Saludos para todos los de las 500 horas semanales
Estimado/a lector/a: Por favor recuerde a aquella profesora o profesor que, usted siente, fue significativo en su vida. ¿Hubo alguna maestra o educador que marcó positivamente su vida? ¿lo recuerda? ¿qué fue lo significativo que hizo esa persona, mientras usted era estudiante… ?
A través de variadas situaciones de aprendizaje he advertido que, frente a esa pregunta, la mayoría responde: “El profesor de Matemática, una vez me ayudó, pues yo tenía un problema en mi casa con mis padres y…”, “La profesora de Lenguaje, en octavo básico, me dijo que no me preocupara si los demás se burlaban de mí, pues…”, “El hermano Pedro, en cierta ocasión, tuvo conmiseración de mí, después de que yo…” Podríamos llenar esta página de cientos de testimonios similares, mientras la pregunta surge de expresión natural: ¿qué fue lo que hicieron estas maestras y maestros que quedaron para siempre en nuestras vidas? La respuesta es simple y compleja a la vez. Sencilla, pues lo que dejaron estas personas fue comprensión; una actitud empática, colocándose en el lugar de quienes estaban educándose y que, al mismo tiempo, sentían algún pesar, miedo o inseguridad.
Ante la pregunta, pocos responden que fulano, zutano o mengano fue un insigne profesional de la educación. Nada de eso. Por el contrario, frente a la pregunta, por quién dejó un recuerdo imperecedero en sus vidas, es recurrente la respuesta: aquél quien hizo algo por mí, o bien me ayudó a solucionar un problema personal.
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La mutación entre el profesional de la educación y el educador y viceversa no es tarea fácil: una palabra de ayuda y el llamado riguroso a rayar la cancha implica ser sencillos y cercanos, pero sin obviar el trabajo y la constancia: ése es el arte...
Por eso se les recuerda. Por eso se les extraña, cuando ha partido, pues han sido capaces de traspasar las cotas convencionales de la enseñanza, pues ningún aprendizaje es meramente cognitivo...El buen clima instruccional es directamente proporcional a los aprendizajes significativos; igualmente -como en las empresas- el clima organizacional favorece la productividad.
El recuerdo de esos maestros va a continuar siendo una constante en las aulas de nuestro mundo, pues seguirá siendo clave aprender, y siempre habrá maestras y educadores que vean más allá de lo evidente, favoreciendo y produciendo ambientes gratos, en donde compartir el fascinante mundo del conocimiento, pero a la luz de una palabra de aliento; de un gesto de cortesía; de una expresión rigurosa, pero con respeto, en las que se evidencie no sólo lo que sabe tal o cual profesor, sino que, principalmente, se sepa que esa persona -que tiene a su cargo un grupo de niños/as o jóvenes- también sabe sonreír. 🙃