RESPONSABILIDADES DEL URBANISMO ANTE LOS PROBLEMAS EMERGENTES DE LAS CIUDADES ACTUALES
El Urbanismo ante los problemas emergentes de las ciudades actuales

RESPONSABILIDADES DEL URBANISMO ANTE LOS PROBLEMAS EMERGENTES DE LAS CIUDADES ACTUALES

El urbanismo en los últimos años ha tendido hacia modelos insostenibles de ciudad dispersa y difusa al plantear nuevos desarrollos de baja densidad en coronas más exteriores y de manera desestructurada y desconectada en muchos casos de la trama urbana más compacta. Así el principal problema que surge son las urbanizaciones sin suficientes servicios y equipamientos públicos de proximidad, generadora de movilidad motorizada privada, y convirtiéndose en espacios urbanizados sin la riqueza y vida de la ciudad compacta, equipada y sostenible. Ello ha sido posible gracias a la complicidad (e irresponsabilidad) de administraciones públicas, promotores de suelo y técnicos y urbanistas, que, en no pocas ocasiones, no han orientado sus políticas y negocios a los ciudadanos y sus condiciones de vida en las ciudades sino a sus propios intereses y a maximizar todo lo posible los aprovechamientos urbanísticos.

El urbanismo dominante en los últimos años ha sido también victima de los intereses capitalistas y de la especulación. El valor suelo y los activos inmobiliarios han sido moneda de cambio de modelos económicos y desarrollo basados en la industria de la transformación urbanística como fuente de valor económico, y no como fuente de valor para la ciudadanía. El urbanismo debería garantizar a los ciudadanos en suficientes condiciones de equidad el acceso a los bienes y servicios que se dan en la ciudad (vivienda, transportes, espacio público, sanidad, educación, etc.), y contribuir además, desde el urbanismo, a las transformaciones socioeconómicas culturales y políticas de tal modo que también se garantice la ética urbanística y lo que ha venido a denominarse el derecho a la ciudad.

Como se ha dicho anteriormente los modelos de ciudad dispersa, fragmentada y difusa no generan ciudad sino insostenibilidad y desigualdad debido a la falta de equidad dotacional y de accesibilidad a los servicios y equipamientos de la ciudad. la no ciudad. Se ha ejecutado muchos barrios sin ninguna vinculación con la ciudad y sin suficientes servicios, centros comerciales y polígonos industriales que han generado espacios monofuncionales sin complejidad de usos, y ubicados de manera dispersa por la ciudad generando una movilidad motorizada entre puntos de la ciudad poco sostenible, y a veces depredadora del espacio público en detrimento de un urbanismo de proximidad que fomente más los recorridos peatonales y los espacios estanciales. Todo lo anterior genera unas deficiencias y externalidades y costes para la ciudad y sus ciudadanos como son los altos costes ambientales y sociales: contaminación, congestión, ruido, ineficiencia energética, falta de espacio público de calidad, insuficientes espacios verdes o la calle como lugar de tránsito más que de convivencia.

Por otra parte, ocurre también que en muchas ciudades debido a los intereses económicos y a la presión turística, los centros se gentrifican, se crean barrios de segundas residencias muy homogéneos y sin vida, la ciudad se orienta más al turista y a los intereses económicos de su sector que al ciudadano, y progresivamente, se crean ciudades más para invertir que para vivir, de tal modo que las clases más pobres o populares se ven amenazadas y excluidas de la ciudad perdiendo derechos y calidad y sostenibilidad de un entorno urbano orientado a una ciudadanía con igualdad de oportunidades de acceso a la ciudad y sus servicios. Ello genera fragmentación y desigualdad espacial, y además se genera zonas de la ciudad sin conexión ciudadana con ella. Marbella, donde resido, es un claro ejemplo de ciudad difusa y dispersa.

