Se busca alcalde no carroñero
No necesitamos un alcalde, necesitamos un gestor de servicios con la suficiente inteligencia para convencer primero a los empleados ediles y después a la población en general, que Chiclayo aún es una ciudad viable.
Se ha caído en una innecesaria y tribal discusión. La autoridad edil deber ser o no chiclayana. La realidad indica que en los últimos años la rienda edil ha estado a cargo de un forastero y la ciudad a involucionado. Ello se puede demostrar tan solo caminando por las arterias de la Capital de la Amistad.
Para muestra un botón. Cuando se transita por la calle Elías Aguirre –lamentablemente- en pleno centro de la ciudad, se respira un fuerte olor a excremento de gallinazo, las veredas están llenas de manchas blancas productos de las heces de los carroñeros, quienes se han apoderado de esta zona de la urde y de muchas más. Nadie se queja de esta situación, al parecer los chiclayanos se acostumbraron a ello o simplemente son indiferentes.
Pero cuando la comuna estuvo a cargo de un chiclayano, la ciudad empezó a tener un brillo diferente, viso que solo ha quedado estancando en la memoria de muchos, pues en la actualidad la situación de Chiclayo es lamentable a decir de menos y evitando caer en la exageración.
Ni el chiclayano, ni el foráneo, garantizan el resurgimiento de Chiclayo; los únicos que sí podrían lograrlo son los vecinos, sin embargo, existe una gran falta de identidad para con la misma, otra arista del porque la Capital de la Amistad se encuentra tan desmejorada, casi a punto de caer en cuidados intensivos, después del devastador Niño Costero; cuyos efectos han sido casi benignos pero los daños, muy malignos.
Y hasta la fecha, los anunciados variopintos candidatos que pretenden el sillón edil, no reflejan garantía alguna de poder sacar adelante a la ciudad.