¿SE PUEDE SER?
Por: ALEJANDRO GAMBOA (@dalejogamboa) 10.06.2013
Altos, bajos, gordos y calvos, mujer, negro, marica, inmigrante o mal vestido. Mil clasificaciones, estereotipos, imágenes ideales o idealizadas se imponen. Encasillar es la forma favorita de excluir, enmarcar a alguien que no nos gusta en un contexto que sea repulsivo es la manera de lograr la maximización de nuestro repudio en los demás, y por lo tanto la exclusión.
No quiero hablar de Colombia porque lo vive, no voy a hablar de Italia porque también lo vive con su recién nombrada primera ministra negra e inmigrante en el gabinete de gobierno; xenofobia, homofobia en las calles de París, la cuna de los Derechos Humanos, de la modernidad que decimos nos ampara para luchar por un espacio para todos los diferentes y minoritarios, que somos todos a la vez.
No voy a hablar de gais, lesbianas, trans, ni de negros o negras o de pobres o ricos. Hablemos del ser humano, hablemos de transformación, hablemos de actitudes de cambio. Desde el rincón de la diferencia estar dispuesto a cambiar el mundo es lo difícil, ¿somos conscientes de nuestra diferencia? Todos se ven en la mayoría cuando se excluye al vecino y mira lo diferente en otro, pero ¿se mira su propia diferencia? Nos falta mirarnos, entender que eso que le pasa a alguien en este contexto donde soy reconocido me puede suceder en otro espacio o con otras personas donde no lo soy, donde no merezco plenos derechos y en consecuencia actuar, solidarizarme.
Por ejemplo en la calle Perú de Medellín y cuadras aledañas se han movido hace años un grupo de mujeres trans de la ciudad. Ellas que por asumir quienes son, reconocer las mujeres dentro de sus cuerpos de hombres, salieron volando de sus espacios de familia, escuela, barrio como esquirlas de una explosión y llegaron allá, a la prostitución; nunca les ofreció el Estado una opción distinta, sin embargo, la situación de ilegalidad del sector ampliamente conocido apenas hoy parece evidente y ellas, condenadas al güeto, son sacadas sin la menor atención de las autoridades. Los demás miden su afectación en pesos, su falta de trabajo rebajó la demanda de los servicios que usaban: comida, dormida, ropa, el tinto nocturno que rompe el frío intenso de la madrugada antes del último polvo que pagará todo. La alcaldía muda, con la solución en las manos espera que estalle la olla a presión para echarle la culpa a alguien más y después mandarnos a preguntarle a Hillary que seguro sabe más de “La Perú” que cualquier secretario de despacho del municipio.
Quien puede ser entonces, quien se atreve a pararse y decir yo soy diferente, atreverse a ser y superar las apariencias, regresar al sentimiento de empatía con el otro y no subir la mirada encima del hombro para juzgar a los demás mientras los demás le señalan en la muerte lenta de la discriminación, difícil. Yo creo que no se puede ser y hay que romper con eso.
PD:
- Lamentable cualquier acto de discriminación, porque la homofobia llega a la muerte. En París, Clément Méric se atrevió a ser y lo mataron por ello el 6 de junio de 2013.
- El 1 de junio de 2013 Tania Duarte, mujer trans Cartagena, quiso entrar a la rumba llena de hombres gais y la sacaron de la fila ante la mirada pálida de los demás que siguieron a la rumba. Triunfo la pasión sobre la razón.