Prácticas “pedagógicas” medievales

El(la) docente llegó a la sala y, tras saludar, dijo a sus alumnos: “Saquen sus cuadernos, pues comenzaremos la clase” … La mayoría obedeció, mientras, éste, tomando uno de sus apuntes, comenzó a dictar su materia… Los alumnos transcribían lo que el docente dictaba, mientras él, leyendo sus apuntes, continuaba dictando su materia… Al tanto que dictaba, uno de los jóvenes, alzando su mano preguntó: ¿nos podemos detener un poco, pues estamos cansados de copiar?... El docente, asintiendo dijo: “Está bien, pero sólo un par de minutos, pues debemos continuar con la clase” … Transcurridos unos minutos, el docente, prosiguió leyendo sus apuntes, mientras, los estudiantes, continuaron copiándolos en sus cuadernos y, así, sucesivamente, hasta que el sonido de la campana anunció que los 70 minutos “útiles” de clase habían finalizado… En ese momento, el docente –subiendo, levemente, la voz- dijo: “Entonces continuamos con la clase en la próxima sesión…” El bullicio propio de la antesala del recreo hizo que, la mayoría de los estudiantes, no escuchara la última indicación… A la siguiente sesión, el docente dijo: “Saquen sus cuadernos, pues comenzaremos la clase” … La mayoría hizo lo que el docente especificó, mientras, éste, tomando uno de sus apuntes, comenzó a dictar su materia... Todos, o casi todos, copiaban en sus cuadernos, mientras uno que otro enviaba un SMS (short message service) desde su teléfono celular… (Esta vez omitiremos el “bluetooth” …)

Es un hecho que, el fragmento anterior, definitivamente, debiera constituir una práctica en extinción en todos los países que se jacten de ser naciones en desarrollo. ¿Por qué no decirlo? Es una práctica medieval que debió haber quedado anquilosada, paralizada o detenida en su evolución; si es que su naturaleza –alguna vez- fue evolucionar. Y si, posiblemente, pudo haber sido clasificada como estrategia instruccional o una “metodología”, lo fue, pues una de las características del medievo constituyó la ausencia de libros en cantidades industriales, ya que fueron copiados por “copistas”, muchos de los cuales eran monjes y frailes dedicados a este oficio. Y no fue, sino hasta cerca del 1450 en que se comenzaron a imprimir los primeros escritos de manera, más bien sistemática, masiva o industrial. Dado lo anterior, era plausible –en aquel tiempo- que un catedrático osara dictar, íntegramente, una sesión o clase, pues, las condiciones de esos aprendizajes ameritaban la práctica, pues veníamos saliendo de la Edad Media.

Sin embargo, ya ha transcurrido, algo así, como medio milenio desde el apogeo de la imprenta, como para continuar con dicha práctica –hoy- anti pedagógica que, en algunas salas de clases -de algún lugar del mundo de cuyo nombre no puedo acordarme- aún hacen gala, convenciéndose –algunos- de que es una práctica pedagógica viable, dable e inocua.

No. Definitivamente –hoy- constituye una práctica inicua, es decir, injusta, pues, el docente, es decir, el que enseña, siendo éste profesor o no, en ningún momento de esa práctica (dictar durante 60 minutos seguidos) ha echado a andar siquiera un ápice de la inteligencia del estudiante. Y esto es muy simple, pues pasar de una vasija a otra -sin un análisis sucinto- tras el traspaso, simplemente, constituye una acción mecánica y sin justificación y que está lejos de estar basada en alguna teoría del aprendizaje o instruccional.

Por otra parte, si bien no todos los estudiantes –hoy- podrían ser clasificados como “nativos digitales”, ésa es la razón primordial del porqué, nuestros alumnos, se aburren (pero se aguantan) con esa práctica del “dictado de materias”, siendo que lo peor es que aprenden muy poco y de desarrollo de la inteligencia y del pensamiento: ¡Nada! Recuerde que un “nativo digital” domina “…los medios de producción digitales; comprende al mundo como un terreno de juego; valora la red como un elemento socializador; aprenden en red y de la Red; valoran la identidad digital; participan de la conversación y crecen diferente, pues lo hacen explorando y transgrediendo…” Y, algunos ¿aún siguen dictando sesenta minutos por sesión? La verdad es que, el desfase, es patagüino y, lo peor, es que no hay aprendizaje, ni calidad, ni equidad.

Santiago Vasconcello Uchida (Artículo escrito en diciembre de 2009 en el diario "El Rancagüino de la VI Región)


César Alejandro Ascencio Arangua

Gerente General Graphisoft - ONE Académico UDD - Diplomado BIM - UDLA 2019-2024

5 años

Hola Santiago, gusto de saber de ti...saludos..

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