Sin embargo el modelo urbano debe cambiar para afrontar los problemas emergentes de las ciudades, como son la lucha contra el cambio climático y contra la desigualdad, buscando espacios más resilientes y sostenibles social, ambiental y económicamente. Hay que buscar de nuevo la ciudad compacta, diversa, compleja, resiliente, eficiente , sostenible y conectada y accesible a todos los ciudadanos. Es la mejor manera de garantizar el derecho a la ciudad, que debe pasar por cambiar el paradigma en la planificación y diseño urbanos. Ahora debe diseñarse las ciudades desde el espacio público hacia el privado y no al contrario como hasta ahora, convirtiéndose así el espacio público en algo residual del proceso urbanizador.

Desde el punto de vista de las técnicas urbanísticas utilizadas, sin duda los tipos de instrumentos de planificación urbanística utilizados también han contribuido a la especulación y a los problemas emergentes de las ciudades ya comentados anteriormente. Para hacer frente a dichos problemas se necesita de una nueva urbanística, es decir, apostar por nuevos métodos, técnicas e instrumentos de planeamiento urbano, menos rígidos y deterministas, en donde los Planes Generales de Ordenación Urbana deben tener una naturaleza y carácter más holístico y estratégico, ser más flexibles y simplificar sus contenidos tal y como por otra parte propugnan las nuevas estrategias y agendas urbanas nacionales y regionales que se vienen aprobando en el marco estratégico global de la Agenda 2030 y la Nueva Agenda Urbana.

En la Nueva Agenda Urbana, aún siendo cuestionada su utilidad y sin ser un instrumento vinculante, se indica la necesidad de mejorar el sistema tradicional de planeamiento urbanístico, dotando de un mayor carácter estratégico a los Planes Generales y remitiendo la ordenación pormenorizada al Planeamiento de Desarrollo, que es más ágil y flexible en su modificaciones y revisiones.

La planificación urbanística hay que reconsiderarla en el sentido de hacer planes más sencillos, eliminando contenidos innecesarios, superfluos, que sean más flexibles y ágiles. Además hoy concurren varios instrumentos de incidencia en la ordenación urbanística como son los Planes Estratégicos de las ciudades y las Agendas Urbanas que son marcos estratégicos con directrices no vinculantes pero indicativas de la mejor manera de hacer ciudad. Hace falta una clara estrategia territorial y municipal, un proyecto de ciudad que se adapte flexiblemente a las circunstancias de cada momento. Hay que ir por tanto a planes estratégicos que definan directrices y objetivos con indicadores comparativos y de seguimiento. A partir de dichos planes estratégicos definir los instrumentos de planificación urbana con ordenación mas pormenorizada y con mayor flexibilidad sin salirse de las directrices y normas indicativas de aquéllos.

Las ciudades, como unos espacios ocupados del territorio, son cada vez más dinámicas y cambiantes y han de contar con una clara estrategia de desarrollo urbano y una concepción y jerarquía de instrumentos de planeamiento más enfocada, como se ha dicho, a la flexibilidad, agilidad, transparencia, participación ciudadana y adaptación permanente de toda la ordenación urbanística en su conjunto a las necesidades cambiantes de la ciudades, de sus ciudadanos y de sus proyectos estratégicos de desarrollo e inversión de cada momento.

Las ciudades compiten hoy más que nunca con planes y proyectos urbanos para ser municipios sostenibles y atractivos a la inversión, a la actividad económica y turística (Barcelona, Málaga, Valencia, etc.). Pero se precisa garantizar un urbanismo más sostenible e inclusivo que genere oportunidades de igualdad, de acceso a la vivienda, de inversión y desarrollo de la calidad de vida urbana para todos los ciudadanos.

En definitiva, los instrumentos de planificación y ordenación, es decir, la técnica urbanística, ha de revisarse y orientarse también para hacer posible los nuevos modelos de urbanismo, asimismo, orientados a ciudades más compactas, complejas y sostenibles que promuevan el derecho a la ciudad de todos los ciudadanos reduciendo brechas espaciales y sociales.

Inicia sesión para ver o añadir un comentario.

Otros usuarios han visto

Ver temas