Retos nunca vistos requieren soluciones nunca vistas: ciencia, tecnología e innovación son más necesarias que nunca.

Retos nunca vistos requieren soluciones nunca vistas: ciencia, tecnología e innovación son más necesarias que nunca.

La expansión de la covid-19 durante este año ha supuesto un golpe enorme para todos nosotros a muy diferentes niveles: empezando por el más importante, el fallecimiento y el deterioro de la salud de muchas personas alrededor del globo, pero también, a un segundo nivel, de impacto económico y social masivo en muchas regiones donde la economía se está viendo seriamente afectada. 

Finalmente, y como tercera consecuencia derivada, la pandemia ha supuesto también cambios en cómo nos relacionamos entre nosotros como seres sociales, con nuestro entorno cercano, cómo consumimos y en general, en la manera en que interactuamos con un “mundo físico”, que de alguna manera y tras esta crisis, percibimos como una posible fuente de amenazas a nuestra salud y estilo de vida de la que hasta ahora no habíamos sido conscientes.

Hiper-aceleración de la digitalización y de los sistemas tecnológicos como consecuencia de la crisis.

Esta crisis ha generado cambios enormes y dolorosos, pero también ha acelerado otros cambios socioeconómicos y culturales que en el fondo ya estaban ocurriendo y simplemente han encontrado el contexto adecuado para desarrollarse a mayor velocidad: relaciones y comunicación online, teletrabajo, masificación e-commerce, automatización y robótica mainstream (incluyendo vehículos autónomos), tecnología de trazabilidad, biometría, aceleración aplicaciones de inteligencia artificial y de redes descentralizadas de comunicación, impresión 3D asequible, inversión en biotecnología, aceleración del e-learning, sistema de identidad digital, impulso de servicios streaming y real-time, logística avanzada, etc. 

Sin duda, esto generará diferentes oleadas de impactos, desde aquellos a corto plazo derivados del parón económico pero a la espera de reactivarse - quizás de otra manera o con algunos cambios importantes - como el turismo o la restauración, a aquellos que simplemente han experimentado un acelerón derivado de la tendencia preexistente y que tendrán que reinventarse durante los próximos años para resurgir con modelos distintos.

Porque las palabras claves para superar, en mi opinión personal, esta crisis que estamos viviendo son re-imaginar, re-inventar, re-diseñar: volver a pensar cómo hacer aquello que hacíamos para que encaje en este nuevo contexto que ha aparecido en nuestras vidas al que no nos queda más remedio que adaptarnos en un ejercicio de darwinismo puro. 

La capacidad de adaptarnos al entorno, como humanos pero también como sociedad tecnológica, para superar los retos que el presente nos plantea

Como decía Charles Darwin, no es la especie más fuerte ni la más inteligente la que sobrevive, sino la que mejor sabe adaptarse

Tenemos que aprender a adaptarnos al nuevo contexto y poner nuestros esfuerzos conjuntos a funcionar y cooperar para superar este momento. No sólo en el aspecto sanitario y social, sino también en los ámbitos del trabajo, el emprendimiento, la educación, los servicios: debemos reinventar nuestro mundo para adaptarlo al momento que estamos viviendo, y es ahí donde el talento, el esfuerzo y la creatividad de las personas, especialmente las de aquellos que dominan las herramientas más potentes de nuestra época (la tecnología, las ciencias, la ingeniería, etc) tienen un rol fundamental que jugar para superar un reto al que no podemos permanecer ajenos. 

Hacemos falta todos para superar con nota este momento y construir un mundo mejor a partir de este punto de partida que nos hemos encontrado inesperadamente. Pero sobre todo, hacen falta aquellos que dominan las palancas clave de nuestro tiempo para reinventar el mundo y superar los nuevos retos.

No debemos olvidar que ya antes de esta crisis estábamos viviendo un momento de cambios acelerados derivados de la aceleración exponencial de las tecnologías y de la economía de la era digital. Esta crisis, en algunos aspectos concretos, solo ha adelantado algunos de esos cambios y nos ha obligado a afrontarlos directamente a mayor velocidad. 

