JOSÉ ANTONIO MARINA: EN BUSCA DE LA FELICIDAD PERDIDA
«Buscamos la felicidad, pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo que tienen una».
Voltaire (1694-1778)
Al cerrar el libro recién salido del horno, El deseo interminable (Ariel, 2022), del filósofo y pedagogo (y ahora psicohistoriador de nuevo cuño), José Antonio Marina, a uno le asalta la impresión de que este sabio ¡lo ha leído todo! aunque él humildemente lo niegue: «Mallarmé, disfrutando del pesimismo engreído del romántico francés, confesó su tristeza porqué "ja'i lu tous les livres". Yo -advirte JAM- no los he leído todos», aunque enseguida reconoce que: «pero sí los suficientes». No cabe la menor duda: el texto está trufado de innumerables referencias eruditas, que sin restarle amenidad, ni dificultar su lectura, lo enriquecen y le confieren rigurosidad científica. Ya hace años, que Marina no incluye al final de sus obras la extensísima bibliografía (en castellano, catalán, italiano, francés, inglés, alemán, griego y latín), que maneja para llevar a cabo sus estudios (lo que irónicamente denomina «autobioblibliografía»), en el loable intento de que el número de páginas no exceda los límites razonables de un ensayo, y las haga físicamente inmanejables (aunque, para los hábidos de saber, sí la publica en Internet).
Debo confesar que a quien suscribe estas líneas, hiperactivo dignosticado, le fascina desde siempre la descomunal capacidad de trabajo de este pensador, y más ahora en que dice sentir que «ya he pasado el tiempo que estadísticamente me tocaba vivir». Publicó su primer libro, Elogio y refutación del ingenio (Premio Anagrama de Ensayo, 1992) a los 53 años, y en las siguientes tres décadas, paralelamente a la elaboración de innumerables manuscritos, todos ellos excepcionales, ha emprendido ni más ni menos que una Universidad de Padres o el Proyecto Centauro, ha creado y co-dirigdo, junto con la admirada pedagoga Carmen Pellicer, la Cátedra Nebrija-Santander en Inteligencia Ejecutiva y Educación, y en estos momentos está centrado en El Panóptico...
...Desde el que ha ideado su, tal vez. proyecto más titánico: La Ciencia de la Evolución de las Culturas:
JAM- El primer contacto con lo que podría ser esta ciencia me llegó a través de la obra de Lev Vygotsky, el genial psicólogo ruso, que inició los estudios sobre el modo como la cultura -las herramientas culturales- han influido en el rediseño del cerebro humano. Jerome Bruner, otro de los grandes psicólogos del siglo pasado, siguió la misma senda, en la que sostenía que la inteligencia humana es parcialmente exterior al sujeto. La cultura proporciona una «caja de herramientas» a los miembros de una sociedad. Habiendo iniciado la «revolución cognitiva» acabó trabajando en una «revolución cultural». La distinción entre «natura» y «nurtura». entre naturaleza y educación, era cada vez más difícil de hacer. Desde la neurología se ha concedido cada vez más importancia a la relación entre cerebro y cultura. Los psicólogos culturales han estudiado los diferentes modos en que la cultura influye en el modo de pensar y sentir.
Q- ¿Se debería introducir esta nueva Ciencia en los sistemas educativos?
JAM- Desde distintas perspectivas se insiste en la conveniencia de introducir en los sistemas educativos -y también en los diseños científicos- la Ciencia de la evolución de las culturas. El premio Nobel Friedrich Hayek aplicó este enfoque a la comprensión de los sistemas normativos en Derecho, legislación y libertad. Otro premio Nobel, Duglass North, a las instituciones. Nail Ferguson advierte que necesitamos conocerla si queremos comprender nuestra situación y tomar las medidas adecuadas. Jerome Bruner, con un equipo de expertos, elaboró «una asignatura sobre el hombre» basada en presentar los contenidos de las ciencias sociales organizados alrededor de tres preguntas: ¿Qué es lo que distingue el hombre de los otros animales?, ¿cómo ha llegado a ser lo que es?, y ¿cómo puede mejorar el curso de su desarrollo? Recientemente dos obras de Yuval N. Harari, Homo sapiens y Homo Deus, han popularizado el tema. Además, como he explicado en repetidas ocasiones, la nueva ciencia nos permitiría construir un “humanismo de tercera generación”, que nos parece imprescindible.
