Reparar los destrozos a cambio del salario del terror
Supongamos que los peruanos que secuestran y destruyen ciudades, se apoderan de carreteras, incendian propiedad pública y privada, matan policías, apedrean ambulancias, provocan la muerte de personas que no logran atención médica a tiempo y perpetran cuanto destrozo esté al alcance de sus manos, lo hacen en el fondo porque la pandemia y el desgobierno de Castillo los condenó al desempleo.
Descartada por boca de ellos mismos la posibilidad de que la virulencia de sus actos tenga por finalidad la convocatoria a una asamblea constituyente y la confección de una nueva constitución, solo queda pensar que semejantes desmanes son motivados por la falta de ocupación.
Así las cosas, oficiosos como son en sembrar las vías de rocas, lanzar piedras o en prender fuego a los bienes ajenos, bien podría el gobierno de Dina Boluarte proponerles detener sus delictivas andanzas a cambio de trabajo. Si trabajo es lo que quieren, eso no se los va a dar una asamblea constituyente ni nada de lo que les hacen repetir sus falsos profetas. De manera que les convendría hacer un alto y entender que lo que hacen solamente los conducirá a una cárcel.
Y el empleo más idóneo para estos perturbados peruanos no podría ser otro que el de limpiar, reparar y subsanar todo aquello que han arrasado durante dos meses de ataques incesantes. Sospecho que la oferta pecuniaria superaría largamente a esa especie de salario del terror que perciben por ahora, pero sobre todo reducirían en parte esa pena que tienen con la inmensa mayoría de peruanos deseosos de vivir en paz.