¿Se puede ser feliz a pesar de todo?
A riesgo de que nadie me lea…
Este post tiene poco que ver con lo que se suele publicar por aquí. Poco enfocado a la industria farmacéutica, poco orientado hacia la productividad o cualquier habilidad útil para la búsqueda de trabajo. Aún y todo, va dirigida hacia esa búsqueda que todos ansiamos: la búsqueda de la felicidad.
¿Qué es la felicidad? ¿Se puede ser feliz siempre? Eso nos preguntábamos unos amigos hace unos días, en una sobremesa. Nos parábamos a pensar en aquellas personas que realmente lo son. ¿Qué es lo que las une? ¿Cuál es el secreto? ¿Un trabajo apasionante? ¿Encontrar a “esa persona”? ¿Una vida idílica? ¿La ausencia de cualquier tipo de enfermedad?
Me acordaba del reconocido psiquiatra Viktor Frankl, fundador de la logoterapia, en un ensayo sensacional que escribió y recomiendo a todo el mundo: El hombre en busca de sentido. En este libro el psiquiatra cuenta su paso por un campo de concentración con todas las penurias que le acompañaron. Fue una auténtica pesadilla.
Para empezar, quemaron el borrador del libro que acababa de escribir. Se llevaron a su mujer, de la que estaba locamente enamorado (no sabía si estaba viva o muerta). Por supuesto, le fueron arrebatadas todas sus posesiones, el prestigio que se había labrado como médico y le condenaron a vivir en condiciones infrahumanas durante varios años.
A pesar de todo, cuenta algo asombroso: en medio de todo aquello, Viktor fue feliz. Sí, como lo oyes, porque Viktor descubrió que había algo que nunca podrían arrebatarle: su libertad. ¿Cómo es así, si estaba entre rejas? Esto es porque hay algo dentro de cada hombre y mujer que puede ponerse por encima de todo, y es nuestra libertad para amar. Así dice:
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“[…] De entre los prisioneros, solo unos pocos conservaron esa fortaleza y fueron capaces de aprovechar los atroces sufrimientos para lograr una madurez interior. Pero incluso si solo se hubiera dado un caso, este bastaría para demostrar que la libertad interior puede elevar al hombre por encima de un destino adverso, y eso no solamente en un campo de concentración”.
Y sigue:
“Cualquier hombre, a lo largo de su vida, se verá enfrentado a su destino y tendrá la oportunidad de convertir un puro estado de sufrimiento en una hazaña interior. Piénsese en los enfermos, en especial en los incurables”. (El hombre en busca de sentido, Viktor Frankl, 2015, Herder, pág. 97-98).
La esperanza se sobrepone a todo. Y esto me lo llevo yo a mi momento presente que, aunque dista bastante de la barbarie que sufrió Viktor en el campo de concentración, también puede llevar a uno hacia la angustia, cuando no sabe qué será de él en los próximos meses. La búsqueda de trabajo no es precisamente un trabajo sencillo. Uno tiene que estar convencido de su valía, ser perseverante, no desistir y confiar en que todo es para bien.
Confío en que puedo sobreponerme, confiando en que me espera un futuro de mucha felicidad, disfrutando de las cosas sencillas y viviendo con alegría también en este momento de incertidumbre. Porque uno puede sobreponerse a todo. No hace falta esperar al futuro para ser feliz. Ser feliz es una tarea del ahora, y no se limita a unos pocos afortunados. La felicidad es una cuestión que atañe a nuestras elecciones en el día a día.
Ya lo decía Nietzsche:
“Quién tiene un porqué para vivir, puede soportar casi cualquier cómo”.