Sí, el cliente siempre tiene la razón, la suerte es que puede cambiarla.
Y es que ya seamos Coaches, Psicólogos, Psicoterapeutas o Facilitadores, nuestro cliente nos llega cargado con su razón, su creencia o idea de la realidad que se ha construido. Y esta realidad contiene una programación perfectamente estructurada y de primera calidad pero que muchas veces puede estar dificultándole en menor o mayor medida alcanzar el bienestar en todas las áreas de su vida. La mejor forma de cambiarla es descubriendo las manifestaciones de esta programación bien sea en forma de creencias, distorsiones, generalizaciones y omisiones.
Así que una vez realizado el primer contacto y establecido un buen rapport, el éxito del proceso dependerá en gran medida de nuestra habilidad en la escucha atenta, la mirada crítica, y el ingenio para hacer las preguntas adecuadas. También será clave importante contener nuestras ganas de contestar por él o dirigir sus contestaciones, cuando lo que nos corresponde es ser pacientes en esperar sus respuestas.
Esto supone cierta práctica porque no es desconocido que al cerebro humano le gusta rellenar huecos, terminar las frases cuando a quien las empieza le está costando encontrar las palabras, rellenar silencios, y proyectar nuestro propio dialogo mental para proporcionar soluciones en bandeja a los otros.
Tenemos que refrenar esa necesidad imperiosa de ayuda discursiva, por más que la hayamos sacado de nuestra propia experiencia, por más que lo hayamos estudiado y visto en los procesos de otros clientes, porque la originalidad nos viene de origen y lo que para uno es fantástico para otro puede ser el obstáculo más grande de su vida.
Todos llevamos dentro los recursos que necesitamos, todos somos capaces de ser más o menos resilientes y excelentes gestionadores de las habilidades necesarias, solo se necesita encontrar la aplicación adecuada y la situación en la cual aplicarla.
La relación que se establece entre nosotros y nuestros clientes no tiene que ver con la parte de la mesa en la que se ubiquen las sillas o los divanes, sino más bien tiene que ver con la actitud, la sinergia y la calidad de comunicación que aportamos cuando nos sentamos a compartir un proceso.
Como profesionales es necesario que estemos entrenados en el arte de la autocrítica sana y creativa, en entender cómo funciona el cerebro, como creamos nuestros estados emocionales y la influencia que estos ejercen sobre lo que hacemos y pensamos.
Saber el cómo y el para qué hacemos lo que hacemos, nos brinda la oportunidad de entender al ser humano desde una perspectiva global y sistémica.
Hoy más que nunca, tenemos a nuestro alcance herramientas poderosas como los recientes descubrimientos de la neurociencia, las técnicas de meditación y la PNL que nos brindan la oportunidad de llegar a entender el cómo y el para qué el cerebro procesa las cosas como las procesa, permitiendo que nos convirtamos en los mejores ingenieros de nuestra propia vida.
CEO AinimaliA . Marketing Digital y Gestión del Talento. Orientada a la Innovación e Inteligencia Artificial, E-Learning
6 añosToda la razón Maren Navarro Ferrer.