimientos que incluyamos al hablar sobre temas críticos se van a trasladar a l@s menores y por eso es tan importante responder de manera correcta a cada pregunta, confiar en lo que tenemos para decirles y en lo más importante, la intención genuina de orientarlos.
También sabemos, nos guste o no, que ya no hay tema vedado, absolutamente todas las conversaciones por incómodas que sean, sí surgen, son necesarias y requieren desarrollo.
Pero esto exige que cada adult@ deje al lado la ansiedad que le puede generar la situación, que se conozca y reconozca tanto en emoción como en conocimiento para que el espacio no equivalga a un baldado de agua helada que nos cae de repente sino a un paso más en esa consolidación de una relación significativa con su hij@.
Sigue la lectura acá para entender ¿Somos realmente clar@s al entregarles información?
Si buscas más herramientas, conocer experiencias, escuchar a otras personas hablando del poder de la comunicación, te invito a descubrir todo el universo que he construido dentro del libro Comunicar es cosa de niñ@s .
Espero que cada uno de los recursos que te comparto contribuya a la construcción de la confianza y de la voz de tant@s niñ@s que así lo necesitan, la misión está en tus manos, es cuestión de hacer uso de tu #ConcienciadeComunicacion.
Un abrazo