Q- ¿Cuál es el objetivo de este descomunal proyecto?
JAM- Acepto sin reservas la afirmación del gran genetista Theodosius Dobzhansky: «La realidad viva solo se puede conocer evolutivamente». No pretendo contar una historia nueva, sino la misma de los historiadores, pero con otra luz.
Q- ¿Otra luz?
JAM- Utilizaré una metáfora tomada de la astronomía. Los astrónomos pueden ver el universo iluminado con luz visible; de esta manera, perciben la armonía de las esferas celestes y la oronda perfección de los planetas. Pero pueden verlo también iluninándolo con rayos gamma, y entonces lo que perciben es un turbión de energías, de fuerzas en acción. Pues bien, lo que pretendo contar es la historia de la humanidad iluminada con rayos gamma. Esta es la idea que me ha acercado a la historia aunque no sea historiador.
Q- ¿Cuál es tu propuesta, en este sentido?
JAM- Necesitamos aplicar los conocimientos de psicología al estuido de los acontecimientos elaborar una psicohistoria. Mi propuesta es muy sencilla: la historia es la agregación de acciones humanas y, para comprender las acciones humanas, el modelo más útil es conocer sus motivaciones, sus incentivos, sus fines.
Q- El deseo interminable...
JAM- El estudio de las pasiones nos permitirá elaborar una nueva psicología evolutiva. Mi primera intención fue estudiar las pulsiones, deseos, emociones, pasiones, expectativas. Pero llegué a una conclusión que me resultó incómoda: todas esas motivaciones estaban movidas por un dinamismo común, un vector convergente en el infinito: la aspiración, tal vez no consciente, a la felicidad. Era el punto de fuga de todas las perspectivas. Era el hilo de oro que engarzaba todas nuestras acciones.
Q- Hace al menos diez años, en un memorable (para mí) almuerzo contigo en Madrid te pregunté por qué no escribías un ensayo sobre la felicidad.
JAM- Y, si lo recuerdas, te respondí, que se trataba de un concepto tan vago y manoseado que prefería no utilizarlo, pero al final he tenido que aceptar que sintetizaba bien lo que quería hacer.
Q- ¡Más vale tarde que nunca! En ese mismo almuerzo me propusiste escribir un libro a cuatro manos sobre el aprendizaje inconsciente de las matemáticas, y hasta 2020, y por encargo tuyo, no he publicado dos papers sobre el tema...
JAM- Cierto. El primero en un monográfico sobre la «memoria» que coordiné para el nº 509 de mayo de 2020 en la revista Cuadernos de Pedagogía.
Q- Pero, discúlpame, hemos venido a hablar de tu libro:
JAM- En efecto. La felicidad se convierte en clave de comprensión de la historia, en un marco hermenéutico impreciso para una evolución también imprecisa. Estaba decidido: contaría la historia humana como una constante, confusa e incierta búsqueda de la felicidad.
«La esencia del hombre es el deseo».
Baruch Spinoza (1632-1677)
Q- Sin emabargo, quizás por pudor, has titulado el libro El deseo interminable
JAM- He decidido describir la evolución de los deseos humanos y de sus creaciones, todas las cuales pueden considerarse un anticipo más o menos acertado de la felicidad, una especie de felicidad comprada a plazos y a veces fraudulenta. La historia de la felicidad se convierte así en la historia de los deseos y de las ilusiones humanas. Es la crónica de las construcciones y destrucciones de una especie lanzada al mar embravecido de la existencia sin cartas de navegación.
Q- En las solapas de tus libros siempre reza que has dedicado toda tu labor de investigador a la construcción de una teoría de la inteligencia que comienza en la neurología y termina en la ética. ¿Es El deso Interminable la culminación de este ingente reto investigador?
