Raffaella Carrá y cómo la dictadura argentina nos quiso hacer creer que hacer el amor era lo mismo que enamorarse

Raffaella Carrá y cómo la dictadura argentina nos quiso hacer creer que hacer el amor era lo mismo que enamorarse

Raffaella Maria Roberta Pelloni creció bailando: su familia solía verla día y noche inventando coreografías en su casa de Bolinia, en Italia. A los 9 años un amigo de la familia, que vivía en Roma, le consiguió un papel en la película Tormento del passato, con el que debutó en el cine. Y al probar una pizca del mundo del espectáculo… no pudo parar.

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Feliz al descubrir su vocación, comenzó a estudiar en una escuela de danzas y de actuación en su ciudad y al terminar el colegio se mudó a la capital italiana, decidida a cumplir su sueño de ser coreógrafa. Pero una inesperada aparición bailando en la RAI selló su destino de diva: los productores la vieron y le dijeron que su futuro debía estar delante de las cámaras.

Ella, testaruda, quiso antes probar suerte actuando pero su paso por Hollywood fue fugaz y desdichado

"A los diecinueve años viajé a Los Ángeles para filmar El coronel Von Ryan junto a Frank Sinatra, que era muy amable conmigo pero no con los demás. Allí, no la pasé muy bien. A las cinco de la tarde los estudios cerraban y todos se alcoholizaban, empezaban a darle al champagne sin parar, me sentía una marciana, muy incómoda. Nunca más quise volver"
Raffaella Carrá


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En 1970 probó con TV y al unir la conducción con la música y con el baile, halló su destino. Se animó cantar en 1973 y al año siguiente llegó su primer disco, escrito y producido por el primero de los dos grandes amores que tuvo en su vida, Gianni Boncompagni.


Lo conocí en una entrevista en la Plaza de España en Roma y me enamoró al instante. Es un grande, en todo sentido. Estuvimos juntos 11 años y me enseñó todo lo que sé de televisión aunque es tan generoso que él siempre dice que yo ya tenía en mí todo lo que necesitaba para triunfar. Pero no es así: fue mi gran maestro. No tuvimos hijos pero crecimos con sus tres hijas y si bien no soy la madre, aprendí mucho de ellas.
Raffaella Carrá


En 1975 debutó en España con tal suceso que adaptó sus hits al castellano y sus temas comenzaron a sonar en Argentina. Llegaban casi de contrabando en vinilos que traían visitantes europeos y en 1978 visitó por primera vez el país. Sin embargo, al editar su disco se topó con la censura. 

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Gianni había co-escrito para ella 'Tanti auguri', una canción que en el italiano original es una oda al amor y el erotismo de una mujer libre e independiente que disfruta del sexo “en el campo y en la ciudad”


Mi vida es una ruleta

Y vos sabés mis números

Mi cuerpo es una alfombra

Donde te vas a dormir

No hay odio, no hay guerra cuando el amor está en la cama

¡Qué hermoso es hacer el amor desde Trieste hasta abajo!

¡Qué hermoso es hacer el amor!


La mia vita è una roulette

I miei numeri tu li sai

Il mio corpo è una moquette

Dove tu ti addormenterai

Ma girando la mia terra io mi sono convinta che

Non c'è odio, non c'è guerra quando a letto l'amore c'è

Com'è bello far l'amore da Trieste in giù

Com'è bello far l'amore io son pronta e tu

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La traducción con la que sonó en España recoge ese espíritu: “Para hacer bien el amor hay que venir al sur”. Sin embargo, los argentinos y las argentinas nunca la escuchamos...


Cuando llegué con la canción Para hacer bien el amor hay que venir al sur a América Latina tuve que cambiar la letra para que no me censuraran y regrabarla diciendo ‘Para enamorarse bien…’
Raffaella Carrá


Fue una censura burda reaccionaria a la frase “hacer el amor”. No era la primera vez que le pasaba: unos años antes el Vaticano había condenado que se vistiera mostrando el ombligo y sacudiendo tanto la pelvis. Sin embargo, Raffaella logró salirse con la suya. En Argentina se cambió “hacer el amor” por “enamorarse” pero dejaron pasar muchas otras composiciones increíbles y de avanzada, como la revelación de que no novio Lucas desapareció después de abrazar a un viejo amigo o el reclamo de que “¡el santo me engañó! ¿dónde está el sadismo? ¿dónde el masoquismo, lo que él me prometió?”. 

La mejor de todas las trampas de Raffaella, sin embargo, es haber logrado que sonara en todas las radios esa oda hermosa a la masturbación que es 03 03 456

03 03 456

Marco y marco 

No hay nadie y no puedo más

La soledad en esta noche es mala compañera

Mi pecho quiere sentir tu peso y ya se desespera

 

03 03 456

Tu teléfono sigue sin contestar

 

03 03 456

Pasó el tiempo y no puedo esperarte más

Mi dedo está enrojecido de tanto marcar

Se mueve solo sobre mi cuerpo y marca sin parar


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La versión italiana es 53 53 456 pero en Argentina… ¡era un número de teléfono válido! Así que optaron por cero inicial para hacer 03 03 456


Las dos veces en que fui censurada, con Tuca tuca y con Para hacer el amor… ¡fueron una ridiculez! No tenía sentido. Hoy esas canciones son enseñadas por las monjas en los colegios
Raffaella Carrá



Leyendo sobre Raffaella sobre su cumple pude conocer más sobre su relación con Gianni. Para él, Tanti auguri pintaba de cuerpo entero cómo era la rubia


Tanti auguri se volvió un verdadero eslogan, un tributo a la libertad sexual, al apasionado espíritu de los italianos. La revolución desencadenada por Raffaella Carrà es aún más disruptiva porque es una mujer la que canta lo hermoso que es hacer el amor ‘en el campo y en la ciudad’. Una mujer libre, afirmada, sensual y sobre todo una mujer protagonista de su tiempo . Una mujer que no da un paso atrás...
Gianni Boncompagni


El amor que se tenían los hizo crecer a ambos en lo personal y en lo profesional: de él fue la idea de Pronto Raffaella?, el programa con el que convenció a la RAI de arrancar sus transmisiones una hora antes de lo habitual, al mediodía. La emisora pasó de tener una señal de ajuste a 14 millones de espectadores en siete días. De ese boom se inspiró Susana Giménez para el primer Hola Susana!, que le copió hasta el nombre.


Pero un día se cansaron y se divorciaron. Raffaella encontró entonces otro amor con el coreógrafo Sergio Japino, responsable de sus shows más importantes. Con él también vivió un amor libre: no hace falta leer entre líneas para saber que fueron felices más allá de las normas tradicionales.

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