Ante la aceleración de los cambios y de los retos y problemas que nos plantean, aceleremos la búsqueda de soluciones

No vivíamos una Era de cambios, sino un cambio de Era que nos llevaba a un mundo post-digital derivado del impacto de las fuerzas STEM y especialmente, de la tecnología y la robotización/automatización de las industrias y la mayoría de los sectores. Todos sabemos lo que ha supuesto la explosión tecnológica de la última década y cómo ha transformado nuestro día y la sociedad en que vivimos. Pero además, somos conscientes de que existen sucesos exógenos, ajenos a nuestra cotidianidad que pueden hacer que las cosas cambien, de un solo golpe y tal vez para siempre. Después de lo que hemos vivido como sociedad en estos últimos meses, creo que esa es una certeza de la que nos hemos concienciado todos nosotros un poco más profundamente. 

Durante este año, hemos sido arrasados por un tsunami que nos ha hecho que nos enfrentar cara a cara problemas para los que no estábamos preparados o que no habíamos sido capaces de ver.  Afortunadamente para abordar estos retos, también contábamos con algunas herramientas científicas y tecnológicas que nunca antes habíamos tenido en nuestras manos. Imaginaos vivir esta crisis sanitaria en un mundo pre-digital y lo que hubiese supuesto para todos nosotros. Una sencilla pregunta: ¿Cómo hubiese sido el confinamiento, el trabajo, la vida diaria sin Internet en nuestras vidas? Terrible. 

Heráclito ya decía allá por el 500 a.c. que “lo único permanente es el cambio” y su reflexión no ha dejado de estar vigente ni un sólo minuto desde entonces. Muy al contrario, como sociedad somos cada vez más conscientes de esta verdad incómoda pero rotunda que condiciona como resolvemos el presente y nos enfrentamos al futuro. Hay cambios previsibles y otros, que llegan rápidos e imprevisibles como una tormenta de verano, descargan y se van, dejándonos lidiar con las consecuencias. 

El futuro no puede pararse, pero puede anticiparse y ser reimaginado.

A los tecnólogos, la Ley de Moore o la de Rendimientos Acelerados de Kurzweil nos sirven como marcos de referencia para gestionar el cambio permanente en la tecnología y su aceleración exponencial hasta llegar al límite que la propia ley suele acabar marcando. Es entonces cuando normalmente, aparece otra tecnología que la supera para seguir aumentando la velocidad de los avances. Como decía Arthur C. Clarke en su tercera ley, cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia. 

Estas leyes, nos ayudan a pronosticar de alguna manera lo que está por venir y a prepararnos para ello como tecnólogos, a aprovechar sus ventajas y anticipar los retos que nos vamos a encontrar para ir trabajando para superarlos: usándolas podemos saber, de algún modo, con qué recursos contamos en el futuro para enfrentar los problemas o aprovechar las oportunidades que todavía no han aparecido. 

Ya vivíamos en un entorno VUCA a nivel global mucho antes de que oyéramos hablar por primera vez de la Covid-19. Hace apenas un año (¿sólo un año?) estábamos hablando de los grandes retos de nuestra era: cambio climático, desigualdad social, cuarta revolución industrial o el impacto de la automatización en el mercado laboral presente y futuro. Aprender a vivir y tomar decisiones en entornos VUCA parecía reservado a una parte de la sociedad especialmente para tecnólogos, futuristas, investigadores, empresarios o startups innovadoras era el contexto habitual. Ahora las cosas han cambiado.

De repente, hace unos meses, nos encontramos con un evento, un baño de realidad duro y complejo, posiblemente el más duro de nuestra generación, nos ha hecho darnos cuenta de qué volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad son términos con los que vamos a convivir todos durante mucho tiempo. Y el reto todavía no ha terminado: no ha hecho más que empezar. Estamos de lleno inmersos en él y tenemos que descubrir juntos cómo superarlo. 

