Reflexiones del arquitecto Francisco Mangado sobre el museo Oteiza: “un lugar que tiene para mi un valor especial derivado del hecho de encontrarme”
REFLEXIONES SOBRE OTEIZA.
Francisco Mangado. Arquitecto. Patrono Fundador de la Fundación Arquitectura y Sociedad
Me gusta, cada cierto tiempo, subir a Alzuza, un pequeño pueblo al norte de Pamplona. El motivo es la visita al museo Oteiza ubicado en una obra realizada por Saenz de Oiza para el escultor. Es un lugar que tiene para mi un valor especial derivado del hecho de encontrarme, por un lado, con el cúmulo de experiencias que se disfrutan mientras se pasea entre la obras del autor. Por otro y no menos importante por respirar la intensidad creativa e intelectual que debió desarrollarse allí durante los años de trabajo del maestro. Tan atractivo como ver las obras resulta visitar el taller, su lugar de trabajo , donde se pueden apreciar la cantidad de documentos y “fragmentos” varios que dan idea de lo que debió ser una de los trabajos más intensos o y creativos en la historia de la creación en nuestro país
Me ayuda tanto lo que veo como lo que siento. Seré sincero. Seguramente tiene algo de autoayuda en el sentido de que mi manera de enfrentarme a las cosas de la arquitectura y otras que me interesan, tienen también algo de explosivo, aún a riesgo de lo razonable.
Algo que ,en muchas ocasiones, me preocupa sin que pueda evitarlo y que, siendo honesto , me hace dudar acerca de la bondad del resultado. Descubrir que otro temperamento tempestuoso, todo el mundo sabe de la intensidad del maestro, también en sus relaciones personales, es capaz de dar origen a lo que podemos contemplar en Alzuza , supongo que me tranquiliza a la vez que me estimula. También me enseña cuanto queda por recorrer. No me cuesta nada imaginar las alegrías e ilusiones del escultor, aislado en su mundo, cada vez que se “encontraba” con un descubrimiento en su deambular creativo. Tampoco el efecto que algún contratiempo podía suponer en él. Todo lejos de las “ medias tintas” , sin tregua. Como he dicho, explosivo. La fusión de vida y trabajo en el mismo proceso de búsqueda y creación. Sin límite. Sé que es difícil de explicar pero no de sentir. En todo caso a mi me ayuda a seguir transformando mis dudas y complejos, si no en certeza, si en optimismo. Ello también explica que en mis visitas a Alzuza no siempre vaya solo y me haga acompañar, cuando puedo ,por amigos y especialmente alumnos con los que compartir este sentimiento relativo a las actitudes tanto como a los resultados. No son posibles estos sin aquellas.
Una de las cosas que más me fascina es el esfuerzo que el escultor realiza para transmitir su pensamiento abstracto. Un conocimiento abstracto, que propone recorrer los mismos caminos entre razón e intuición por los que él anduvo. Estamos pues ante una actitud académica, no se si consciente, y una obra de arte global. Entre arte, ciencia y filosofía. Ello resulta fascinante. Desde luego para acercarse a esta obra hace falta un esfuerzo pues el autor nos obliga a pensar .
Tenemos la ayuda de sus escritos, sus poesías o sus fórmulas. Nada es casualidad o al menos eso pretende el escultor. Este esfuerzo también debería darse en la arquitectura que, a fin de cuentas, nunca es tan abstracta. ¿Por qué en ocasiones resulta tan inexplicable?.
El proceso creativo y la sucesión de resultados en el tiempo tienen tanto o más valor que la obra que se presenta como acabada. Junto a las obras existen cientos de tizas, papeles, escritos, fórmulas, frases, que pretenden enseñar como podemos acercarnos a las experiencias abstractas y a los pensamientos del autor. No creo que estos actos de exigencia conceptual, también de generosidad al intentar el autor explicarlos, estén presentes en otros casos. El esfuerzo por explicar que podemos entrever en los textos, escritos y demás documentos que acompañan a la obra dotan a esta de un valor singular. No hay obra sin pensamiento.
Así se puede entender que Oteiza esté en el origen de algunos de los más importantes caminos de la escultura posteriormente desarrollada por otros autores. Son obras en muchos casos surgidas de fragmentos Oteizianos. Pero en general les resulta difícil mantener la intensidad de pensamiento presente en su origen. Se trata de esculturas que nos pueden remitir a Oteiza pero que ,tras un análisis mas serio ,se perciben como más inmediatas, fáciles, reducidas en muchos casos a una interpretación manierista del mismo tema. Aburridas, como la arquitectura que se repite siempre a si misma. Al final, banal.
Pensamiento y obra, al unísono, convierten el proceso en algo sustancial. No es sólo instrumental, es generador de ideas y contenidos.
Consideración esta de gran valor si la aplicamos a la lógica del proyecto arquitectónico. Deben existir contenidos y no solo casualidades. Pensamiento, proceso y obra son uno solo . Y la obra final destila la densidad del proceso. Oteiza trata de describir este proceso y el pensamiento que lo sustenta con fórmulas matemáticas, explicaciones geométricas, poesías medidas, referencias filosóficas….estos son sus instrumentos. Bellos y también abstractos. El escultor, en este caso, es el que intenta transmitir la esencia de la escultura . Las series , en mi opinión, son el trabajo que mejor expresa esta voluntad de Oteiza por darnos a conocer el proceso de su pensamiento escultórico.
