Reflexiones sobre Sócrates y la Inteligencia Artificial Generativa
no necesita saber lo que es ciertamente justo, sino lo que parece tal a la multitud encargada de decidir; ni tampoco lo que es ciertamente bueno y bello, sino lo que tiene las apariencias de la bondad y de la belleza. Porque es la verosimilitud, no la verdad, la que produce la convicción.
Platón, Diálogos, Fedro
Siendo una persona que se dedica a la escritura —como autor y traductor literario o periodista, corrector de estilo, copywriter, UX Writer, etc.—, la cual también es amante de la lectura y los libros, me interesan sobremanera las nuevas tecnologías y herramientas que han surgido para reinventar esta milenaria actividad.
Al reflexionar sobre ChatGPT de una manera profunda, sin adherirme a los «apocalípticos» ni a los «integrados» —en términos de Umberto Eco—, di con la figura del filósofo ateniense Sócrates, a partir de lo transmitido por su discípulo Platón. Sin afán de forzar la comparación mediante una frase célebre, opté por remitirme a los textos y dilucidar los pensamientos de este hombre que bien podría ser un habitante de esta época y cuestionar nuestro comportamiento actual.
Es sorprendente cómo por momentos pareciera que la conversación —más allá de la interpretación contemporánea— nos habla de programas y dispositivos concretos como el GPS, las computadoras, los teléfonos celulares y, por supuesto, las aplicaciones de Inteligencia Artificial (Dall-E, Gemini, Midjourney, etc.) que generan nuestra admiración y nuestro temor al mismo tiempo —remedios y venenos como leeremos más adelante— en detrimento de nuestra propia intuición. También destacan temas como la supuesta sabiduría, la pedantería, la superioridad moral, etc.
¡Bienvenidos sean el conocimiento y la reflexión aun cuando trastoquen nuestras creencias o denosten nuestro modus vivendi!
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En el diálogo platónico Fedro o de la belleza, Sócrates le cuenta la siguiente historia a su interlocutor: El dios Teut, inventor de los números, el cálculo, la geometría, la astronomía, el ajedrez, los dados y la escritura, visitó al Rey Tamus, quien gobernaba en Egipto, para explicarle las bondades de cada uno de sus inventos y promoverlos entre los habitantes de su reino.
Cuando tocó el turno de la escritura, Teut garantizó que «los haría más sabios y serviría a su memoria». Apuntó que había descubierto un remedio contra la dificultad de aprender y retener —en griego la palabra phármakon significa simultáneamente «remedio» y «veneno», no como una oposición sino como un complemento. Sin embargo, Tamus lo refutó diciéndole que los efectos de la escritura serían los contrarios: «La escritura no producirá sino el olvido en las almas de los que la conozcan, haciéndoles despreciar la memoria; fiados en este apoyo extraño dejarán en caracteres materiales el cuidado de conservar los recuerdos, cuyo rastro habrá perdido su espíritu. Tú no has encontrado un medio de cultivar la memoria, sino de despertar reminiscencias [...] cuando vean que pueden aprender muchas cosas sin maestros, se tendrán ya por sabios, y no serán más que ignorantes, en su mayor parte, y falsos sabios insoportables en el comercio de la vida».
Sócrates también arremete contra escritores, lectores y textos por igual, anulando la metáfora de la poeta estadounidense Emily Dickinson de que «no hay mejor fragata que un libro / para llevarnos a tierras lejanas»: «El que piensa transmitir un arte, consignándolo en un libro, y el que cree a su vez tomarlo de éste, como si estos caracteres pudieran darle alguna instrucción clara y sólida, me parece un gran necio [...] si piensa que un escrito pueda ser más que un medio de despertar reminiscencias en aquel que conoce ya el objeto de que en él se trata».
Finalmente, el filósofo llama a la escritura —o con mayor precisión, al texto escrito— un «vano simulacro» y la equipara con las pinturas, argumentando que «parecen vivas, pero interrógales, y verás que guardan un grave silencio. Lo mismo sucede con los discursos escritos; al oírlos o leerlos crees que piensan; pero pídeles alguna explicación sobre el objeto que contienen y te responderán siempre la misma cosa. Si un escrito es insultado o despreciado injustamente, tiene siempre necesidad del socorro de su padre; porque por sí mismo es incapaz de rechazar los ataques y de defenderse».
Esperemos que este breve artículo no requiera de mi auxilio...