Reflexiones post EXPOCECOFERSA
Cerramos la feria de EXPOCECOFERSA, la segunda de las 4 ferias a las que asistiré después de verano y hasta finales de año.
Esta feria peculiar, y digo peculiar por que los mismos organizadores, la denominan la “feria al revés”, tiene la particularidad de ser una feria privada y de que, aún estando del lado del proveedor, los estands son del cliente. Me explico, en esta feria, los estands modulares, sin nada de decoración y solo provistos de una mesa y 4 sillas, están ocupados por nuestros clientes y nosotros, los proveedores, con unas citas previamente pedidas acudimos a visitar a los clientes, por eso, la “feria al revés”.
Este formato, fue novedoso en sus inicios y resultaba bien, al mismo tiempo que era productivo, pero, cómo casi todas las ferias ha ido perdiendo interés.
Esto me lleva a pensar, que en nuestro sector, el del suministro industrial y el ferretero, que seguimos haciendo las mismas acciones comerciales que hacíamos antaño, tanto a nivel de ferias, que creo que en muchos sectores pasa, están siendo formatos obsoletos. De esta afirmación sacaría la última feria que me toca, Metalmadrid, de la que ya hablaremos y que ha conseguido salir de ese bucle de hacer siempre lo mismo y está creciendo con fuerza mientras que el resto languidecen año tras año.
De la misma manera, la forma de relacionarnos con nuestros usuarios a través de nuestra red de distribución también merece cierta reflexión, montar una jornada de puertas abiertas y esperar que los usuarios aparezcan de la nada, no parece una buena idea, sin embargo, en muchos casos es habitual y cuando te encuentras quien ha trabajado bien, o muy bien su jornada, el único reclamo que le sirve al usuario suele ser el gastronómico y raras veces vuelves a casa con la sensación de utilidad de estas jornadas.
Sin embargo, cuando un cliente invierte tiempo en preparar a sus clientes para visitas de un demostrador en su casa y con una necesidad detrás, los resultados son espectaculares, pero pocos están dispuestos a invertir ese tiempo en aras de un resultado que siempre nos deja satisfechos a ambos.
Al final y cómo siempre en el mundo comercial, se trata de reinventarse o morir…
Y yo, prefiero reinventarme si hace falta 1000 veces.