"Sapere aude, atrévete a saber", en la tertulia.
Es el placer de sentarse un par de horas en un café a leer, rodeado de libros, de la gente que entra y sale, y que refleja una historia distinta en sus rostros. Como soy escritor me fijo en ellos mientras me llevo la taza a los labios cada cuatro o cinco minutos. La taza se va enfriando, pero no mis pensamientos, que me llevan a leer y a escribir en los márgenes del libro.
Está a punto de caer la noche, ya son casi las 18.30 de un martes frío en Madrid, abro Zoom (Peter no puede) y veo a los tertulianos diseminados por muchos lugares de España y del extranjero. ¿Por qué nos conectamos, me pregunté? Por una sencilla razón, me dije a mí mismo entre dientes, por aquel deseo que nos recordó Kant, aunque antes lo había hecho Horacio en el siglo I a C, uno de los poetas que más admiro, en su Epístola II, "atrévete a saber". Por eso me puse a hablar de un ensayo inédito en español, "La libertad de ser libres", de Hannah Arendt, donde esta locución latina sirve de leitmotiv para esta filósofa alemana nacionalizada estadounidense. La fotografía que comparto hoy la hice el lunes por la tarde en la librería café "8 1/2", enfrente de los cines Golem y Renoir. Después de una mañana bastante liada, me quería despejar en el cine viendo una película canadiense, pero decidí meterme a leer en el café para tener alguna cosa que argumentar al día siguiente en la tertulia. Fue una tarde que me recordó las de aquellos años en los que devoraba varios libros a la semana, sobre todo si eran de filosofía y música. Arendt parte de un artículo de Thoreau, "Una vida sin principio", en el que se pregunta "Qué sentido tiene ser libres si no es vivir libres? ¿Qué valor tiene una libertad política sino como medio de alcanzar la libertad moral? ¿Es de la libertad de ser esclavos o de ser libres de lo que nos jactamos?" De aquí es de donde toma el título de su ensayo. La semilla ya estaba en su libro del año 1958 "La condición humana!", una de sus obras importantes junto a "Los orígenes del totalitarismo", "Sobre la revolución" y "Eichmann en Jerusalén". Con el nacimiento de cada individuo, de cada pensamiento, se realiza un nuevo principio, pequeño y radical, que refuta las experiencias de la historia y cualquier forma de pesimismo. Es una de las cosas más insólitas que puede ofrecer la historia moderna del pensamiento. Únicamente los que están libres de la necesidad pueden apreciar lo que es estar libre del miedo, de ahí que ser verdaderamente libre es no necesitar esa libertad, no pensar en ella.
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Y ahora escucho a un romántico alemán que me gusta mucho y que es la alegría personificada tras su viaje por Italia:
Sigo leyendo y escribiendo; después de todo es de lo poco que sé hacer, salvo de ver caer la lluvia.