No sé prevenir los conflictos
Prevenir y superar los conflictos familiares, sin duda, es mucho decir. Seguramente se trata de la tarea más compleja, porque parece que los humanos estemos diseñados para hacer precisamente lo contrario. A veces tengo la sensación de que soy un generador de conflictos permanente. Los he tenido de todas clases: con mis padres, hermanos, esposa, amigos, proveedores, clientes y, por supuesto, hijos.
Algunos los he sabido superar, otros no tanto y unos terceros en absoluto. Algunos de ellos han afectado a los objetivos de mi familia, otros a los de mi empresa y, efectivamente, casi todos a los míos propios.
He de confesar que no sé prevenir los conflictos. Sé que no sé porque los tengo y, de haber sabido prevenirlos, no los hubiera tenido. No me gustan nada los conflictos.
Los conflictos familiares acostumbran a enquistarse porque, a diferencia de los empresariales, hay una de las partes - cuando no las dos - que adquiere un beneficio merced a ese conflicto. Es un beneficio emocional.
La primera pregunta encaminada a una resolución es: ¿Cómo destruir algo destructivo para alcanzar algo deseado? Si una de las partes no "desea" otro escenario, será imposible resolverlo.
Los beneficios emocionales que se obtienen de los conflictos familiares tienen que ver, normalmente, con necesidades identitarias, frustraciones por expectativas no cumplidas, desafectos malinterpretados y competitividad. La fórmula más utilizada para obtener ese beneficio es la alianza con otros miembros de la familia no involucrados inicialmente en el conflicto. El individuo busca aliados y asociaciones con determinados grupos de personas para reafirmar su autoestima, su poder, su razón. A veces esta alianza es interpretada por el otro como una traición (si estás con él, no estás conmigo) iniciándose una hipérbole conflictiva que acaba afectando a todos los componentes de la familia.
Al igual que en la en la teoría de la identidad social (gráfico), la mejor forma de combatir este conflicto es evitando la hipérbole, aislando al mínimo ámbito posible - exclusivamente entre los dos individuos que lo capitalizan - para impedir el beneficio que pudieran obtener a través de la socialización de ese conflicto. Sin beneficio podrá reformularse la pregunta que inicia la resolución:
¿Cómo destruir algo destructivo para alcanzar algo deseado?
Respuesta:
Demostrando que los beneficios del acuerdo son superiores al los del desacuerdo.
Ferran Fisas
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