La contemplación de las series de tizas o de otros materiales nos traslada a una manera de pensar en el espacio diferente. De las series de tizas, de maderas, de alambres… puede sugerir muchas cosas además de la fuerza y la belleza que cada una de ellas lleva implícita. Cada serie en su conjunto, adquiere una condición unitaria superior a la suma lineal de cada uno de los elementos, ofreciendo una visión total, que también resulta dinámica. Oteiza llega a representar una síntesis con valor propio fraguado en la sucesión de estos pequeños momentos que son cada uno de los componentes de la serie. Un poco como las secuencias y planos que se unen para dar origen a la película. Todos los elementos , cada uno susceptible de un análisis detallado, buscan la coherencia en la unidad del conjunto. La contemplación de estas series nos acerca al proyecto de arquitectura, a la idea de la identidad del todo, entendida esta como algo que transciende a la suma de los elementos pero , a la vez, sin menospreciar el valor de cada uno de ellos. A la idea del sistema en donde son tan importantes las relaciones, el tránsito entre los distintos elementos, como estos últimos.
Cuando subo a Alzuza y visito el museo, las piezas que más me atraen son, por una parte, aquellas en donde el volumen esta recortado, o excavado . Por otra las que resultan del pliegue leve o la inclinación de planos. Ambas tienen algo de acción primitiva. Elemental pero muy intensa. En las primeras el vaciado es algo mucho más activo y sugerente que la propia materia preexistente. Donde se ha producido la sustracción, dando lugar a convexidades y concavidades , se pueden intuir momentos espaciales de gran intensidad , ciertamente ambiguos, que fácilmente nos pueden trasladar a un mundo de sugerencias arquitectónicas. En el caso de los pliegues de chapas y cintas metálicas descubro como la belleza puede estar en un simple gesto, en un pequeño plegado, en doblar algo tan sencillo como un alambre o una chapa. En este caso intuyo claramente la fina linea que separa la zafiedad de aquello que es capaz de suscitar las mayores emociones. Todo forma parte de una misma realidad aunque se recorra en caminos paralelos. Un simple gesto es capaz de emocionar. También algo de esto pasa en la arquitectura. Nada es menor. Todo, cualquier elemento y circunstancia, es una oportunidad. Además el resultado formal de los planos inclinados me es especialmente sugerente, y en ocasiones los recuerdo cuando dibujo mis plantas. En todo caso, como digo, estas esculturas son las que más me sugieren.
Hablando de piezas surgidas a partir de un excavado, de incisiones y cortes, existe una serie que me resulta mágica. Que la tengo siempre en mi mente y que , en ocasiones, solo ella, ha merecido el viaje. Hablo de “ la tierra y la luna “, el “ día y la noche “. Esta serie, junto con la pieza titulada “ la vía láctea” resultan especialmente intensas. Viéndolas , no nos cuesta imaginar su conexión con las esculturas mas arcaicas. Se trata, creo yo, de la búsqueda de la esencia que ,como tal, supera el tiempo . Su abstracción conecta con lo más primitivo. Me intrigan las líneas, los cortes y las pequeñas incisiones y hendiduras, en forma de puntos, que acaban conformando las superficies de la “ vía láctea”. Como un antiguo jeroglífico sobre la piedra. Todo misterio. En estas piezas, ya si hablamos en términos plásticos, menos sustantivos por lo tanto, fascina la importancia del contrapunto como mecanismo de expresión artística. Otra inspiración para la arquitectura.
El vacío como ausencia de algo previo.
Vacío como acto de sustraer, vacío que es eliminación, y que por lo tanto implica referencia previa. Para mi esta idea se ha convertido, de manera abstracta, en uno de los instrumentos más útiles para hacer arquitectura, no utilizado este de manera inmediata y sin reflexión, sino de manera más sustantiva. Vaciar o recortar una planta, o una sección, puede estar en el origen de resultados espaciales de gran valor.
Oteiza es seguramente uno de los escultores que más atracción genera entre los arquitectos. No estoy muy seguro de que esta influencia vaya más allá de la apreciación inmediata. La intensidad plástica de su obra es tal, la cantidad de caminos por él sugerida es tan numerosa, que se corre el riesgo de que esta influencia quede en lo más superficial, en lo más banal, como ocurre con muchos de sus seguidores en el campo de la escultura. Creo no obstante que la autentica influencia de su trabajo debe quedar en un plano más oculto, que sea difícil de reconocer incluso, más cercano a los principios y a la sustancia . Lo que más me ha interesado del artista Oteiza ,que he procurado utilizar haciendo mi trabajo , tiene que ver con la búsqueda, con la curiosidad, con los caminos avanzados y abandonados, con el ir y venir, con la prueba y el error, con los procesos, con las razones, con la necesaria intensidad de ese trabajo que es el proyecto de arquitectura.