JAM- Es como si siempre hubiera estado trabajando para la presente obra sin ser consciente de ello. Al interpretar la historia como la realización de un proyecto no concluido -ser feliz- descubrí que tenía que aprovechar las conclusiones de mi Teoría de la inteligencia creadora y de La lucha por la dignidad.
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Q- ¿De dónde surgen los deseos?
JAM- Los sapiens hemos heredado las necesidades e impulsos de nuestros ancestros animales. Debemos mantener nuestra homeostasis, nutrirnos, vivir en sociedad, aparearnos, proteger nuestra vida y la de nuestras crías. Venimos al mundo programados para sentir esos impulsos. A lo que nos incita a la acción los psicólogos lo llaman «motivaciones»; los antiguos, «apetitos». En el hinduismo, se denomina trisna, que deriva de «sed». Tras repasar la bibliografía sobre estos temas aparecen tres grandes pulsiones que son el secreto de nuestra existencia: en primer lugar, la pulsión del bienestar personal; en segudo lugar, la pulsión de relacionarse socialmente; y, por último, la pulsión de ampliar las posibilidades de acción.
«Todos los seres humanos buscan la felicidad sin saber en qué consiste».
Immanuel Kant (1724-1804)
Q- ¿En qué consiste la felicidad?
JAM- Es un concepto tan equívoco que podemos considerarlo un fake concept, o un significante vacío a la espera del significado. La palabra se ha puesto de moda. La ONU en 2012 instituyó un Día de la Felicidad, Coca-Cola ha creado un Instituto de la felicidad, varios países utilizan un Índice de Felicidad, y los psicólogos positivos han publicado una supuesta Ciencia de la Felicidad. Es el colmo del entusiasmo.
Q- De acuerdo, pero habrá que definirla...
JAM- El primer concepto de felicidad es universal y formal: la felicidad es el cumplimiento de un deseo. La búsqueda de la felicidad es la búsqueda de ese cumplimiento Es una experiencia consumatoria, ya que va a mostrar su fortaleza y su debilidad. Al alcanzar su objetivo, el deseo concreto queda saciado, pero no la capacidad de desear. Hay un deseo interminable. Este es el punto esencial de nuestra historia. En todas las culturas se ha detectado esta insatisfacción irremediable.
Q- Y, a pesar de esta insatisfacción perpétua y universal, ¿a qué se debe la persistencia en el error de buscar la felicidad?
JAM- Creo que la persistencia de la idea de felicidad como límite ideal tiene una función evolutiva. Cumple al menos tres cometidos: proporciona esperanza, da sentido al sufrimiento y sirve de estímulo para imaginar vidas más nobles. Una peculiaridad de la inteligencia humana es su empeño en crear ficciones salvadoras. Una de ellas es la idea de felicidad.
Q- Recientemente El País te ha entrevistado con motivo de la publicación de El deseo interminable, y lo ha titulado con la siguiente afirmación tuya: “Que se haya puesto de moda la felicidad es catastrófico”
JAM- La felicidd nos anuncia lo que somos o, al memos, lo que aspiramos a ser. Este aspecto ascendente y tensionado de la felicidad es lo que se jibariza al convertirlo en un eslogan comercial. El mundo moderno ha reducido la Felicidad a una sucesión de felicidades hechas posibles por la expansión del consumo. Emmanuelle Felice advierte que hemos pasado de hablar del paraíso a hablar de pastillas antidepresivas.
Q- ¿Tal vez por eso recomiendas distinguir «felicidad» de «Felicidad»?
JAM- Llamo «felicidad» con minúscula a la satisfacción de los deseos. A la proyección límite de esa satisfacción, a la plenitud absoluta en la que ya no se aspire a nada porque todo está colmado, la llamaré «Felicidad», con mayúscula. Ahora comprendo mejor por qué la búsqueda humana de la felicidad se convierte en un deseo interminable: porque ninguna satisfacción agota el deseo y porque la esperanza de la Felicidad es muy resiliente. Me produce algo parecido a la ternura ver la irrefrenable necesidad de imaginar la Felicidad que siente una especie muchas veces atravesando un balle de lágrimas. Queriendo escribir una historia de la felicidad, me encuentro que debería escribir dos: una historia de la felicidad, y otra de la Felicidad.