Estos eventos infrecuentes, estos puntos de inflexión, suceden de modo inesperado en la historia y pueden cambiar nuestra concepción del mundo y el orden de nuestras prioridades como sociedad. Podemos llamarlos Cisnes Negros, eventos diruptivos o cambios abruptos, dependiendo de la rareza, frecuencia y la probabilidad de ocurrencia en el tiempo que presenten. De hecho, para Nassim Nicholas Taleb, autor que popularizó la famosa teoría del Cisne Negro, la aparición del Covid-19 no sería uno de ellos, sino un cisne blanco (también lo llaman un “rino gris”) que no hemos tenido en cuenta durante demasiado tiempo. Sería un evento posible, de gran impacto y detectable en cuanto empieza a producirse pero al que, por lo que sea, no se había prestado suficiente atención con la anticipación necesaria para controlar su impacto. Para los tecnólogos, los futuros cambios digitales son rinos grises, e intentamos anticiparnos a ellos, para superar esos retos y detectar posibles oportunidades.

En cualquier caso, más allá de etiquetas, lo que sí es importante es ser conscientes de que un evento de este tipo nos golpea a todos de una u otra forma, no deja a nadie fuera de su impacto y todos tenemos la misión de colaborar, trabajar juntos y aportar nuestro grano de arena para resolver lo que puede ser uno de las mayores disrupciones (“interrupción o ruptura brusca”, según la RAE) que vivamos en nuestras vidas. Nuestra misión es volver a transformar el mundo y encontrar soluciones para esos problemas nuevos que todos, en mayor o menor medida, estamos viendo aparecer en cualquier espacio y ámbito. 

Porque nuestras vidas, nuestra sociedad, ha sufrido una ruptura profunda, una interrupción brusca y repentina de la “normalidad” que tenemos que contrarrestar uniendo fuerzas y talentos. Hemos sufrido una disrupción profunda y violenta de ese constructo que es la cotidianidad y que solo será posible contrarrestar generando una disrupción aún mayor a través de la unión de todos nuestros recursos, talentos, conocimientos, experiencias vitales y creatividades individuales y colectivas. 

Disrumpir la disrupción que sufrimos: re-inventemos el presente para abordar los retos del futuro que se nos plantean

Parafraseando aquella máxima clásica de Silicon Valley, “o disrumpes o eres disrumpido”. Y no deberíamos dejar que esto nos disrumpa como sociedad. Creo que tenemos que hacer aquello que se le pedía a las compañías en 2007 cuando aparecían startups y competidores nativos digitales que cambiaban el status quo y movían para siempre los cimientos del modelo: reinventémonos. Disrumpamos a lo que nos disrumpe. 

Pongamos todo nuestro esfuerzo como sociedad diversa, resiliente, creativa y preparada para transformar este mundo en un mundo mejor que supere los retos post-covid. 

Hagamos nuestra aquella máxima de “la necesidad es la madre de la invención” y aprovechemos el momento de mayor evolución de la ciencia y tecnología de la historia, de mayor número de personas preparadas que jamás han coexistido simultáneamente sobre la Tierra. Unamos fuerzas grandes compañias, startups, administraciones, investigadores, ingenieros, emprendedores, creativos, etc. para marcar un punto de inflexión que contrarreste los efectos de un evento que ninguno hemos elegido. 

Transformemos el mundo que nos viene y convirtámoslo en el mundo futuro en el que querríamos vivir, un mundo de innovación y trabajo en equipo, que puede superar cualquier suceso inesperado por muy doloroso que sea, porque cuenta con una sociedad capaz de generar un evento aún mayor y con un impacto más fuerte y poderoso. Disrumpamos a lo que nos disrumpe. 

Somos capaces de hacerlo y estoy seguro de que lo haremos si trabajamos juntos hombro con hombro.

Luis Martínez Ordoñez

IT manager | Digtal Transformation Manager | Arquitecto digital | IT Director | CTO | Director de proyectos

4 años

Excelentes reflexiones. Las ucronías no son terreno que facilite el avance, pero es estremecedor pensar 'que hubiera pasado si...'. Estoy de acuerdo en que el futuro que imaginamos, y que queremos hay que empezar a construirlo ya, volviendo a los orígenes, aprovechando la tecnología en favor de las organizaciones y las personas, y prescindiendo de lo superfluo y lo banal, lo que no aporta valor real. Identificar lo verdaderamente importante, lo que es valioso, lo que de verdad tiene impacto, es lo más difícil, en mi opinión. El resto es simplemente actitud.

WoW lo de las gafas? Lo has probado???

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