«El hombre nunca es feliz en presente, salvo cuando está borracho».
Samuel Johnson (1709-1784)
Q- En El deseo interminable tomas la ciudad como el momento decisivo de la evolución humana...
JAM- En efecto, debería servirnos como indicio de la importancia las palabras que se derivan de ciudad. De civis procede civilización; de polis, política. Por último de urbs urbanidad, «el modo de organizar la convivencia». La considero como el gran catalizador cultural. En cierto modo este libro conduce a la ciudad al diván psicoanalítico para descubrir las pulsiones que hay en cada una de sus instituciones. El mapa de una ciudad moderna podría servir como una radiografía de los proyectos de felicidad: la casa, la muralla, el palacio, el templo, el taller, el mercado, la plaza, la escuela.
Q- Ya me conoces, me hago la pregunta encima: ¿La escuela es una construcción de felicidad?
JAM- La facilidad para aprender es una característica de los sapiens que mejora la del resto de los primates. Pero lo que realmente nos diferencia como especie es que somos los únicos que educamos a nuestras crías, además de criarlas. Donde se materializa esta pasión por aprender y por enseñar es en la escuela, una institución innovadora.
Q- En el libro abordas muchos más temas, como son el poder y la obediencia, la búsqueda de grandeza o la rebeldía, que exceden el espacio de esta entrevista. Sin embargo, no podemos obviar que confieres gran importancia a los derechos, hasta el punto de dedicar un interesantísmo anexo que titulas «Los avatares del derecho natural». ¿Qué relación existe entre la búsqueda de la felicidad y los derechos subjetivos?
JAM- Un deseo intenta legitimrse socialmente y ser protegido por un derecho. Los seres humanos buscan la felicidad, quieren legitimar socialmente esa búsqueda y acaban reconociendo un derecho a la búsqueda de la felicidad. Los matemáticos sabéis que un teorema puede demostrarse directamete o mostrando que su negación conduce al absuro (reductio ad absurdum). Creo que en los temas éticos hay una demostración análoga -reductio ad horrrem- que justifica una afirmación, en nuestro caso los derechos subjetivos porque su negación lleva al horror.
Q- Basta leer tu celebrado libro anterior Biografía de la inhumanidad (Ariel, 2021)...
JAM- Nuestra búsqueda de la felicidad, supone una reformulación voluntarista -y, por consiguiente, precaria- de la naturaleza humana. Somos primates inteligentes, pero estamos intentando construirnos como seres especiales, intrínsecamente valiosos, por el hecho de estar dotados de un estatus especial en el universo, lo que implica una «dignidad» asimismo especial y se manifiesta en el reconocimiento de derechos subjetivos, individuales, imprescindibles y universales. Pero es posible que la reacción antiilustrada triunfe, y que volvamos a sufrir un nuevo colapso ético. Para colaborar a que no suceda, he escrito este libro. Por mí, que no quede.
Q- ¡Solo por esto ya vale mucho la pena leerlo! ¡Enhorabuena JAM!
Presidente del Instituto de Programación Neuro-Caligráfica
2 añosMil gracias una vez más a tod@s por compartir y/o recomendar este post! Insisto en que contribuir a divulgar la egregia obra de José Antonio Marina es de justicia. Si este filósofo y pedagogo, tuviera apellidos anglosajones sería sin duda una celebridad mundial.
Creador del método VOVIP que elimina las faltas de ortografía desde los 4 años. Autor de "Manual práctico para enseñar a leer y escribir" de Toro Mítico.
2 añosMaravilloso
Presidente del Instituto de Programación Neuro-Caligráfica
2 añosGracia a tod@s por compartir y/o recomendar este post! La obra de José Antonio Marina se lo merece concreces!